/ domingo 30 de junio de 2024

Algo por qué vivir (continuación)

“También reflexioné acerca de la condición humana … que las personas no tienen una verdadera ventaja sobre los animales… Pues, ¿quién puede demostrar que el espíritu humano va hacia arriba y el espíritu de los animales desciende al fondo de la tierra?” (Eclesiastés‬ ‭3‬:‭18‬-‭21‬ ‭NTV‬‬).

Resulta interesante que este verso escrito hace casi tres mil años tenga tanta relevancia en la actualidad. Hoy día está de moda, y hasta pareciera que es “cool” dignificar la vida animal por encima de la humana; hemos llegado al colmo de privilegiar el tema del maltrato animal por el de la trata de personas y el cuidado de las mascotas por los derechos del niño por nacer. ¿No es esta acaso una sutil forma de deshumanización?

Muchos nos dejamos llevar por el pesimismo del rey Salomón quien hace aparentemente una apología de lo absurdo de la vida. Pero lo que no nos damos cuenta es que, justamente, ese es su propósito literario; llevarnos a experimentar, por un momento, la angustia que produce el prescindir de la existencia de Dios, de nuestra existencia eterna y de nuestra responsabilidad frente a Él.

En nuestro diseño intrínseco está el deseo de vivir, porque somos seres eternos que un día daremos cuenta de nuestra asignación temporal, aún y cuando no lo comprendamos cabalmente: “ . . . Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.” (Eclesiastés‬ ‭3‬:‭11‬ ‭NTV‬‬).

Ni nuestros mejores deseos pueden cambiar esa realidad, la cual constituye por sí misma, una gran razón para vivir: “Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos. Dios nos juzgará por cada cosa que hagamos, incluso lo que hayamos hecho en secreto, sea bueno o sea malo.” (Eclesiastés‬ ‭12‬:‭13‬-‭14‬ ‭NTV‬‬)

leonardolombar@gmail.com

“También reflexioné acerca de la condición humana … que las personas no tienen una verdadera ventaja sobre los animales… Pues, ¿quién puede demostrar que el espíritu humano va hacia arriba y el espíritu de los animales desciende al fondo de la tierra?” (Eclesiastés‬ ‭3‬:‭18‬-‭21‬ ‭NTV‬‬).

Resulta interesante que este verso escrito hace casi tres mil años tenga tanta relevancia en la actualidad. Hoy día está de moda, y hasta pareciera que es “cool” dignificar la vida animal por encima de la humana; hemos llegado al colmo de privilegiar el tema del maltrato animal por el de la trata de personas y el cuidado de las mascotas por los derechos del niño por nacer. ¿No es esta acaso una sutil forma de deshumanización?

Muchos nos dejamos llevar por el pesimismo del rey Salomón quien hace aparentemente una apología de lo absurdo de la vida. Pero lo que no nos damos cuenta es que, justamente, ese es su propósito literario; llevarnos a experimentar, por un momento, la angustia que produce el prescindir de la existencia de Dios, de nuestra existencia eterna y de nuestra responsabilidad frente a Él.

En nuestro diseño intrínseco está el deseo de vivir, porque somos seres eternos que un día daremos cuenta de nuestra asignación temporal, aún y cuando no lo comprendamos cabalmente: “ . . . Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.” (Eclesiastés‬ ‭3‬:‭11‬ ‭NTV‬‬).

Ni nuestros mejores deseos pueden cambiar esa realidad, la cual constituye por sí misma, una gran razón para vivir: “Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos. Dios nos juzgará por cada cosa que hagamos, incluso lo que hayamos hecho en secreto, sea bueno o sea malo.” (Eclesiastés‬ ‭12‬:‭13‬-‭14‬ ‭NTV‬‬)

leonardolombar@gmail.com