/ jueves 30 de mayo de 2024

Alcohol, un peligro para el cerebro de los jóvenes

El alcohol es una toxina, sus peligros abarcan accidentes mortales, enfermedades hepáticas y muchos tipos de cáncer, incluso pequeñas cantidades pueden ser cancerígenas, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar que “cuando se trata de consumo de alcohol, no existe una cantidad segura que no afecte a la salud”.

Sin embargo, pocas actividades están completamente exentas de riesgos y los peligros tienden a sopesarse con los placeres que puede brindar el alcohol. Por lo tanto, nuestras políticas de salud se guían por el principio de limitar los daños con un consumo moderado de alcohol.

En Estados Unidos esto se define como no tomar más de dos tragos al día para los hombres y no más de uno para las mujeres.

Aunque la cerveza y el vino suelen considerarse bebidas más seguras, el tipo de bebida no es el factor importante, sino la cantidad de alcohol consumido, una cerveza de 360 mililitros tiene aproximadamente la misma cantidad de alcohol que una copa de vino de 15 mililitros o un trago de licor de 45 mililitros.

Beber en exceso podía pasar factura a lo largo de la vida, pero no se considera en la mayoría de las ocasiones que la juventud traería peligros adicionales, en comparación con alguien de 30, 40 o 50 años.

A los 18 años, el cerebro todavía está en proceso de metamorfosis y no alcanzaría la madurez hasta dentro de al menos siete años. Esto altera la forma en que se responde al alcohol, y beber durante este período crítico puede tener consecuencias a largo plazo para nuestro desarrollo cognitivo. Investigaciones de todo el mundo están comenzando a revertir una serie de suposiciones comunes sobre la edad y el alcohol, como la idea de que los europeos continentales tienen una cultura de consumo más saludable que Reino Unido o Estados Unidos, y que permitir a los jóvenes beber en casa con las comidas les enseña consumo responsable de alcohol.

Una mayor conciencia de los hechos puede al menos permitir a las generaciones futuras tomar decisiones más informadas sobre las formas en que eligen divertirse, y podría ayudar a los padres a decidir cómo manejar el alcohol en su propia casa.

La legislación sobre la edad de compra de alcohol sigue la lógica similar de limitación de daños: las leyes protegen a los niños, al tiempo que permiten a los adultos jóvenes tomar sus propias decisiones. En la mayoría de los países europeos, la edad mínima para tomar decisiones. En la mayoría de los países europeos, la edad mínima para tomar bebidas alcohólicas es 18 y en EE.UU. es de 21.

Sin embargo, existen numerosas razones por las que el alcohol puede ser más peligroso para los más jóvenes, incluso después de haber superado la edad mínima legal para beber.

Una de esas razones es el tamaño y la forma del cuerpo: los adolescentes no alcanzan su altura adulta hasta los 21 años, e incluso después de haber dejado de crecer verticalmente, es posible que les falte el volumen de alguien de entre 30 y 40 años.

Así, beber un vaso de alcohol provoca un mayor contenido de alcohol en sangre en los jóvenes que en los adultos. La complexión delgada de los adolescentes también se caracteriza por una mayor proporción cabeza-cuerpo y provocar por lo menos una sensación de parecer un muñeco de juguete por la intoxicación que alguien experimenta.

Al ingerir alcohol, este ingresa al torrente sanguíneo y se propaga por el cuerpo. En cinco minutos, llega al cerebro, cruzando fácilmente la barrera hematoencefálica que generalmente protege el cerebro de sustancias nocivas, con lo que una parte relativamente grande del alcohol termina en el cerebro de los jóvenes, y con ello, mas probabilidades de sufrir intoxicación por alcohol.