“Celulares en las aulas: ¿limitación necesaria o exceso de control?
La reciente decisión de la Secretaría de Educación del Estado (SEED) de limitar el uso de teléfonos celulares en las escuelas de educación básica a partir del ciclo escolar 2024-2025 ha abierto un debate entre autoridades y padres de familia; sin embargo, esta política plantea dos importantes interrogantes: ¿es suficiente esta restricción, o se está excediendo en el control del acceso a la tecnología?
Si bien, la iniciativa impulsada busca minimizar las distracciones en el aula y promover un ambiente más propicio para el aprendizaje, la limitación del uso de celulares en las aulas es una medida razonable. Los teléfonos móviles pueden ser una fuente constante de distracción, afectando la concentración y, por ende, el rendimiento académico de los estudiantes. El acceso a redes sociales y juegos durante las clases puede llevar a la desconexión del proceso educativo y a una desmotivación por aprender.
En este contexto, la política que permite el uso de celulares en secundaria, solo bajo la supervisión del maestro y exclusivamente para fines académicos, parece una solución equilibrada que permite aprovechar la tecnología sin que esta interfiera con la enseñanza. Sin embargo, la prohibición total del uso de celulares en la educación preescolar y las restricciones en primaria genera ciertas inquietudes.
Aunque es cierto que los niños en estas etapas no necesitan un celular para su educación, también es innegable que vivimos en una era digital donde la tecnología es omnipresente. Negarles la posibilidad de interactuar con dispositivos móviles, incluso de manera controlada, podría limitar su familiarización con herramientas que serán fundamentales en su futuro. Además, la prohibición total en preescolar podría ser percibida como un intento de ignorar la realidad tecnológica del siglo XXI, en lugar de adaptarla de manera adecuada al entorno educativo.
El verdadero desafío radica en equilibrar el acceso a la tecnología con la necesidad de mantener un ambiente de aprendizaje efectivo. Aunque las restricciones impuestas en Durango parecen ser un primer paso hacia la creación de un entorno escolar más controlado y enfocado en la educación, es esencial que estas medidas se revisen y ajusten conforme sea necesario, evitando caer en excesos que podrían resultar contraproducentes.
La educación debe evolucionar con los tiempos, y las políticas que la guían deben ser flexibles para adaptarse a un mundo en constante cambio.
En este escenario, el papel de los padres de familia es crucial. Deben ser aliados de las instituciones educativas, asegurándose de que sus hijos comprendan y respeten las nuevas normas. Esto implica dialogar con ellos sobre la importancia de equilibrar el uso de la tecnología con el enfoque en el aprendizaje, además de supervisar el uso del celular fuera de la escuela para fomentar hábitos responsables.
De esta manera, la Asociación Estatal de Padres de Familia, también deben involucrarse activamente en la retroalimentación con los maestros y directivos, compartiendo sus inquietudes y observaciones sobre cómo estas políticas afectan el desempeño y bienestar de sus hijos. Solo así se puede garantizar que las medidas adoptadas respondan de manera efectiva a las necesidades educativas sin perjudicar el desarrollo tecnológico y social de los estudiantes.
En resumen, el papel de los padres debe ser el de guías y facilitadores, colaborando estrechamente con la escuela para crear un entorno educativo equilibrado y adaptado a los desafíos actuales.