Qué pena que la Presidencia Municipal del hermoso pueblo de Peñón Blanco, se encuentre convertido en un bastión de guerra, para acribillar a la alcaldesa, bajo el argumento legítimo de justicia salarial, cuya respuesta no se ha concretado, dadas las condiciones precarias del presupuesto, según el sustento de la demandada.
El no satisfacer las demandas de los interesados, ha caído como anillo al dedo de los saboteadores, que a ultranza han capitalizado la oportunidad, para rebajar a las instalaciones municipales a un muladar, donde hay que obstaculizar todos los medios para que no se llegue a una buena negociación.
Y ahí sigue el forcejeo donde la alcaldesa Rita Esther Lozano Reyes, se ha confrontado, pero sin conseguir resultados, ya que cada vez que lo intenta, provoca una sacudida que no amedrenta a los inconformes, pero tampoco ella da su brazo a torcer, ya que valiéndose del mismo, ha irrumpido la entrada al estrado que le prohíben, bajo la investidura que le asiste, dejándoles claro el mensaje que es la autoridad y que bajo ninguna presión, está dispuesta a sobajar su dignidad ni a ponerle precio a su cabeza.
Y ahí está la eficacia de un móvil perverso que logra su objetivo. Motivado quizás por la frustración o la venganza. La razón no sé cuál sea, pero la respuesta es indiscutible, al observarse los acuerdos y desacuerdos; los avances y retrocesos; los sí de un día y los no de otro.
Y así, este juego es el que ha radicalizado a las fuerzas que se han exhibido fatalmente como incapaces de llegar a un arreglo.
Pasa el tiempo y el conflicto no se soluciona y cada día aumentan los interesados a que éste continúe, hasta que reviente y sólo se resuelva. Obviamente con los daños colaterales que genera una situación de esta naturaleza, donde no se necesita mucha sapiencia para hacer ya un recuento empírico de los daños, que han contribuido para agudizar más el problema al que le apuestan los interesados, y así estrangular más y más la capacidad económica de la alcaldesa, para que no dé una respuesta satisfactoria, la que no regatearían una vez que a ella se le ocurriera pedir licencia.
Sin duda que todo se solventa con dinero y la presidenta que es honesta a carta cabal, se ha concretado nada más a decir la verdad: ¡No hay dinero! Y los que pudieran ayudarle lo saben, pero el tiempo de utilizarla ya se venció y mezquinamente la han abandonado a su suerte.
La rectitud de la maestra la ha hecho víctima de una realidad desoladora, donde no se ve ni siquiera la sombra de la organización sindical a la que con tanto fervor ella ha servido y que en estos momentos mucho serviría de acicate, para salvaguardar un lugar digno de sus agremiados; porque pareciera que dicha coyuntura está planeada para hacer quedar mal a los maestros que tienen vocación de servir.
Pero a esa orfandad política, abiertamente se ha sumado la triada de partidos ahora sí que impresentables, donde su objetivo es sólo ser comparsa del gobernador.
Una triada que en lugar de aportar ideas viables, se concreta a fingir demencia. Una triada que rehúye a gestionar recursos y con su indiferencia contribuye a que no fluyan, para que la barca siga a la deriva. Un PRIAN dispuesto a aceptar la claudicación que los enemigos quieren y la inmolación que tal vez los poderes fácticos exigen.
Nadie ignora las necesidades de los trabajadores y el derecho que les asiste a satisfacerlas, a través de un salario digno que está estipulado en la Ley. Desafortunadamente las arcas de este municipio se ven imposibilitadas y han puesto a la maestra en un predicamento muy delicado, ya que si se arriesga a desviar recursos, sería objeto de sanciones; pero de no hacerlo seguirá expuesta a cargar sobre su reputación y prestigio todo el costo político.
Por supuesto que la alcaldesa no es ingenua, pero hasta cierto punto creo que se ha tardado para darse cuenta, de qué manera la inercia perversa está actuando en su contra y de no romper a tiempo ese boomerang de inconformidad; la ingobernabilidad llegará a un punto en el que muy poco podría hacer para controlarla.
El tiempo no corre a su favor. Así que, solita debe rifarse la última suerte: “Salir en hombros como los toreros diestros, o arrastras como los aprendices”.