Las aguas residuales son un recurso valioso para devolver limpio a la naturaleza, sobre todo cuando los recursos hídricos se encuentran bajo presión en muchas partes del planeta.
El calentamiento global y las sequías, cuya intensidad e impacto económico y medioambiental ha aumentado de manera significativa en los últimos treinta años, están restringiendo la disponibilidad de agua dulce para el desarrollo urbano y la agricultura en el mundo, por lo que el futuro del planeta pasa por la gestión sostenible del agua, pero también por una apuesta por su reciclaje donde las aguas residuales constituyen un importante recurso.
Según el informe del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos de la UNESCO, un 80% del agua de desecho del mundo regresa al ecosistema, de forma aún poco clara y no se puede usar como recurso vital. Lo peor es que los excrementos, las sustancias tóxicas, los metales y hasta los antibióticos que contienen dañan al ser humano y al medioambiente.
Las aguas residuales no recicladas reducen la calidad de las fuentes naturales de agua dulce y son en muchos países en vías de desarrollo un gran problema para la salud de la gente y provoca perjuicios económicos, aunque el agua de desecho se compone en 1 por ciento de sustancias sólidas, mientras que el 99% restante sigue siendo agua.
Invertir eficientemente en aguas residuales y otras infraestructuras de saneamiento es crucial para lograr beneficios de salud pública, mejorar el medio ambiente y la calidad de vida. Los servicios de agua, saneamiento e higiene administrados de manera segura son una parte esencial para prevenir enfermedades y proteger la salud humana durante los brotes de enfermedades infecciosas.
Además, el agua de desecho aislada en las entrañas de la Tierra tiene hasta 20 grados de temperatura, un potencial energético enorme y a través de una bomba térmica se le puede usar para acondicionar con calor o frío edificios y viviendas, como ya se está probando en la zona norte de Europa.
Las ciudades emplean a menudo más de dos tercios de su abastecimiento energético en calefacción, por lo que calentar y enfriar los ambientes con ayuda de agua de desecho sería una alternativa ecológica.
En esta época en la que el 36% de la población mundial vive en regiones donde el agua es un bien escaso, el tratamiento de las aguas residuales para su reutilización debe ser parte de la solución a los problemas de escasez y contaminación de las aguas.
Una vez tratadas, las aguas residuales pueden utilizarse para reemplazar el agua dulce para riego, procesos industriales o fines recreativos además de que también pueden usarse para mantener el flujo ambiental y los productos derivados de su tratamiento pueden generar energía y nutrientes.
El tratamiento de aguas residuales ofrece una propuesta de doble valor, según el informe, ya que además de los beneficios ambientales y para la salud, puede generar ingresos económicos a través de la reutilización en diferentes sectores.
Sus subproductos, como los nutrientes y el biogás, se pueden utilizar para la agricultura y la generación de energía, mientras que los ingresos adicionales generados por este proceso pueden ayudar a cubrir los costos operativos y de mantenimiento de las empresas de agua.
Al cuidar el agua, también preservamos este recurso para el futuro, con la protección del medio ambiente y sobre todo, con el aprovechamiento económico de nuestros propios residuos, lo que representa una gran oportunidad tanto para la naturaleza como para el desarrollo.