“Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.”
(Juan 14.12)
¿En qué sentido nuestras obras serán mayores que las de Jesús? (Les debía respuesta a esta pregunta desde el penúltimo artículo)
Jesús estaba limitado al tiempo y al espacio. Pero cuando vino el Espíritu Santo esa limitación se quitó, pues ahora, por la fe, Jesucristo habita en cada creyente. Por eso las buenas obras son mayores en número. Los miles de millones de cristianos repartidos en todo el mundo, a través de la historia, podemos hacer mucho más que Jesús en tres años y medio en un radio de doscientos kilómetros cuadrados.
¿Por qué son mayores las obras de la iglesia que la de Cristo? Así como Dios se limitó en su único Hijo para revelarse al hombre y llevar a cabo el plan de salvación, ahora toma más riesgos, se limita a la iglesia, formada por pecadores quienes redimidos por la sangre de Cristo manifestarán Su gloria: cuanto mayor es la limitación tanto mayor será la gloria.
Jesús era perfecto por donde se lo viera, el justo por excelencia. Se espera que las obras de Jesús fueran buenas y perfectas. Pero nosotros somos por naturaleza pecadores. Nuestras obras no son de publicarse. Así que en este sentido son mayores que las de Cristo, porque El nunca pecó, pero de nosotros, no se esperan cosas buenas, excepto por su gracia.
Hay miles de enfermos esperando ser sanados, hay miles de atormentados por demonios esperando ser liberados, hay miles de perdidos esperando ser rescatados del infierno. No serán los ángeles, no serán las piedras, seremos nosotros, la iglesia, los creyentes, los encargados de traerlos a Jesús y manifestar así sus buenas obras.