La naturaleza de los seres humanos es compleja, por lo general, cuando se comete un error, lejos de admitirlo, y corregirlo si es posible, se buscan culpables o se diseñan estratagemas para no asumir las consecuencias.
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Esto le ocurre hoy al señor Rafael Mier, aspirante a candidato por la Rectoría, quien ante el hecho inconcuso de no cumplir con el número de firmas que tanto la convocatoria como el Reglamento General de Elecciones establecen, se empeña en culpar a terceros y a fraguado una estratagema de complot.
Mire, el Reglamento establece que el candidato, al registrarse, debe acompañar una carta que avale la estimación general como persona honorable y prudente y respetuosa de la autonomía universitaria, con un mínimo de firmas del 10% del padrón electoral vigente.
A su vez, la convocatoria dice que para obtener el registro de candidato se deben cumplir, entre otros requisitos, con la carta a que nos referimos, lo que se acredita con la firma de 215 concejales, el 10% del padrón electoral, cuando menos.
Pero resulta que Mier sólo logró reunir la firma de 201 concejales, esto es, le faltan 14 para cumplir con un requisito que él conocía desde el 17 de octubre cuando se publicó la convocatoria.
Ante esta bochornosa situación, MIer busca culpables, y en su lista tiene a la comisión electoral, al presidente de la comisión, al gobernador, al oponente y hasta a la esposa del candidato.
Es evidente que Mier se equivoca en su búsqueda, el culpable –si lo hay- está en su equipo, alguien lo engaño, aunque también cabe la posibilidad de que él supiera que le faltaban esas 14 firmas y en un intento por sorprender a la comisión metió 100, pero de quienes no son concejales.
Como es fácil suponer, Mier ha tomado el edificio central y ha dicho que no lo regresará hasta que le den su constancia de candidato; sería lamentable que el Consejo Universitario lo hiciera, sería confirmar que en la UJED eso de la autonomía es una patraña.