Gobernadores se van, gobernadores llegan y todos están cortados con la misma tijera: no se ha podido respetar por muchas razones, la autonomía de nuestra máxima casa de estudios por el gobernador en turno. Sin dejar de mencionar, que desde hace muchos años el PRI ha convertido a la UJED, en una escuela de cuadros, pero esa es, otra historia.
Para entender un poco lo que hoy esta sucediendo en nuestra alma mater, por ironías de la vida, fue un egresado del Instituto Politécnico Nacional Héctor Mayagoitía Domínguez, quien vino a destrabar el conflicto de la autonomía. En aquel entonces, ¡por increíble que parezca! Existía la figura legal en la ley orgánica para que el gobernador nombrara al rector. El consejo universitario respaldado por dicha ley, le mandó a Mayagoitía una terna para suceder en la rectoría a Carlos Galindo Martínez.
Mayagoitía Domínguez, no tenía la intensión de nombrar al rector de la UJED. En aquellos días el hoy magistrado Juan Ángel Chávez, cercano al gobernador le pidió su opinión para no intervenir en la universidad. Juan Ángel Chávez le contestó, es muy sencillo: “haga una reforma legal para reformar el artículo 28 de la ley orgánica de la universidad, para que sean los propios universitarios quienes elijan a su rector”. La voluntad democrática que tuvo Mayagoitía, en nuestros días resulta una utopía. ¿Por qué? A partir de ese momento histórico, todos los gobernadores “haiga sido como haiga sido” han utilizado su poder, para nombrar al rector de la UJED.
Pero como dice el refrán: tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe. A la sociedad duranguense ya nada le sorprende, pero eso no significa que se chupa el dedo. Se puede decir que los gobernadores hasta José Rosas Aispuro, metieron las manos a la hora de elegir al rector. Algunos guardaron las formas y otros, le dieron golpe de Estado a la autonomía. Pero en este momento, nuestra máxima casa de estudios, vive momentos nunca antes vistos para elegir a la próxima rectora o rector. Hoy más que nunca, el gobierno del Estado pretende de una manera cínica y burda, imponer al cirujano dentista Ramón García cuyo mérito es, ser amigo de quien despacha en el Bicentenario. Toda la sociedad sabe, que ni siquiera reúne los mínimos requisitos académicos para aspirar a la rectoría.
En las manos de Nadia Mejía, Manuel Murillo, Rafael Mier y José Ramón Duarte, está la responsabilidad para impedir que un capricho del poder, tome por asalto a nuestra universidad. En las manos de maestros, trabajadores y estudiantes, está impedir que un amigo del primer circulo del poder sea nombrado rector. Sabemos que hay intereses al interior y al exterior de la UJED. Pero si los que hoy pretenden y aspiran a la rectoría se ponen de acuerdo, tienen la capacidad, la dignidad y la inteligencia para privilegiar a su alma mater, nadie por poderoso que sea, les impondrá a Ramón García. Parafraseando al clásico: ¡más vale ser un universitario de pie, que rector de rodillas!