/ lunes 5 de agosto de 2024

Giro de tuerca en EU

La turbulencia de los demagogos derriba los gobiernos democráticos

-Aristóteles


Sonaba ya desde hacía varias semanas en los enclaves del Partido Demócrata de Estados Unidos la necesidad de que el presidente Joe Biden se hiciera a un costado de cara a la elección de fin de año en la que estará en juego el destino de la Casa Blanca durante el próximo cuatrienio. El discurso sobre la avanzada edad de Biden (81 años) había causado estragos en la imagen del experimentado político, lo cual, aunado a la serie de claroscuros que han caracterizado a su gestión al frente de la mayor potencia del mundo, no era sino una bomba de tiempo para el regreso triunfal del trumpismo, tal y como lo constataban las encuestas más serias.

Pero quizá lo que puso más el dedo en la llaga fue el desafortunado desenvolvimiento de Biden en el debate del 27 de junio contra Donald Trump, así como una serie de apariciones públicas en las que se le muestra desorientado y olvidadizo, confundiendo algunos nombres y lugares. Por todo lo anterior, los demócratas llevaron a cabo una operación política con la finalidad de convencer al todavía primer mandatario estadounidense de que lo mejor para todos sería que dejara de lado su intención de reelegirse para un segundo mandato.

Reacio al principio, Biden finalmente accedió a apartarse, haciéndolo justo en el momento adecuado: prácticamente a un mes de la Convención Nacional Demócrata, en la que muy seguramente se ungirá a la vicepresidenta Kamala Harris como la abanderada del partido gobernante norteamericano -lo cual también requiere un análisis posterior con mayor grado de detalle, pues tras ciertas reticencias de poderosas figuras demócratas, al día de hoy ya ha sido apoyada públicamente incluso por el ex presidente Barack Obama, lo cual no es poco decir-.

Lo que muchos veían como el inevitable regreso de Trump al poder, con todo lo que ello implica para la ultraderecha mundial, ahora se pone en entredicho y en suspenso, pues como lo demuestran diversos ejercicios demoscópicos, el magnate supera a Harris tan sólo por un punto; incluso, algunos de esos ejercicios ya muestran a la vicepresidenta con una ligera ventaja entre los potenciales votantes. Habrá que estar al pendiente de lo que pase de aquí a noviembre, pero tras una difícil decisión tomada por Joe Biden, los demócratas no están dispuestos a permitir tan fácilmente la reinstalación del trumpismo en Washington.

Veremos ahora cómo el tema de la edad entre aspirantes presidenciales se trasladará de un lugar a otra, pasándole factura a un Donald Trump que, con 78 años, no es precisamente un candidato joven. Harris, en cambio, no llega aún ni a los 60 años, con la gran posibilidad de ser la primera presidenta de Estados Unidos, representando a minorías como las personas afroamericanas y a las de ascendencia asiática.

Así como hay una fuerte resistencia al regreso de Trump, hay igualmente un sector del electorado que por ningún motivo votaría por él, el cual, sin embargo, no se sentía particularmente entusiasmado con la nueva candidatura de Biden. Harris representa una nueva esperanza para dicho sector, así como para los indecisos, que serán los que finalmente resuelvan la contienda para uno o para otro lado.

En definitiva, los acontecimientos de los últimos días manifiestan un giro de tuerca en la política estadounidense y un posible cambio generacional. Hay mucho todavía por definir, pero si la brecha se estaba abriendo cada vez más a favor de los republicanos -también tomando en cuenta el intento de magnicidio contra Trump-, la declinación de Biden cierra una batalla electoral que se antoja desde ya compleja y reñida.


La turbulencia de los demagogos derriba los gobiernos democráticos

-Aristóteles


Sonaba ya desde hacía varias semanas en los enclaves del Partido Demócrata de Estados Unidos la necesidad de que el presidente Joe Biden se hiciera a un costado de cara a la elección de fin de año en la que estará en juego el destino de la Casa Blanca durante el próximo cuatrienio. El discurso sobre la avanzada edad de Biden (81 años) había causado estragos en la imagen del experimentado político, lo cual, aunado a la serie de claroscuros que han caracterizado a su gestión al frente de la mayor potencia del mundo, no era sino una bomba de tiempo para el regreso triunfal del trumpismo, tal y como lo constataban las encuestas más serias.

Pero quizá lo que puso más el dedo en la llaga fue el desafortunado desenvolvimiento de Biden en el debate del 27 de junio contra Donald Trump, así como una serie de apariciones públicas en las que se le muestra desorientado y olvidadizo, confundiendo algunos nombres y lugares. Por todo lo anterior, los demócratas llevaron a cabo una operación política con la finalidad de convencer al todavía primer mandatario estadounidense de que lo mejor para todos sería que dejara de lado su intención de reelegirse para un segundo mandato.

Reacio al principio, Biden finalmente accedió a apartarse, haciéndolo justo en el momento adecuado: prácticamente a un mes de la Convención Nacional Demócrata, en la que muy seguramente se ungirá a la vicepresidenta Kamala Harris como la abanderada del partido gobernante norteamericano -lo cual también requiere un análisis posterior con mayor grado de detalle, pues tras ciertas reticencias de poderosas figuras demócratas, al día de hoy ya ha sido apoyada públicamente incluso por el ex presidente Barack Obama, lo cual no es poco decir-.

Lo que muchos veían como el inevitable regreso de Trump al poder, con todo lo que ello implica para la ultraderecha mundial, ahora se pone en entredicho y en suspenso, pues como lo demuestran diversos ejercicios demoscópicos, el magnate supera a Harris tan sólo por un punto; incluso, algunos de esos ejercicios ya muestran a la vicepresidenta con una ligera ventaja entre los potenciales votantes. Habrá que estar al pendiente de lo que pase de aquí a noviembre, pero tras una difícil decisión tomada por Joe Biden, los demócratas no están dispuestos a permitir tan fácilmente la reinstalación del trumpismo en Washington.

Veremos ahora cómo el tema de la edad entre aspirantes presidenciales se trasladará de un lugar a otra, pasándole factura a un Donald Trump que, con 78 años, no es precisamente un candidato joven. Harris, en cambio, no llega aún ni a los 60 años, con la gran posibilidad de ser la primera presidenta de Estados Unidos, representando a minorías como las personas afroamericanas y a las de ascendencia asiática.

Así como hay una fuerte resistencia al regreso de Trump, hay igualmente un sector del electorado que por ningún motivo votaría por él, el cual, sin embargo, no se sentía particularmente entusiasmado con la nueva candidatura de Biden. Harris representa una nueva esperanza para dicho sector, así como para los indecisos, que serán los que finalmente resuelvan la contienda para uno o para otro lado.

En definitiva, los acontecimientos de los últimos días manifiestan un giro de tuerca en la política estadounidense y un posible cambio generacional. Hay mucho todavía por definir, pero si la brecha se estaba abriendo cada vez más a favor de los republicanos -también tomando en cuenta el intento de magnicidio contra Trump-, la declinación de Biden cierra una batalla electoral que se antoja desde ya compleja y reñida.