/ jueves 18 de julio de 2024

Crónicas sin filtro

Mi historia con un narcisista


Tal vez en algún momento de tu vida, has escuchado la palabra narcisista, que antiguamente lo podríamos considerar como una persona generadora de violencia más que física, es emocional y psicológica.

Decidí después de tanto tiempo contar esta historia que hasta la fecha me pregunto cómo pude soportar tantas cosas que me dañaron. Tenía tan sólo 22 años cuando conocí a mi pareja, me consideraba una joven segura de mi misma, me encantaba ser muy femenina, siempre estaba arreglada, me gustaba salir con mis amistades los fines de semana, me consideraba una muy buena estudiante, y participaba en diferentes certámenes de belleza si se presentaba la oportunidad, siempre me había gustado mucho destacar en donde quiera que me presentaba.

Continuando con el que en ese tiempo conocí a un chico de 24 años de edad, parecía ser muy amable y respetuoso, empezamos a conocernos, el era de pronto algo serio, tenia actitudes extrañas, como el que solo me visitaba en mi casa diez minutos y se retiraba, ya llevábamos dos meses de habernos conocido, jamás mostró incomodidad por mi forma de ser, aunque tampoco me decía que le agradaba, incluso nunca me hacía halagos, ni hacía referencia de lo que yo hacía en mi vida social, su forma de demostrarme su disgusto era no acompañándome a lo que yo sentía como importante. Así siguió por el transcurso de tres meses, creí que todo iba bien, yo notaba que era muy poco el tiempo que él me brindaba, pero me enteraba por otras amistades que lo veían en distintos antros de la ciudad, en fiestas, cuando en lo que respecta a mi eran muy pocas veces las que salíamos juntos. ¿En una ocasión me preguntó si sabía lo que eran los swingers? Le dije que no….

Me contestó que si nunca había visto alguna película donde varias parejas tenían relaciones sexuales al mismo tiempo con distintas parejas, le dije que nunca y que esas cosas a mí no me agradaban, después de mi contestación no se volvió a tocar el tema, solo sentí que se molestó, pero no hubo otro comentario respecto al tema.

En una ocasión le marqué a su celular para ver si podíamos ir a desayunar, nunca me contestó, le envié mensajes y tampoco hubo respuesta, sentí la necesidad de ir a buscarlo a su casa y saber que todo estaba bien, al abrirme la puerta me dijo que qué hacía en su casa si él no me invitó, le dije que si pasaba algo, me contestó que nada, que me fuera, que después me buscaba, le dije que no me iba a ir sin saber, me dijo que me fuera o que cerraría la puerta.

Me hizo sentir muy mal como si no le importara, pasaron tres días y no me dirigió la palabra ni me contestó ningún mensaje, creí que algo yo había hecho que le molestó y que por eso estaba enojado conmigo, no entendía cuál era la razón y pasé todos esos días sin dormir, pensando que había pasado tan grave que hizo que no quisiera hablar conmigo. Después de días se presentó en mi casa como si nada, le dije que cual había sido el problema para que se comportaba así conmigo, que si era porque le dije que no me gusta lo que había mencionado la vez pasada acerca de los swingers. Su contestación tajante fue: “Tu sigue tomándote fotos en las redes sociales”. Al decir eso mi mente empezó a comprender que él había visto mi Facebook y que alguna foto o algo no le pareció, al principio creí que era por celos, que realmente le importaba. Nunca me imaginé que su comportamiento era por lo que hoy es considerado como GHOSTEO, que es una conducta de violencia psicológica.

Pero obviamente eso no lo sabía en aquel momento. Al pasar del tiempo me hacía comentarios como el que algunas de sus amigas tenían muy buen cuerpo, con grandes piernas llamativas y buenos senos, que yo no estaba así, que me faltaba más de todo pero que así me quería, empezó hacerme sentir insegura, fea, me decía que mis piernas eran muy delgadas comparadas con otras, poco a poco empecé a dejar de subir fotos en redes por temor al rechazo de otras personas incluyendo los de Fabián, ese era su nombre.

Al año dos meses de tener una relación con el me embaracé, y fue cuando me empecé a dar cuenta quien era la persona con la que estaba. Dejó de ser menos empático de lo que ya era, decidí irme a vivir con él por nuestro bebé, me dejaba casi todo el día sola mientras el salía a trabajar, aunque me di cuenta que él empezó a irse con otras mujeres y yo se lo permitía porque yo estaba embarazada y no se acercaba a mí para tener intimidad, por eso creí que estaba bien que lo hiciera que al final sabría que regresaría y estaría conmigo.

En algunas ocasiones le llegué a preguntar que me dijera la verdad, si había estado con otras personas, el me decía que si pero que no las besaba en la boca y no las tocaba como a mí, que sólo era sexo, pero que no volvería a pasar. Mi corazón aún partido en pedazos y por él bebe que traía en mi vientre, pasé por alto toda esta falta de respeto y me dediqué a desvivirme por Fabián y mi próximo bebé.

Justamente faltando dos meses para el nacimiento de mi hijo me dijo que si por amor a él estaría dispuesta hacer cualquier cosa para demostrar mi amor, le dije que sí, que tenía qué hacer? Me contesto: “Quiero que estés con otro hombre, te doy el permiso”.

Mi cara desencajada le contestó que si era una broma. Que yo jamás me prestaría hacer algo así y mucho menos embarazada, que si no le importaba nuestro hijo, el me dijo que solo seria una vez, y nuevamente le dije rotundamente que no. Eso bastó para que se levantara del sillón, tomara una pequeña maleta y agarrara sus cosas, me dijo que se iba a dormir al otro cuarto, que le daba asco tocarme, que no lo haría hasta que naciera nuestro hijo, que no lo molestara con llamadas cuando él estuviera fuera que no me contestaría, que afuera encontraría lo que adentro no querían complacerle.

Recuerdo que me la pasaba llorando, me levantaba a media noche esperando encontrar su abrazo, que me dijera que todo estaría bien, a lo que él me decía que me largara del cuarto, que no lo tocara o que se iría de la casa, sentía que ya no podía con tanto dolor, solo tocaba mi vientre para calmar a mi hijo que no dejaba de moverse.

Al poco tiempo faltando un mes para el alumbramiento, preparé una cena romántica con velas en casa para esperar a mi esposo después del trabajo, hice todo para que el pudiera perdonarme de algo que no hice pero que él me culpabilizaba de hacerlo enojar. Pasaron las horas y el jamás se presentó a casa, no llegó a dormir, pasé toda la noche esperándolo, me recosté en el sillón de la entrada a la casa esperándolo, ya eran las 11 am del siguiente día, y entró por la puerta como si nada, me dijo que se había quedado con unos amigos. Me percaté que tenía manchas de labial en su camisa a la altura del cuello, y algunos “chupetones”, decidí no reclamarle nada, a mí sólo me importaba que ya estaba de regreso en casa junto a mí.

Se metió bañar, al salir se me acercó, me abrazó y me dijo que me invitaba a desayunar, sentí que ya no estaba enojado conmigo y traté de hacer como que no pasaba nada, total ya estaba de regreso en casa.

A la mañana siguiente recibí una llamada telefónica, era la voz de una mujer, me dijo que mi esposo había pasado con ella toda la noche, que solo se burlaba de mí, que le daba asco acostarse conmigo, pero que me soportaba por el niño que esperábamos. En ese momento decidí colgar el teléfono porque sentí unos ligeros piquetes en mi vientre, de pronto sentí el reventar de la fuente, había mucha agua escurriendo por mis piernas, estaba desconcertada, le marqué a su celular ya que había salido desde temprano a trabajar, pero no hubo respuesta. Tuve que llamar a un taxi de sitio y me llevara al hospital, que por fortuna aún tenía el seguro facultativo y me interné para dar a luz.

Fue un parto muy difícil, estuvo a punto de morir mi bebé debido a que era prematuro. Mi esposo nunca se presentó, tuve que retirarme del seguro hasta el tercer día, al llegar a casa, el no estaba. Me sentía desesperada, ansiosa, preocupada, no dejaba de llorar y con un niño en brazos, no teníamos alimentos, me vi en la necesidad de sacar fiado en la tienda para comer algo. Yo no contaba con familia cercana, solo estaba la familia de Fabián, pero eran igual que él, una familia con esas mismas conductas, un entorno de hombres machistas en donde la mujer solo sirve para hacer comida, atender al marido y criar a los hijos. Me sentía totalmente sola y desprotegida, solo pensaba en lo que le esperaba a mi hijo, en cómo saldríamos de todo eso, me sentía la mujer más miserable e incapaz de salir adelante.

Después de una semana se volvió a presentar como si nada, llegó y se acercó a nuestro hijo, mencionó que se parecía a él y que deseaba que se pasara el tiempo rápido para que fuera igual a su padre. En mi mente solo pensaba en dónde habría estado todos estos días, que, porque tenía esas actitudes, me armé de valor y le cuestioné, me dijo que, si ya iba a empezar a fregar, que ya lo tenía hasta el tope con mis tonterías, que estaba enferma, que bien le decía su padre, que se casara con una indígena que esas sí son buenas mujeres, que solo sirven para estar en la casa y hacer comida. Que yo no era nada, que ni trabajo tenía, que por eso me negaba afuera, porque le daba vergüenza estar con alguien como yo.

Me sentía muy culpable por todo, llegué a creer que tenía razón, que era mujer que nadie mas iba a querer, ya tenía un hijo, no tenía estudios, no tenía trabajo y no servía para nada, que debería agradecerle que de pronto me compraba utensilios de cocina o un par de zapatos, comida. Así me fui haciendo cada vez más dócil y débil, le permitía todo lo que me hacía, vejaciones, humillaciones delante de su familia, infidelidades, enfermedades de transmisión sexual, insultos, ghosteo, burlas, y lo peor que pude permitir, fue en acceder a conocer a otra persona para darle gusto y cumplirle esa fantasía. Me escogió una persona para empezar a tratarla y conocerla en un grupo de swingers. Mi esposo me creó una cuenta y empecé hablar con ese hombre por medio del chat. A los pocos días quedamos de vernos, conocernos en persona y platicar, mi esposo me aconsejaba qué decir, cómo ser, cómo actuar y me dijo que la finalidad es que yo tuviera sexo con ese hombre y que de esa forma le demostraría todo el amor que le tengo al cumplir su fantasía.

En varias ocasiones llegué a decirle a Fabián que todo esto me hacía sentir muy mal, que yo al único hombre que amaba era a él, que no me interesaba la otra persona, que todo esto lo hacía para darle gusto y esté feliz a mi lado, el me contestaba que iba muy bien, que siguiera así, y que hasta que no tuviera sexo con la otra persona no podía saber lo mucho que lo amaba. Poco a poco tuve más acercamiento con José la persona del chat, y quedamos en tener un encuentro íntimo, Fabián me dijo que lo grabara todo para comprobar que lo hice, coloqué una cámara en el hotel antes de que llegara José, y pasó lo que tenía que pasar, muchos me juzgarán, me dirán que nadie me obligó, pero solo yo sé lo que pasaba por mi cabeza en ese momento, cumplirle a mi esposo y supiera lo que lo amaba, ya que de esa manera lo retendría a mi lado.

Al llegar a casa estaba Fabián esperándome con mi hijo, me dijo que como había estado todo, le dije que no daría ningún detalle que ahí estaba el video, que había cumplido con lo que él quería, y que deseaba que de hoy en adelante fuéramos una familia feliz, que ya le había demostrado lo mucho que lo amaba.

En ese momento me dio al niño, se metió al cuarto y empezó a ver el video. A los minutos de haberlo visto, empecé a recibir muchos mensajes por parte de su familia diciéndome que era una cualquiera, que como pude atreverme a tanto, Fabián había enviado lo grabado a su familia. Inmediatamente entré al cuarto a reclamarle a Fabián y el enfurecido me dijo que era una estúpida, que como iba a pensar que él quería que yo me acostara con otro, que me iba a quitar a mi hijo que era una prostituta, que ese video lo mostraría a los abogados para que le otorgaran el divorcio. Me quede desconcertada, sin saber qué decir o hacer. Empezó a guardar todas sus cosas en maletas y las subió a su camioneta, me dijo que desde ese momento ya no éramos nada, que no lo buscara, que era una cualquiera, solo escuché el portazo y cómo arrancó su vehículo.

Abracé a mi hijo con todas las fuerzas, no paré de llorar ni de culparme lo tonta que había sido, que todo lo había hecho por amor, por mantenerlo a mi lado, que nada había valido la pena porque terminó yéndose, y que ante los ojos de todos quedaría como la peor esposa, como la peor madre, quería morirme en ese momento.

Después de 10 años de vivir esta amarga historia, después de 8 años de terapia, me di cuenta que solo fui una víctima vulnerable, vacía, con muchos deseos de ser amada, en donde las sobras que él me ofrecía, creí que eso era amor, en donde pedía perdón ante el evidente ghosteo, cuando nunca hice ninguna acción por la cual debía recibir ese trato.

Lamento haber cedido ante sus peticiones, fui víctima de una manipulación que no solo me daño psicológicamente sino emocionalmente. Gracias a Dios puedo contar esta historia, en la cual las señales fueron evidentes desde un principio, las personas narcisistas existen, estás a tiempo de salirte de relaciones insanas que solo te dejarán más vacíos emocionales.

Si tu pasaste, o estás pasando por esta misma situación, NO TE CULPES, NO TE HAGAS MÁS DAÑO, mejor busca ayuda de expertos que sabrán darte auxilio, acompañamiento durante este largo proceso de sanación, no estamos solos.

Si requieres atención en Psicología o Tanatología, no dudes en comunicarte a los teléfonos 618-5-24-62-33 y 618-2-38-08-88.

Fundación Beleshka Por Una Nueva Vida tiene las puertas abiertas para brindarte ayuda ante cualquier situación en salud mental, emocional y psicológica que presentes.

Si quieres que tu historia de vida sea contada y plasmada en esta columna, escríbeme a través del correo licgd06@gmail.com

Mi historia con un narcisista


Tal vez en algún momento de tu vida, has escuchado la palabra narcisista, que antiguamente lo podríamos considerar como una persona generadora de violencia más que física, es emocional y psicológica.

Decidí después de tanto tiempo contar esta historia que hasta la fecha me pregunto cómo pude soportar tantas cosas que me dañaron. Tenía tan sólo 22 años cuando conocí a mi pareja, me consideraba una joven segura de mi misma, me encantaba ser muy femenina, siempre estaba arreglada, me gustaba salir con mis amistades los fines de semana, me consideraba una muy buena estudiante, y participaba en diferentes certámenes de belleza si se presentaba la oportunidad, siempre me había gustado mucho destacar en donde quiera que me presentaba.

Continuando con el que en ese tiempo conocí a un chico de 24 años de edad, parecía ser muy amable y respetuoso, empezamos a conocernos, el era de pronto algo serio, tenia actitudes extrañas, como el que solo me visitaba en mi casa diez minutos y se retiraba, ya llevábamos dos meses de habernos conocido, jamás mostró incomodidad por mi forma de ser, aunque tampoco me decía que le agradaba, incluso nunca me hacía halagos, ni hacía referencia de lo que yo hacía en mi vida social, su forma de demostrarme su disgusto era no acompañándome a lo que yo sentía como importante. Así siguió por el transcurso de tres meses, creí que todo iba bien, yo notaba que era muy poco el tiempo que él me brindaba, pero me enteraba por otras amistades que lo veían en distintos antros de la ciudad, en fiestas, cuando en lo que respecta a mi eran muy pocas veces las que salíamos juntos. ¿En una ocasión me preguntó si sabía lo que eran los swingers? Le dije que no….

Me contestó que si nunca había visto alguna película donde varias parejas tenían relaciones sexuales al mismo tiempo con distintas parejas, le dije que nunca y que esas cosas a mí no me agradaban, después de mi contestación no se volvió a tocar el tema, solo sentí que se molestó, pero no hubo otro comentario respecto al tema.

En una ocasión le marqué a su celular para ver si podíamos ir a desayunar, nunca me contestó, le envié mensajes y tampoco hubo respuesta, sentí la necesidad de ir a buscarlo a su casa y saber que todo estaba bien, al abrirme la puerta me dijo que qué hacía en su casa si él no me invitó, le dije que si pasaba algo, me contestó que nada, que me fuera, que después me buscaba, le dije que no me iba a ir sin saber, me dijo que me fuera o que cerraría la puerta.

Me hizo sentir muy mal como si no le importara, pasaron tres días y no me dirigió la palabra ni me contestó ningún mensaje, creí que algo yo había hecho que le molestó y que por eso estaba enojado conmigo, no entendía cuál era la razón y pasé todos esos días sin dormir, pensando que había pasado tan grave que hizo que no quisiera hablar conmigo. Después de días se presentó en mi casa como si nada, le dije que cual había sido el problema para que se comportaba así conmigo, que si era porque le dije que no me gusta lo que había mencionado la vez pasada acerca de los swingers. Su contestación tajante fue: “Tu sigue tomándote fotos en las redes sociales”. Al decir eso mi mente empezó a comprender que él había visto mi Facebook y que alguna foto o algo no le pareció, al principio creí que era por celos, que realmente le importaba. Nunca me imaginé que su comportamiento era por lo que hoy es considerado como GHOSTEO, que es una conducta de violencia psicológica.

Pero obviamente eso no lo sabía en aquel momento. Al pasar del tiempo me hacía comentarios como el que algunas de sus amigas tenían muy buen cuerpo, con grandes piernas llamativas y buenos senos, que yo no estaba así, que me faltaba más de todo pero que así me quería, empezó hacerme sentir insegura, fea, me decía que mis piernas eran muy delgadas comparadas con otras, poco a poco empecé a dejar de subir fotos en redes por temor al rechazo de otras personas incluyendo los de Fabián, ese era su nombre.

Al año dos meses de tener una relación con el me embaracé, y fue cuando me empecé a dar cuenta quien era la persona con la que estaba. Dejó de ser menos empático de lo que ya era, decidí irme a vivir con él por nuestro bebé, me dejaba casi todo el día sola mientras el salía a trabajar, aunque me di cuenta que él empezó a irse con otras mujeres y yo se lo permitía porque yo estaba embarazada y no se acercaba a mí para tener intimidad, por eso creí que estaba bien que lo hiciera que al final sabría que regresaría y estaría conmigo.

En algunas ocasiones le llegué a preguntar que me dijera la verdad, si había estado con otras personas, el me decía que si pero que no las besaba en la boca y no las tocaba como a mí, que sólo era sexo, pero que no volvería a pasar. Mi corazón aún partido en pedazos y por él bebe que traía en mi vientre, pasé por alto toda esta falta de respeto y me dediqué a desvivirme por Fabián y mi próximo bebé.

Justamente faltando dos meses para el nacimiento de mi hijo me dijo que si por amor a él estaría dispuesta hacer cualquier cosa para demostrar mi amor, le dije que sí, que tenía qué hacer? Me contesto: “Quiero que estés con otro hombre, te doy el permiso”.

Mi cara desencajada le contestó que si era una broma. Que yo jamás me prestaría hacer algo así y mucho menos embarazada, que si no le importaba nuestro hijo, el me dijo que solo seria una vez, y nuevamente le dije rotundamente que no. Eso bastó para que se levantara del sillón, tomara una pequeña maleta y agarrara sus cosas, me dijo que se iba a dormir al otro cuarto, que le daba asco tocarme, que no lo haría hasta que naciera nuestro hijo, que no lo molestara con llamadas cuando él estuviera fuera que no me contestaría, que afuera encontraría lo que adentro no querían complacerle.

Recuerdo que me la pasaba llorando, me levantaba a media noche esperando encontrar su abrazo, que me dijera que todo estaría bien, a lo que él me decía que me largara del cuarto, que no lo tocara o que se iría de la casa, sentía que ya no podía con tanto dolor, solo tocaba mi vientre para calmar a mi hijo que no dejaba de moverse.

Al poco tiempo faltando un mes para el alumbramiento, preparé una cena romántica con velas en casa para esperar a mi esposo después del trabajo, hice todo para que el pudiera perdonarme de algo que no hice pero que él me culpabilizaba de hacerlo enojar. Pasaron las horas y el jamás se presentó a casa, no llegó a dormir, pasé toda la noche esperándolo, me recosté en el sillón de la entrada a la casa esperándolo, ya eran las 11 am del siguiente día, y entró por la puerta como si nada, me dijo que se había quedado con unos amigos. Me percaté que tenía manchas de labial en su camisa a la altura del cuello, y algunos “chupetones”, decidí no reclamarle nada, a mí sólo me importaba que ya estaba de regreso en casa junto a mí.

Se metió bañar, al salir se me acercó, me abrazó y me dijo que me invitaba a desayunar, sentí que ya no estaba enojado conmigo y traté de hacer como que no pasaba nada, total ya estaba de regreso en casa.

A la mañana siguiente recibí una llamada telefónica, era la voz de una mujer, me dijo que mi esposo había pasado con ella toda la noche, que solo se burlaba de mí, que le daba asco acostarse conmigo, pero que me soportaba por el niño que esperábamos. En ese momento decidí colgar el teléfono porque sentí unos ligeros piquetes en mi vientre, de pronto sentí el reventar de la fuente, había mucha agua escurriendo por mis piernas, estaba desconcertada, le marqué a su celular ya que había salido desde temprano a trabajar, pero no hubo respuesta. Tuve que llamar a un taxi de sitio y me llevara al hospital, que por fortuna aún tenía el seguro facultativo y me interné para dar a luz.

Fue un parto muy difícil, estuvo a punto de morir mi bebé debido a que era prematuro. Mi esposo nunca se presentó, tuve que retirarme del seguro hasta el tercer día, al llegar a casa, el no estaba. Me sentía desesperada, ansiosa, preocupada, no dejaba de llorar y con un niño en brazos, no teníamos alimentos, me vi en la necesidad de sacar fiado en la tienda para comer algo. Yo no contaba con familia cercana, solo estaba la familia de Fabián, pero eran igual que él, una familia con esas mismas conductas, un entorno de hombres machistas en donde la mujer solo sirve para hacer comida, atender al marido y criar a los hijos. Me sentía totalmente sola y desprotegida, solo pensaba en lo que le esperaba a mi hijo, en cómo saldríamos de todo eso, me sentía la mujer más miserable e incapaz de salir adelante.

Después de una semana se volvió a presentar como si nada, llegó y se acercó a nuestro hijo, mencionó que se parecía a él y que deseaba que se pasara el tiempo rápido para que fuera igual a su padre. En mi mente solo pensaba en dónde habría estado todos estos días, que, porque tenía esas actitudes, me armé de valor y le cuestioné, me dijo que, si ya iba a empezar a fregar, que ya lo tenía hasta el tope con mis tonterías, que estaba enferma, que bien le decía su padre, que se casara con una indígena que esas sí son buenas mujeres, que solo sirven para estar en la casa y hacer comida. Que yo no era nada, que ni trabajo tenía, que por eso me negaba afuera, porque le daba vergüenza estar con alguien como yo.

Me sentía muy culpable por todo, llegué a creer que tenía razón, que era mujer que nadie mas iba a querer, ya tenía un hijo, no tenía estudios, no tenía trabajo y no servía para nada, que debería agradecerle que de pronto me compraba utensilios de cocina o un par de zapatos, comida. Así me fui haciendo cada vez más dócil y débil, le permitía todo lo que me hacía, vejaciones, humillaciones delante de su familia, infidelidades, enfermedades de transmisión sexual, insultos, ghosteo, burlas, y lo peor que pude permitir, fue en acceder a conocer a otra persona para darle gusto y cumplirle esa fantasía. Me escogió una persona para empezar a tratarla y conocerla en un grupo de swingers. Mi esposo me creó una cuenta y empecé hablar con ese hombre por medio del chat. A los pocos días quedamos de vernos, conocernos en persona y platicar, mi esposo me aconsejaba qué decir, cómo ser, cómo actuar y me dijo que la finalidad es que yo tuviera sexo con ese hombre y que de esa forma le demostraría todo el amor que le tengo al cumplir su fantasía.

En varias ocasiones llegué a decirle a Fabián que todo esto me hacía sentir muy mal, que yo al único hombre que amaba era a él, que no me interesaba la otra persona, que todo esto lo hacía para darle gusto y esté feliz a mi lado, el me contestaba que iba muy bien, que siguiera así, y que hasta que no tuviera sexo con la otra persona no podía saber lo mucho que lo amaba. Poco a poco tuve más acercamiento con José la persona del chat, y quedamos en tener un encuentro íntimo, Fabián me dijo que lo grabara todo para comprobar que lo hice, coloqué una cámara en el hotel antes de que llegara José, y pasó lo que tenía que pasar, muchos me juzgarán, me dirán que nadie me obligó, pero solo yo sé lo que pasaba por mi cabeza en ese momento, cumplirle a mi esposo y supiera lo que lo amaba, ya que de esa manera lo retendría a mi lado.

Al llegar a casa estaba Fabián esperándome con mi hijo, me dijo que como había estado todo, le dije que no daría ningún detalle que ahí estaba el video, que había cumplido con lo que él quería, y que deseaba que de hoy en adelante fuéramos una familia feliz, que ya le había demostrado lo mucho que lo amaba.

En ese momento me dio al niño, se metió al cuarto y empezó a ver el video. A los minutos de haberlo visto, empecé a recibir muchos mensajes por parte de su familia diciéndome que era una cualquiera, que como pude atreverme a tanto, Fabián había enviado lo grabado a su familia. Inmediatamente entré al cuarto a reclamarle a Fabián y el enfurecido me dijo que era una estúpida, que como iba a pensar que él quería que yo me acostara con otro, que me iba a quitar a mi hijo que era una prostituta, que ese video lo mostraría a los abogados para que le otorgaran el divorcio. Me quede desconcertada, sin saber qué decir o hacer. Empezó a guardar todas sus cosas en maletas y las subió a su camioneta, me dijo que desde ese momento ya no éramos nada, que no lo buscara, que era una cualquiera, solo escuché el portazo y cómo arrancó su vehículo.

Abracé a mi hijo con todas las fuerzas, no paré de llorar ni de culparme lo tonta que había sido, que todo lo había hecho por amor, por mantenerlo a mi lado, que nada había valido la pena porque terminó yéndose, y que ante los ojos de todos quedaría como la peor esposa, como la peor madre, quería morirme en ese momento.

Después de 10 años de vivir esta amarga historia, después de 8 años de terapia, me di cuenta que solo fui una víctima vulnerable, vacía, con muchos deseos de ser amada, en donde las sobras que él me ofrecía, creí que eso era amor, en donde pedía perdón ante el evidente ghosteo, cuando nunca hice ninguna acción por la cual debía recibir ese trato.

Lamento haber cedido ante sus peticiones, fui víctima de una manipulación que no solo me daño psicológicamente sino emocionalmente. Gracias a Dios puedo contar esta historia, en la cual las señales fueron evidentes desde un principio, las personas narcisistas existen, estás a tiempo de salirte de relaciones insanas que solo te dejarán más vacíos emocionales.

Si tu pasaste, o estás pasando por esta misma situación, NO TE CULPES, NO TE HAGAS MÁS DAÑO, mejor busca ayuda de expertos que sabrán darte auxilio, acompañamiento durante este largo proceso de sanación, no estamos solos.

Si requieres atención en Psicología o Tanatología, no dudes en comunicarte a los teléfonos 618-5-24-62-33 y 618-2-38-08-88.

Fundación Beleshka Por Una Nueva Vida tiene las puertas abiertas para brindarte ayuda ante cualquier situación en salud mental, emocional y psicológica que presentes.

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