/ sábado 29 de abril de 2023

Amemos la sabiduría, la virtud e inocencia

Sabemos perfectamente que no podemos permitirnos el lujo de ser perfectos, que no somos príncipes ni superhéroes de cuentos, sino sencillamente somos seres humanos con sus miserias y sus grandezas.

De qué nos sirve la juventud si la verdadera belleza está cuando abrimos las alas del saber y es la única manera de gozar la vida. Existen tres deberes importantes para crecer y respetar nuestra convivencia humana: el derecho ajeno, la autoridad y la opinión de los demás, El hecho de crecer se sustenta en tres razones: La caridad, el trabajo y la sabiduría. Así mismo existen tres tipos de personas: las que entienden, las que no entienden y, las que no quieren entender. La persona más sabia es aquella que disfruta de la vida con respeto y con honor. La senda de la virtud es muy estrecha; en cambio, el camino del vicio es muy ancho y extenso.

Hasta donde sea posible, sin rendirnos, tratemos de convivir bien con todo el mundo. Hablemos siempre con la verdad lo justo y serenamente y, a su vez, escuchemos a los demás hasta los más sencillos. Evitemos a las personas agresivas y escandalosas porque son dolorosas espinas para el espíritu. Si nos comparamos con los demás podemos llegar a ser vanidosos o amargados, porque siempre habrá otros más capaces o menos iletrados que nosotros. Guardemos mayor interés y afecto por nuestra carrera aun por humilde, sencilla que sea. Hay que ser nosotros mismos, tal como somos; no mostremos afecto cuando no lo sintamos; tampoco seamos cínicos ni hipócritas. Aceptemos el paso de los años con cariño y entrega, lo que vivamos que sea con fe y decoro.

La raíz de todos nuestros males es el egoísmo: Desterrémoslo de nuestro vivir; tenemos derecho a convivir sanamente. Siento y lo digo por muchos otros más, que lo que nos hace más felices es poder servir a los demás. El peor defecto de una persona es el mal humor y, las más peligrosas son las mentirosas. La cosa más bella del mundo es el amor; la fuerza más poderosa en nuestro mundo es la fe; a ello le agregamos que la satisfacción más grande que nos llena de orgullo es el poder servir a los demás en medio de un gusto sincero.

El tiempo cura todo lo que la razón no puede curar descubriendo limpiamente la verdad. Dios Nuestro Señor nunca nos abandona ni en tiempos difíciles ni de sufrimiento. No busquemos el cielo fuera de nosotros, está dentro de nuestro corazón. De ahí que podemos rogar: “Diosito Santo nunca nos abandones y que nuestro amor hacia ti sea cada díamás fuerte”. Así mismo: “Que nos concedas serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar”. En el mundo encontraremos que el éxito empieza con nuestra voluntad.

Cuánto más humanos nos sintamos, más benévolos y tolerantes seamos ante los defectos de los demás. La conquista de nosotros mismos es el mayor triunfo que podemos lograr

Que nuestra mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, dice el dicho y, en verdad, mucho nos da a entender, ayudemos sin ostentaciones para no humillar al que recibe la ayuda de nuestra generosidad. Jamás digamos palabras fortificantes a nuestros prójimos, ni nos hagamos esclavos de opiniones sin fundamento o de ignorancias. De nada sirve lo que otros piensen o digan de nosotros; lo que importa de verdad es lo que realmente somos. Seamos corteses y atentos con todo el mundo. El apretón de manos debe ser verdadero y fuerte nunca negligente. Cuando hablemos con alguien mirémosle a los ojos. Hablemos con lealtad y calma sin levantar la voz, sencillamente normal. Huyamos de los chismes y no nos metamos en asuntos privados y personales.

Seamos humildes, la vanidad es el peor de los defectos porque hace que nos engañemos a nosotros mismos. No intentemos cambiar el mundo, primero cambiemos nosotros. Sí es verdad hay mucha maldad, asesinatos, secuestros, cada vez peor; nos estamos destruyendo sin piedad y nuestra inquietud, temor, desconfianza, crece más cada día. ¡Queremos autoridad! ¡Queremos paz! ¡Queremos vivir bien! ¡Somos nosotros mismos los arquitectos de nuestro feroz destino!