/ jueves 30 de mayo de 2024

Crónicas sin filtro

Como enfrenté la homosexualidad de mi hijo


Tengo dos hijos de nombres Carlos y Joaquín, desde pequeños fueron muy distintos, solo se llevan un año y medio de diferencia.

Todo comenzó cuando Joaquín entró a segundo de preescolar, empecé a notar que le atraían las cosas muy coloridas, incluso los juguetes que le llamaban la atención eran las Barbies, también le gustaba ver en la televisión caricaturas y películas de princesas que a diferencia de Carlos era todo lo contrario, a él le gustaba mucho jugar con los cochecitos en el patio. Siempre creí que era normal ya que como niños pequeños es absurdo imponerles gustos a los hijos.

Mi esposo siempre lo vio anormal, me decía que no estaba bien que le pusiera videos de unicornios y lo dejara jugar con las muñecas, que eso era de viejas. Pasó el tiempo y al entrar a la primaria todo se tornó más difícil, ya que Joaquín tenía actitudes y comportamientos muy afeminados, hasta en su forma de hablar era muy suave, trataba de no hablar mucho delante de su papá, ya que mi esposo Fernando viene de una familia machista en donde los hombres no lloran, los hombres siempre son los fuertes de la familia, los que no se permiten ser débiles ante nadie, por lo mismo Joaquín estaba siempre en su cuarto, pasaba horas encerrado y solo cuando mi esposo se iba a trabajar o no estaba cerca, Joaquín se acercaba a mí para pedirme que le enseñara a preparar galletas, y también sacaba de su escondite una muñeca que nunca supe porque la tenía guardada en su armario. En uno de esos días, me dispuse a platicar con él, le pregunté porque le gustaba tanto ver caricaturas de Barbie, ¿que cuál era su sentir? El me contesto que a él no le gustaban las cosas que hacen sus compañeros como jugar futbol o video juegos, que eso no le agradaba por que se caían y se raspaban las rodillas, que por eso prefería no salir al recreo y estarse con sus amigas platicando de los niños que les gustan.

Con el tiempo mi hijo se hizo muy ensimismado, muy introvertido, tenía bajas notas, ya estaba en primer año de prepararía, era muy despegado de Carlos al ser tan diferentes, mi esposo siempre hacia muchas diferencias. Era muy duro con Joaquín, le decía que parecía una vieja amargada, que ya era hora que se comportara como hombre, que debía ser como Carlos que ya había tenido muchas novias y que hasta la fecha Joaquín no había traído ninguna a casa, que más le valía no le fuera a salir un “maricón” porque en esta familia no se permitían ese tipo de anormalidades. En ese momento vi cómo se derrumbó el mundo de mi Joaquín, su cara me estremeció al ver en ella reflejada la más grande de las tristezas, yo me quedé plasmada, lo único que hice es ir tras de mi hijo que se encerró en el cuarto con llave.

Me regresé a la sala hablar con Fernando. Le dije que cómo podía ser tan inhumano con su propio hijo, que si no se daba cuenta que Joaquín era diferente a los demás jóvenes de su edad, que él era más sensible pero que por esa razón no teníamos el derecho a ser tan crueles con él, solo me contestó muy tajante, regreso por él en media hora y quiero que se vista como hombre.

Al paso de 30 minutos regresó mi esposo, entró intempestivamente al cuarto de Joaquín, lo vio vestido con su pantalones pegados al cuerpo y sus tenis blancos estampados, se llenó de ira y empezó a sacar toda la ropa de nuestro hijo del closet, fue por una bolsa y la metió ahí, le pregunté qué estaba haciendo. No hubo respuesta, solo me ignoraba, se salió al patio con toda la ropa de nuestro hijo, accesorios, tenis y hasta encontró la muñeca que había guardado por tanto tiempo, esparció alcohol y prendió fuego a todo, yo le gritaba que parara, que porque hacia esto, mi otro hijo estaba solo viendo sin decir palabra alguna, a un lado de su padre, en ese momento Joaquín se acercó a su padre con cara llena de llanto y le dijo:

¿Qué mal he hecho papá? ¿Qué daño te he causado para que me odies tanto? ¿Si lo que quieres saber es que si soy homosexual? Siii lo soy, lo acepto, siempre lo supe, desde que me llevabas a las tiendas y me hacías ponerme a fuerza pantalones vaqueros cuando yo solo quería un tutú y unas valerinas, porque si no lo sabías, a mí siempre me ha gustado el jazz, tan solo tuve conformarme viendo videos en la televisión porque sabía que solo era un sueño que nunca alcanzaría, mientras que a mi hermano lo inscribiste en todos los hobbies, en todos los deportes, en todo lo que él siempre quiso, a mí nunca me acompañaste a mis bailables de la escuela porque nunca tuviste tiempo, yo solo quería que tú me quisieras y me aceptaras como soy, no tuve la culpa de haber nacido en un cuerpo de hombre, yo me siento mujer, y hoy puedo gritártelo en la cara y no con orgullo, sino con un gran dolor porque jamás pensé que ser gay implicaba sentir culpa por causar decepción en mi padre, me entristece saber que me forzaste a tener relaciones sexuales por primera vez en un ‘table dance’ para que me hicieran hombre, sabes lo que yo sentí? ¿Sabes la repugnancia que eso me causó?

Pero más allá de todo este dolor que he llevado, traigo un vacío y deseo de ya no vivir, quisiera cerrar mis ojos y ya no despertar.

Cuando mi hijo calló, el fuego ya había consumido toda la ropa, había un silencio que atravesaba nuestros corazones, de pronto vi como mi esposo, el fuerte, el inquebrantable, el insensible caía de rodillas frente a Joaquín envuelto en un mar de llanto pidiéndole perdón por todo, diciendo que siempre había sabido que Joaquín era homosexual, pero su crianza en casa no le permitía aceptar tener un hijo gay. Que lamentaba que perdió tanto tiempo sin darse cuenta lo maravilloso que era, en ese momento me acerqué a Joaquín y también Fernando y lo abrazamos fuertemente.

Como esta historia llena de realidad, existen muchos casos y algunos lamentablemente terminan en tragedia, lo más importantes como padres es: MOSTRAR RESPETO, ser pacientes, esperar a que su hijo quiera hablar del tema y hacerlo mostrando apertura y comprensión, aun si sus creencias religiosas o ideológicas dificultan este camino al principio. El mensaje es “cuenta conmigo”.

INFORMARSE, aprender lo más posible sobre la sexualidad en general y las distintas formas de vivirla. Conocer cómo pueden sentirse las personas que atraviesan por un período en sus vidas en el que se preguntan qué les atrae.

EVITAR PREJUICIOS, valoremos que estamos en una sociedad cada vez menos homofóbica y preguntémonos cómo afectan esos presupuestos culturales en nosotros. Es normal que se sienta incómodo al principio al desmontar estereotipos y prejuicios que dañan a todo el mundo.

Si requieres atención en Psicología o Tanatología, no dudes en comunicarte a los teléfonos 618-5-24-62-33 y 618-2-38-08-88.

Fundación Beleshka Por Una Nueva Vida tiene las puertas abiertas para brindarte ayuda ante cualquier situación en salud mental, emocional y psicológica que presentes.

Si quieres que tu historia de vida sea contada y plasmada en esta columna, escríbeme a través del correo licgd06@gmail.com

Como enfrenté la homosexualidad de mi hijo


Tengo dos hijos de nombres Carlos y Joaquín, desde pequeños fueron muy distintos, solo se llevan un año y medio de diferencia.

Todo comenzó cuando Joaquín entró a segundo de preescolar, empecé a notar que le atraían las cosas muy coloridas, incluso los juguetes que le llamaban la atención eran las Barbies, también le gustaba ver en la televisión caricaturas y películas de princesas que a diferencia de Carlos era todo lo contrario, a él le gustaba mucho jugar con los cochecitos en el patio. Siempre creí que era normal ya que como niños pequeños es absurdo imponerles gustos a los hijos.

Mi esposo siempre lo vio anormal, me decía que no estaba bien que le pusiera videos de unicornios y lo dejara jugar con las muñecas, que eso era de viejas. Pasó el tiempo y al entrar a la primaria todo se tornó más difícil, ya que Joaquín tenía actitudes y comportamientos muy afeminados, hasta en su forma de hablar era muy suave, trataba de no hablar mucho delante de su papá, ya que mi esposo Fernando viene de una familia machista en donde los hombres no lloran, los hombres siempre son los fuertes de la familia, los que no se permiten ser débiles ante nadie, por lo mismo Joaquín estaba siempre en su cuarto, pasaba horas encerrado y solo cuando mi esposo se iba a trabajar o no estaba cerca, Joaquín se acercaba a mí para pedirme que le enseñara a preparar galletas, y también sacaba de su escondite una muñeca que nunca supe porque la tenía guardada en su armario. En uno de esos días, me dispuse a platicar con él, le pregunté porque le gustaba tanto ver caricaturas de Barbie, ¿que cuál era su sentir? El me contesto que a él no le gustaban las cosas que hacen sus compañeros como jugar futbol o video juegos, que eso no le agradaba por que se caían y se raspaban las rodillas, que por eso prefería no salir al recreo y estarse con sus amigas platicando de los niños que les gustan.

Con el tiempo mi hijo se hizo muy ensimismado, muy introvertido, tenía bajas notas, ya estaba en primer año de prepararía, era muy despegado de Carlos al ser tan diferentes, mi esposo siempre hacia muchas diferencias. Era muy duro con Joaquín, le decía que parecía una vieja amargada, que ya era hora que se comportara como hombre, que debía ser como Carlos que ya había tenido muchas novias y que hasta la fecha Joaquín no había traído ninguna a casa, que más le valía no le fuera a salir un “maricón” porque en esta familia no se permitían ese tipo de anormalidades. En ese momento vi cómo se derrumbó el mundo de mi Joaquín, su cara me estremeció al ver en ella reflejada la más grande de las tristezas, yo me quedé plasmada, lo único que hice es ir tras de mi hijo que se encerró en el cuarto con llave.

Me regresé a la sala hablar con Fernando. Le dije que cómo podía ser tan inhumano con su propio hijo, que si no se daba cuenta que Joaquín era diferente a los demás jóvenes de su edad, que él era más sensible pero que por esa razón no teníamos el derecho a ser tan crueles con él, solo me contestó muy tajante, regreso por él en media hora y quiero que se vista como hombre.

Al paso de 30 minutos regresó mi esposo, entró intempestivamente al cuarto de Joaquín, lo vio vestido con su pantalones pegados al cuerpo y sus tenis blancos estampados, se llenó de ira y empezó a sacar toda la ropa de nuestro hijo del closet, fue por una bolsa y la metió ahí, le pregunté qué estaba haciendo. No hubo respuesta, solo me ignoraba, se salió al patio con toda la ropa de nuestro hijo, accesorios, tenis y hasta encontró la muñeca que había guardado por tanto tiempo, esparció alcohol y prendió fuego a todo, yo le gritaba que parara, que porque hacia esto, mi otro hijo estaba solo viendo sin decir palabra alguna, a un lado de su padre, en ese momento Joaquín se acercó a su padre con cara llena de llanto y le dijo:

¿Qué mal he hecho papá? ¿Qué daño te he causado para que me odies tanto? ¿Si lo que quieres saber es que si soy homosexual? Siii lo soy, lo acepto, siempre lo supe, desde que me llevabas a las tiendas y me hacías ponerme a fuerza pantalones vaqueros cuando yo solo quería un tutú y unas valerinas, porque si no lo sabías, a mí siempre me ha gustado el jazz, tan solo tuve conformarme viendo videos en la televisión porque sabía que solo era un sueño que nunca alcanzaría, mientras que a mi hermano lo inscribiste en todos los hobbies, en todos los deportes, en todo lo que él siempre quiso, a mí nunca me acompañaste a mis bailables de la escuela porque nunca tuviste tiempo, yo solo quería que tú me quisieras y me aceptaras como soy, no tuve la culpa de haber nacido en un cuerpo de hombre, yo me siento mujer, y hoy puedo gritártelo en la cara y no con orgullo, sino con un gran dolor porque jamás pensé que ser gay implicaba sentir culpa por causar decepción en mi padre, me entristece saber que me forzaste a tener relaciones sexuales por primera vez en un ‘table dance’ para que me hicieran hombre, sabes lo que yo sentí? ¿Sabes la repugnancia que eso me causó?

Pero más allá de todo este dolor que he llevado, traigo un vacío y deseo de ya no vivir, quisiera cerrar mis ojos y ya no despertar.

Cuando mi hijo calló, el fuego ya había consumido toda la ropa, había un silencio que atravesaba nuestros corazones, de pronto vi como mi esposo, el fuerte, el inquebrantable, el insensible caía de rodillas frente a Joaquín envuelto en un mar de llanto pidiéndole perdón por todo, diciendo que siempre había sabido que Joaquín era homosexual, pero su crianza en casa no le permitía aceptar tener un hijo gay. Que lamentaba que perdió tanto tiempo sin darse cuenta lo maravilloso que era, en ese momento me acerqué a Joaquín y también Fernando y lo abrazamos fuertemente.

Como esta historia llena de realidad, existen muchos casos y algunos lamentablemente terminan en tragedia, lo más importantes como padres es: MOSTRAR RESPETO, ser pacientes, esperar a que su hijo quiera hablar del tema y hacerlo mostrando apertura y comprensión, aun si sus creencias religiosas o ideológicas dificultan este camino al principio. El mensaje es “cuenta conmigo”.

INFORMARSE, aprender lo más posible sobre la sexualidad en general y las distintas formas de vivirla. Conocer cómo pueden sentirse las personas que atraviesan por un período en sus vidas en el que se preguntan qué les atrae.

EVITAR PREJUICIOS, valoremos que estamos en una sociedad cada vez menos homofóbica y preguntémonos cómo afectan esos presupuestos culturales en nosotros. Es normal que se sienta incómodo al principio al desmontar estereotipos y prejuicios que dañan a todo el mundo.

Si requieres atención en Psicología o Tanatología, no dudes en comunicarte a los teléfonos 618-5-24-62-33 y 618-2-38-08-88.

Fundación Beleshka Por Una Nueva Vida tiene las puertas abiertas para brindarte ayuda ante cualquier situación en salud mental, emocional y psicológica que presentes.

Si quieres que tu historia de vida sea contada y plasmada en esta columna, escríbeme a través del correo licgd06@gmail.com

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