/ viernes 2 de agosto de 2024

Diderot más allá del mar

Detrás de los manuscritos siempre habrá historias que contar, señala Oscar Jiménez Luna, en su libro, “Diderot más allá del mar”, a través de las historias que vive Virgilio para encontrar un manuscrito del filósofo francés Denis Diderot.

Nuestro héroe supone que morir a causa de la pandemia del coronavirus y después de pensar en su familia le preocupa el destino de su biblioteca personal integrada por más de diez mil libros, por lo que vislumbra una solución, que si sobrevive al contagio del Covid.19, ir en busca del manuscrito del documento resguardado por una biblioteca en Canadá.

Años antes, supo de su existencia en la ciudad de Zaragoza, donde un especialista en libros antiguos, por lo que decide emprender un viaje hasta Quebec, para comprender que los sueños imposibles estan rodeados de desesperanza, amistad y misterio.

Así, se embarca en una aventura que trata de integrar el manuscrito del filósofo francés a su estudio sobre la Enciclopedia y fundar con su acervo bibliográfico un Centro de Estudios Clásicos.

A lo largo del texto, mi amigo Oscar Jiménez hace homenaje a bibliotecarios de corazón, como Eduardo Arrieta Corral y Crescencio González Parra, al destacar la labor para reparar los libros desgastados como en el empaste de los periódicos diarios, restaurados para mantener la historia.

En este libro, el autor pone a la vista conceptos filosóficos sobre la voluntad de Dios y las diferentes formas en que se manifiesta, por lo que pone en voz de Denis Diderot, Alfred Tennyson o Constantin Cavafis aquellas aficiones de la fuerza que hace muchos años movió la tierra y los cielos para entender el dinamismo que nos mueve en la vida, desde el punto de encuentro con respecto a que todos los hombres estaban dotados de la gracia para su salvación es lo que motiva a Virgilio a emprender un viaje donde explora las posibilidades para hacerse del manuscrito.

Es en este sentido, los grandes libros son sus joyas más preciadas, desde el Quijote de Pellicer de 1797, hasta su edición de 1956; o la Eneida, de 1777, sin dejar a un lado La Divina Comedia, en sus diversas traducciones.

Es en estos paisajes de dialogo y reencuentro, donde a la sombra de los filósofos se entrelazan las historias locales y de esta manera podemos encontrar a José Fernando Ramírez, un alterego de Virgilio en su motivación en la conservación y preservación de los libros, lo que a la postre llevó a la creación de un acervo cultural que tenemos los durangueses, como lo es la Biblioteca Central del Estado, de la que el autor fue director.

Al hacer un recuento del bibliófilo, nos hace participes de la historia la que entrelaza con su realidad, al manifestar que don José Fernando aceptó prestar sus servicios al imperio de Maximiliano de Habsburgo, lo que al paso del tiempo con el triunfo republicano de Benito Juárez le costaría la rutina y el destierro de la ciudad.

Tambien nos habla de la vida ante la amenaza de la enfermedad y a pandemia para hacernos partícipes de su relación con Maricruz, su mujer, y la participación de ambos en la búsqueda del manuscrito de Virgilio.

Una perspectiva particular que nos hará repensar en los conceptos filosóficos que dieron forma no sólo a la Revolución Francesa, si no a la labor de cuidado y preservación de los libros, en una historia que tiene como telón de fondo un país ensombrecido por el crimen organizado y la degradación política, lo que le permitirá entonces el protagonista descubrir que detrás de los manuscritos siempre habrá otras historias que vemos pasar sin detenernos en su trascendencia y que pueden contadas.


Detrás de los manuscritos siempre habrá historias que contar, señala Oscar Jiménez Luna, en su libro, “Diderot más allá del mar”, a través de las historias que vive Virgilio para encontrar un manuscrito del filósofo francés Denis Diderot.

Nuestro héroe supone que morir a causa de la pandemia del coronavirus y después de pensar en su familia le preocupa el destino de su biblioteca personal integrada por más de diez mil libros, por lo que vislumbra una solución, que si sobrevive al contagio del Covid.19, ir en busca del manuscrito del documento resguardado por una biblioteca en Canadá.

Años antes, supo de su existencia en la ciudad de Zaragoza, donde un especialista en libros antiguos, por lo que decide emprender un viaje hasta Quebec, para comprender que los sueños imposibles estan rodeados de desesperanza, amistad y misterio.

Así, se embarca en una aventura que trata de integrar el manuscrito del filósofo francés a su estudio sobre la Enciclopedia y fundar con su acervo bibliográfico un Centro de Estudios Clásicos.

A lo largo del texto, mi amigo Oscar Jiménez hace homenaje a bibliotecarios de corazón, como Eduardo Arrieta Corral y Crescencio González Parra, al destacar la labor para reparar los libros desgastados como en el empaste de los periódicos diarios, restaurados para mantener la historia.

En este libro, el autor pone a la vista conceptos filosóficos sobre la voluntad de Dios y las diferentes formas en que se manifiesta, por lo que pone en voz de Denis Diderot, Alfred Tennyson o Constantin Cavafis aquellas aficiones de la fuerza que hace muchos años movió la tierra y los cielos para entender el dinamismo que nos mueve en la vida, desde el punto de encuentro con respecto a que todos los hombres estaban dotados de la gracia para su salvación es lo que motiva a Virgilio a emprender un viaje donde explora las posibilidades para hacerse del manuscrito.

Es en este sentido, los grandes libros son sus joyas más preciadas, desde el Quijote de Pellicer de 1797, hasta su edición de 1956; o la Eneida, de 1777, sin dejar a un lado La Divina Comedia, en sus diversas traducciones.

Es en estos paisajes de dialogo y reencuentro, donde a la sombra de los filósofos se entrelazan las historias locales y de esta manera podemos encontrar a José Fernando Ramírez, un alterego de Virgilio en su motivación en la conservación y preservación de los libros, lo que a la postre llevó a la creación de un acervo cultural que tenemos los durangueses, como lo es la Biblioteca Central del Estado, de la que el autor fue director.

Al hacer un recuento del bibliófilo, nos hace participes de la historia la que entrelaza con su realidad, al manifestar que don José Fernando aceptó prestar sus servicios al imperio de Maximiliano de Habsburgo, lo que al paso del tiempo con el triunfo republicano de Benito Juárez le costaría la rutina y el destierro de la ciudad.

Tambien nos habla de la vida ante la amenaza de la enfermedad y a pandemia para hacernos partícipes de su relación con Maricruz, su mujer, y la participación de ambos en la búsqueda del manuscrito de Virgilio.

Una perspectiva particular que nos hará repensar en los conceptos filosóficos que dieron forma no sólo a la Revolución Francesa, si no a la labor de cuidado y preservación de los libros, en una historia que tiene como telón de fondo un país ensombrecido por el crimen organizado y la degradación política, lo que le permitirá entonces el protagonista descubrir que detrás de los manuscritos siempre habrá otras historias que vemos pasar sin detenernos en su trascendencia y que pueden contadas.