A votar el próximo dos de junio
Un rasgo esencial de la democracia, tal como la concebimos en la actualidad, consiste en la participación de las y los ciudadanos en la toma de decisiones públicas. En el caso de la elección de titular del Poder Ejecutivo de la Unión, se trata de una participación directa que implica nada más y nada menos que tomar la decisión acerca de qué persona ocupará ese cargo los próximos seis años.
Desempeñarse como presidente de la República, es la más alta responsabilidad de una persona que tenga la ciudadanía mexicana, pues las decisiones que tome tendrán repercusiones en los ámbitos económico, político, social y cultural de México.
Por esa razón, también es una gran responsabilidad para la ciudadanía tanto desde el punto de vista jurídico, pues implica ejercer el derecho al sufragio, como desde el punto de vista ético, ya que somos agentes morales que tenemos la capacidad de tomar decisiones y elegir lo que consideremos mejor para México, en lo general, y, para nosotros, en lo particular.
La ciudadanía tiene elementos de juicio -solamente algunos- que servirán de base para tomar la decisión. Tal vez, el elemento que proporcionó más información -aunque también muy limitada- sobre las candidatas y el candidato, fueron los debates que se televisaron, puesto que pudimos advertir algunos rasgos de su personalidad, algunas de sus propuestas, entre otros aspectos, aunque también muchos ataques entre sí, que poco nos aportaron.
No obstante lo anterior, con la información obtenida de los debates, - insuficiente debido en gran parte a los formatos adoptados por el INE-, sumada al análisis de su historia de vida, sobre todo a su desempeño político, y a los antecedentes de los partidos políticos que hacen la postulación, entre otros aspectos, tomaremos la decisión el día de la jornada electoral.
De la información recabada advertí a una Claudia Sheimbaum Pardo metódica, disciplinada y con una gran experiencia en gobernar, continuadora del movimiento popular que encabeza el actual presidente de la República, aunque, obviamente, si ocupara el cargo, por la misma lógica de poder haría los deslindes correspondientes para convertirse en la figura política central del sistema político mexicano, pues el poder que pudiera poseer no se comparte.
Xóchitl Gálvez Ruiz es una mujer producto de la cultura del esfuerzo y muy valiente, pues ha demostrado que tiene el valor de hacer señalamientos de lo que considera que han sido errores en las políticas públicas adoptadas por el gobierno federal actual, y se compromete, en caso de ganar la elección, a dejar atrás la política populista.
Jorge Álvarez Máynez demostró ser una persona preparada en diversos temas de interés nacional y dejó a muchas personas gratamente sorprendidas por su capacidad para hilar un discurso, de hacer una narrativa que atrae mucho a la gente joven, por lo que deja el terreno preparado para que en la siguiente elección llegue su partido con una base social más amplia.
Los anteriores son sólo algunos elementos que, aunados a muchos más, nos servirán de base para decidir quién será titular de la Presidencia de la República; además, no se debe pasar por alto que la imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador estará presente, pues para muchas personas el voto representará la aceptación o el rechazo de las decisiones que adoptó durante los años que lleva de ejercicio del poder político.