Se requiere repensar la Historia
En diversos artículos y libros, Guillermo Marín Ruiz expresa que desde 1492 los invasores nos llamaron indos así fue durante tras siglos. En la neocolonia de los criollos, llamada México, nos han llamado indígenas, jamás han querido reconocer nuestro nombre propio. No somos hispanos, latinos o mexicanos, somos anahuacas y esta tierra durante milenios se ha llamado Anáhuac. El pasado siempre es tergiversado por el vencedor de ayer y hoy. Hace falta un gran golpe a la inconciencia para iniciar la descolonización. La academia, los investigadores, los artistas, los intelectuales, los periodistas, los profesores, todos necesitan descolonizar su visión del pasado para crear una narrativa veraz, crítica y analítica. Es tiempo de terminar con el discurso colonizador que ha sometido al pueblo durante 500 años a una amnesia colectiva que beneficia a sus explotadores. Las autoridades anahuacas se suman al nuevo orden colonial a través de la evangelización, sin esa traición no habría podido consumarse la invasión-ocupación.
A partir de 1492 fuimos América para el invasor y en el siglo XIX, Latinoamérica según Napoleón III. En el siglo XX, los gringos le llaman a su país América y del Río Bravo al Sur simplemente Latinoamérica, y mansamente, de manera inconsciente aceptamos los despojos y las trasgresiones, justamente porque hemos perdido la memoria histórica y la identidad cultural ancestral. se hace creer al pueblo, que un pasado ancestral de una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad de 9,800 años se reduce a la cultura mexica de apenas 196 años. Descolonizar es dignificar. Con la descolonización y la recuperación de nuestra memoria histórica y nuestra identidad cultural ancestral, volverá llamarse nuestra tierra Anáhuac y nosotros sus hijos anahuacas.
La historia de México la han escrito los vencedores, desde Hernán Cortés y Bernardino de Sahagún, hasta Matos Moctezuma y Miguel León Portilla. La iglesia católica y el Estado mexicano han impuesto la versión oficial de la visión de los vencidos, escrita por los vencedores. Un pueblo heredero de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen de la humanidad, al que le han aplicado una lobotomía histórica y cultural para mantenerlo explotado, enajenado, sumiso.
La vida y obra de Hernán Cortés, como capitán y símbolo de la invasión, cobra un vigencia e importancia sobresaliente al cumplirse los 500 años de este crimen de lesa humanidad, en el que se cometió uno de los más bochornosos holocaustos y epistemicidios de la historia del género humano. No es tan solo por los crímenes, despojos y abusos que se cometieron durante la invasión y el periodo colonial, sino porque, en estos últimos dos siglos se han seguido cometiendo los mismos crímenes y abusos. Desde la matanza de Cholula hasta la de Ayotzinapa. Desde la mina del Potosí hasta las del Grupo México. Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla.
Son seis las civilizaciones más antiguas y con un origen autónomo del mundo: Egipto, Mesopotamia, India China, Tawantinsuyu y Anáhuac. Se requiere repensar la historia. Una revisión crítica, descolonizada y des hispanizada de la conmemoración de los cinco siglos de la derrota de los mexicas y la caída de Tenochtitlán. Es necesaria una revisión desde la perspectiva de la “historia propia-nuestra”, para dejar atrás la visión de los vencedores que siguen insistiendo en que Cortés y sus secuaces, vencieron a los mexicas por su supuesta superioridad militar, cultural y religiosa, ocultando el drama de una guerra civil entre los pueblos nahuas del Altiplano. Es necesario hacer una análisis objetivo de lo sucedido, porque, de no hacerlo la historia se seguirá repitiendo.
La visión de los vencedores es que nuestros antepasados, según ellos, eran primitivos, rudimentarios sacrílegos e idólatras, y que con la conquista de México, pudo liberar a los pueblos de este mal. Se requiere descolonizar la historia ancestral, para recuperar nuestro pasado y nuestro verdadero rostro. En la historia oficial hispanista, se le hace creer al pueblo que, “la conquista” terminó con la caída de la ciudad de México –Tenochtitlan-, lo cual es totalmente falso. El 13 de agosto de 1521 termina la Guerra contra Tenochtitlán e inicia la invasión del Anáhuac, que se mantiene hasta nuestros días. Los invasores han ido cambiando con el tiempo, lo mismo que sus estrategias y armas, pero los resultados nefastos siguen siendo los mismos desde el siglo XVI.
el pueblo no sabe nada del pasado ancestral de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad. Los pueblos de China e India si están vinculados en su cotidiano vivir a su pasado ancestral y nosotros no.
Existe un gran desconocimiento de la cultura Anáhuac. Por ejemplo se tienen registros que los Olmecas en el año 1,500 aC. ya realizaban la mecánica celeste, calendárica y la matemática, pero, arqueológicamente se conoce cómo inició la agricultura e invención del maíz, aproximadamente en el octavo milenio aC., pero la aparición de los Olmecas en el 1,500 aC. deja un vacío que se ha llenado con una serie de hipótesis, pero hasta la fecha, no se sabe cómo evolucionó el ser humano desde la creación del maíz y la milpa, hasta la elaboración de las llamadas cabezas olmecas Y este ejemplo nos sirve para la reflexión: el gran florecimiento de la cultura griega fue en el año 447 aC. en la época de Pericles. Es decir mil años antes ya estaba la cultura Olmeca en Oaxaca.
Debemos visualizar el Anáhuac en tiempo y espacio. En sus 10 mil años de historia podemos hablar, por lo menos de tres períodos: el preclásico formativo con la cultura Olmeca, el clásico del esplendor con la cultura Teotihuacana y el postclásico de la decadencia con la cultura Mexica. En el espacio debemos pensar es que el territorio del Anáhuac era del Sur de Canadá a Nicaragua, incluidas las Islas del Caribe.