/ domingo 27 de octubre de 2024

Buenas obras

--Señor --dijo Felipe--, muéstranos al Padre y con eso nos basta. --¡Pero, Felipe! ¿Tanto

tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto

al Padre. ¿Cómo puedes decirme: 'Muéstranos al Padre'?¿Acaso no crees que yo estoy en

el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les comunico, no las hablo como

cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras . . . o al menos

créanme por las obras mismas. (Juan 14:8-10 NVI)


La pregunta de Felipe está cargada del espíritu dualista del mundo griego para el cual la idea de la encarnación era algo impensado. La respuesta de Jesús es sencilla: “el que me ha visto a mí ha visto al Padre”. Es una referencia directa a la doctrina de la encarnación, la cual constituía todo un escándalo para los griegos, y por ende lo sigue siendo para quienes pertenecemos al mundo occidental: “el verbo se hizo carne” (Juan 1.14)

Me imagino a Jesús pensando: “pero si no pueden ver al Padre en mí, por los prejuicios culturales que les viene del dualismo griego; o por la religiosidad judía con su monoteísmo desencarnado, o incluso, debido a la excesiva familiaridad que les significa el que me conozcan como el de hijo del carpintero; entonces ¡vean a Dios por lo que les digo, juzguen por lo que hablo!Pero si tampoco pueden reconocerlo, entonces, en última instancia vean a Dios en la obra.” Ahí ya no tendrán excusa, porque las obras hablan por sí solas. Las obras de una persona son la expresión más elocuente de su carácter.

En otras palabras, Jesús les dice: los puedo engañar con mi apariencia, incluso con mis palabras, pero no con mis obras. En medio de esta “auto-revelación” de Jesús. Se le escapa una promesa que creo que debe haber dejado atónitos a sus discípulos comenzando con Felipe: “Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.”

Jesús asevera que el que cree en El, no solo hará las obras que El hacía, sino incluso mayores. ¿En qué sentido dijo Jesús esto? ¿Qué implicación tuvo para sus discípulos y para nosotros hoy? ¿Está vigente esta promesa hoy? ¿En qué sentido nuestras obras serán mayores que las de Jesús?

En el próximo artículo abordaremos esa pregunta.


leonardolombar@gmail.com

--Señor --dijo Felipe--, muéstranos al Padre y con eso nos basta. --¡Pero, Felipe! ¿Tanto

tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto

al Padre. ¿Cómo puedes decirme: 'Muéstranos al Padre'?¿Acaso no crees que yo estoy en

el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les comunico, no las hablo como

cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras . . . o al menos

créanme por las obras mismas. (Juan 14:8-10 NVI)


La pregunta de Felipe está cargada del espíritu dualista del mundo griego para el cual la idea de la encarnación era algo impensado. La respuesta de Jesús es sencilla: “el que me ha visto a mí ha visto al Padre”. Es una referencia directa a la doctrina de la encarnación, la cual constituía todo un escándalo para los griegos, y por ende lo sigue siendo para quienes pertenecemos al mundo occidental: “el verbo se hizo carne” (Juan 1.14)

Me imagino a Jesús pensando: “pero si no pueden ver al Padre en mí, por los prejuicios culturales que les viene del dualismo griego; o por la religiosidad judía con su monoteísmo desencarnado, o incluso, debido a la excesiva familiaridad que les significa el que me conozcan como el de hijo del carpintero; entonces ¡vean a Dios por lo que les digo, juzguen por lo que hablo!Pero si tampoco pueden reconocerlo, entonces, en última instancia vean a Dios en la obra.” Ahí ya no tendrán excusa, porque las obras hablan por sí solas. Las obras de una persona son la expresión más elocuente de su carácter.

En otras palabras, Jesús les dice: los puedo engañar con mi apariencia, incluso con mis palabras, pero no con mis obras. En medio de esta “auto-revelación” de Jesús. Se le escapa una promesa que creo que debe haber dejado atónitos a sus discípulos comenzando con Felipe: “Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.”

Jesús asevera que el que cree en El, no solo hará las obras que El hacía, sino incluso mayores. ¿En qué sentido dijo Jesús esto? ¿Qué implicación tuvo para sus discípulos y para nosotros hoy? ¿Está vigente esta promesa hoy? ¿En qué sentido nuestras obras serán mayores que las de Jesús?

En el próximo artículo abordaremos esa pregunta.


leonardolombar@gmail.com