/ viernes 18 de octubre de 2024

En Cartera

Los ganadores del Nobel de Economía y sus contribuciones sobre la desigualdad y la prosperidad


James A. Robinson, Daron Acemoglu y Simon Johnson, son los economistas que ganaron el pasado lunes 14 de octubre de 2024 el premio Nobel de Economía por sus estudios empíricos y teóricos que exploran las diferencias en la prosperidad de las naciones y su análisis sobre la desigualdad. Junto a Daron Acemoglu, Robinson ha publicado aclamados libros como “Orígenes económicos de la dictadura y la democracia”, “Por qué fracasan las naciones: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”, y “El corredor angosto: Estados, sociedad y el destino de la libertad”. Agradezco a la MC Elena Ávila Zúñiga, directora de TVUJED, el envío por correo electrónico del texto citado: “Por qué fracasan las naciones: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”.

Robinson conversó con BBC News Mundo sobre América Latina y los desafíos que enfrenta la región, entre otras cosas señaló: “La mayor parte nuestro trabajo ha estado enfocado en tratar de entender la desigualdad, en intentar entender por qué el mundo está dividido entre países que son prósperos y otros que son pobres. Nos hemos preguntado cómo surgió históricamente esta diferencia y cómo se ha mantenido pese a las enormes consecuencias en el bienestar humano. Ese ha sido el tema principal de nuestras investigaciones durante los últimos 30 años. Específicamente hemos tratado de entender cómo las instituciones establecen las reglas que en diferentes sociedades influyen en la prosperidad y la pobreza.

“Hemos visto enormes mejoras en los niveles de pobreza en algunas partes del mundo, como por ejemplo China, pero no ha sido así en otras regiones como África Subsahariana y América Latina. Y en países como Estados Unidos, vemos amenazas a la inclusión social y la prosperidad. Aún hay enormes desafíos para crear sociedades más inclusivas, prósperas y democráticas en el mundo.

“Nuestra investigación muestra que la pobreza y la desigualdad en América Latina están profundamente arraigadas en el colonialismo, la explotación de los indígenas y la existencia de la esclavitud. Esas desigualdades se autorreproducen de muchas maneras en la actualidad. Latinoamérica tiene grandes problemas de inclusión, marginalización, explotación. Por eso es pobre y aún sigue tratando de encontrar una salida. Por otro lado, gran parte de nuestro trabajo analiza cómo Estados Unidos difiere históricamente de esos patrones.

“Ha habido progreso en países como Chile en las últimas décadas, desde el colapso de la dictadura. Podemos pensar en Costa Rica o en países como Bolivia en el sentido del ascenso de los pueblos indígenas. Pero otras partes de Latinoamérica han ido en la dirección opuesta. Pensemos en países como Venezuela o Argentina, que siguen patrones complicados, o Nicaragua y la consolidación de una autocracia en el país”.

Es un hecho que la democracia es un sistema bastante nuevo en América Latina, en Centroamérica solo desde la década de los 90 se ha logrado crear sistemas más democráticos. Uno de los problemas es que a las personas en América Latina les hicieron muchas promesas sobre la democracia, les prometieron que sus problemas se acabarían, y obviamente eso no era verdad. La democracia ha sido decepcionante en América Latina, la gente se desespera y busca otras soluciones. Es que toma tiempo crear instituciones democráticas que funcionen para cambiar la vida de la gente. Mire lo que está pasando en El Salvador con el presidente Nayib Bukele. Hay una razón que explica por qué la gente vota por él. Votan por él porque hay mucha inseguridad. Piense en el presidente Andrés Manuel López Obrador, son tiempos difíciles. Pero, por otro lado, se puede decir que hay una democracia genuina en México. Esa ha sido la decisión popular y debemos reconocer que toma tiempo para que la democracia funcione y cambie la vida de las personas. Colombia probablemente tuvo una de sus elecciones más democráticas cuando el presidente Gustavo Petro llegó al poder, pero no es fácil, hay muchos desafíos por delante.

“Usted publicó hace más de una década el aclamado libro “Por qué fracasan las naciones”. ¿Qué ha cambiado en los últimos años desde que hicieron ese análisis? Veo el mundo de la misma manera. Sin embargo, en el prólogo del libro hablábamos de la “Primavera Árabe” y su potencial para crear más inclusión en el Medio Oriente. Pero hemos visto que eso fracasó completamente. Ese es un ejemplo interesante de lo difícil que es cambiar el mundo hacia la creación de instituciones más inclusivas”.

James A. Robinson, propone “construir instituciones políticas y económicas más inclusivas. Ese es el problema en América Latina, en África Subsahariana, en Estados Unidos, y en muchos otros lugares. Aún hay muchos elementos de lo que llamamos instituciones extractivas, en vez de instituciones inclusivas. En Estados Unidos persisten altos niveles de pobreza, un gran aumento en la desigualdad y una disminución en la movilidad social. Yo vivo en Chicago y eso se ve todos los días”.

A pregunta expresa a dos de los galardonados con el Nobel de Economía: ¿Hay una receta para salir del subdesarrollo? Daron Acemoğlu, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y James A. Robinson, profesor de la Universidad de Harvard, intentaron dar respuesta a esta pregunta alejándose de la extendida tesis que apunta a factores culturales, geográficos, o educativos como origen de la brecha entre ricos y pobres. Tras analizar grandes bases de datos estadísticos e históricos, el libro propone que la causa de las diferencias en el bienestar de los ciudadanos empezaba antes. La brecha comienza en la formación de las instituciones, que en cada país sucedió en un momento distinto y determinaron la senda del desarrollo de cada sociedad. Ahora, en su nueva obra "El pasillo estrecho", los autores acuden de nuevo a los datos y la historia para responder por qué algunos países logran conquistar la libertad y la democracia, mientras otros viven (o caen) en tiranías o autocracias.

Está bastante claro que, por supuesto, la independencia de España fue un paso importante, pero no cambió mucho las cosas. En algunos lugares, incluso las empeoró cuando fueron las élites locales las que se convirtieron en los nuevos amos explotadores. Esa situación ha durado dos siglos. No de una manera estatista e inmutable. No es que las mismas personas que dirigen México hoy se parezcan a las que lo hicieron en 1820. Se han formado nuevos negocios y han aparecido nuevos líderes, pero el sistema político ha seguido siendo ampliamente extractivo y corrupto.

América Latina es desigual debido a su historia. Es una sociedad creada por un pequeño grupo de élites coloniales para explotar a la gran mayoría de las personas. Hay que luchar contra ese legado histórico para construir la igualdad, para construir la justicia, para construir la libertad. Lo que señalan en "El pasillo estrecho" es que “para que haya libertad se necesita tanto el Estado como la sociedad. Ambos elementos”.

El Estado es una parte muy importante en proporcionar servicios públicos, ayudar a los desfavorecidos o en resolver conflictos. Pero luego tenemos que mantener al Estado y sus élites bajo control. Y eso es parte del desafío.


Los ganadores del Nobel de Economía y sus contribuciones sobre la desigualdad y la prosperidad


James A. Robinson, Daron Acemoglu y Simon Johnson, son los economistas que ganaron el pasado lunes 14 de octubre de 2024 el premio Nobel de Economía por sus estudios empíricos y teóricos que exploran las diferencias en la prosperidad de las naciones y su análisis sobre la desigualdad. Junto a Daron Acemoglu, Robinson ha publicado aclamados libros como “Orígenes económicos de la dictadura y la democracia”, “Por qué fracasan las naciones: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”, y “El corredor angosto: Estados, sociedad y el destino de la libertad”. Agradezco a la MC Elena Ávila Zúñiga, directora de TVUJED, el envío por correo electrónico del texto citado: “Por qué fracasan las naciones: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”.

Robinson conversó con BBC News Mundo sobre América Latina y los desafíos que enfrenta la región, entre otras cosas señaló: “La mayor parte nuestro trabajo ha estado enfocado en tratar de entender la desigualdad, en intentar entender por qué el mundo está dividido entre países que son prósperos y otros que son pobres. Nos hemos preguntado cómo surgió históricamente esta diferencia y cómo se ha mantenido pese a las enormes consecuencias en el bienestar humano. Ese ha sido el tema principal de nuestras investigaciones durante los últimos 30 años. Específicamente hemos tratado de entender cómo las instituciones establecen las reglas que en diferentes sociedades influyen en la prosperidad y la pobreza.

“Hemos visto enormes mejoras en los niveles de pobreza en algunas partes del mundo, como por ejemplo China, pero no ha sido así en otras regiones como África Subsahariana y América Latina. Y en países como Estados Unidos, vemos amenazas a la inclusión social y la prosperidad. Aún hay enormes desafíos para crear sociedades más inclusivas, prósperas y democráticas en el mundo.

“Nuestra investigación muestra que la pobreza y la desigualdad en América Latina están profundamente arraigadas en el colonialismo, la explotación de los indígenas y la existencia de la esclavitud. Esas desigualdades se autorreproducen de muchas maneras en la actualidad. Latinoamérica tiene grandes problemas de inclusión, marginalización, explotación. Por eso es pobre y aún sigue tratando de encontrar una salida. Por otro lado, gran parte de nuestro trabajo analiza cómo Estados Unidos difiere históricamente de esos patrones.

“Ha habido progreso en países como Chile en las últimas décadas, desde el colapso de la dictadura. Podemos pensar en Costa Rica o en países como Bolivia en el sentido del ascenso de los pueblos indígenas. Pero otras partes de Latinoamérica han ido en la dirección opuesta. Pensemos en países como Venezuela o Argentina, que siguen patrones complicados, o Nicaragua y la consolidación de una autocracia en el país”.

Es un hecho que la democracia es un sistema bastante nuevo en América Latina, en Centroamérica solo desde la década de los 90 se ha logrado crear sistemas más democráticos. Uno de los problemas es que a las personas en América Latina les hicieron muchas promesas sobre la democracia, les prometieron que sus problemas se acabarían, y obviamente eso no era verdad. La democracia ha sido decepcionante en América Latina, la gente se desespera y busca otras soluciones. Es que toma tiempo crear instituciones democráticas que funcionen para cambiar la vida de la gente. Mire lo que está pasando en El Salvador con el presidente Nayib Bukele. Hay una razón que explica por qué la gente vota por él. Votan por él porque hay mucha inseguridad. Piense en el presidente Andrés Manuel López Obrador, son tiempos difíciles. Pero, por otro lado, se puede decir que hay una democracia genuina en México. Esa ha sido la decisión popular y debemos reconocer que toma tiempo para que la democracia funcione y cambie la vida de las personas. Colombia probablemente tuvo una de sus elecciones más democráticas cuando el presidente Gustavo Petro llegó al poder, pero no es fácil, hay muchos desafíos por delante.

“Usted publicó hace más de una década el aclamado libro “Por qué fracasan las naciones”. ¿Qué ha cambiado en los últimos años desde que hicieron ese análisis? Veo el mundo de la misma manera. Sin embargo, en el prólogo del libro hablábamos de la “Primavera Árabe” y su potencial para crear más inclusión en el Medio Oriente. Pero hemos visto que eso fracasó completamente. Ese es un ejemplo interesante de lo difícil que es cambiar el mundo hacia la creación de instituciones más inclusivas”.

James A. Robinson, propone “construir instituciones políticas y económicas más inclusivas. Ese es el problema en América Latina, en África Subsahariana, en Estados Unidos, y en muchos otros lugares. Aún hay muchos elementos de lo que llamamos instituciones extractivas, en vez de instituciones inclusivas. En Estados Unidos persisten altos niveles de pobreza, un gran aumento en la desigualdad y una disminución en la movilidad social. Yo vivo en Chicago y eso se ve todos los días”.

A pregunta expresa a dos de los galardonados con el Nobel de Economía: ¿Hay una receta para salir del subdesarrollo? Daron Acemoğlu, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y James A. Robinson, profesor de la Universidad de Harvard, intentaron dar respuesta a esta pregunta alejándose de la extendida tesis que apunta a factores culturales, geográficos, o educativos como origen de la brecha entre ricos y pobres. Tras analizar grandes bases de datos estadísticos e históricos, el libro propone que la causa de las diferencias en el bienestar de los ciudadanos empezaba antes. La brecha comienza en la formación de las instituciones, que en cada país sucedió en un momento distinto y determinaron la senda del desarrollo de cada sociedad. Ahora, en su nueva obra "El pasillo estrecho", los autores acuden de nuevo a los datos y la historia para responder por qué algunos países logran conquistar la libertad y la democracia, mientras otros viven (o caen) en tiranías o autocracias.

Está bastante claro que, por supuesto, la independencia de España fue un paso importante, pero no cambió mucho las cosas. En algunos lugares, incluso las empeoró cuando fueron las élites locales las que se convirtieron en los nuevos amos explotadores. Esa situación ha durado dos siglos. No de una manera estatista e inmutable. No es que las mismas personas que dirigen México hoy se parezcan a las que lo hicieron en 1820. Se han formado nuevos negocios y han aparecido nuevos líderes, pero el sistema político ha seguido siendo ampliamente extractivo y corrupto.

América Latina es desigual debido a su historia. Es una sociedad creada por un pequeño grupo de élites coloniales para explotar a la gran mayoría de las personas. Hay que luchar contra ese legado histórico para construir la igualdad, para construir la justicia, para construir la libertad. Lo que señalan en "El pasillo estrecho" es que “para que haya libertad se necesita tanto el Estado como la sociedad. Ambos elementos”.

El Estado es una parte muy importante en proporcionar servicios públicos, ayudar a los desfavorecidos o en resolver conflictos. Pero luego tenemos que mantener al Estado y sus élites bajo control. Y eso es parte del desafío.


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