La declinación a la candidatura presidencial de EUA por parte de Biden es consecuencia de su evidente incapacidad mental. Aunque el declinante no sustentó su decisión en esa causa, la serie de acontecimientos registrados públicamente así lo confirman.
Hurgando en sitios médicos de la web, entiendo que incapacidad mental es una limitación psicosocial que producen en las personas algunas enfermedades de la mente para desempeñar ciertas actividades porque no tienen plena conciencia de lo que hacen.
En el espectro del Derecho encontramos la institución de la incapacidad legal, figura jurídica que inhabilita a esas personas para desempeñar cargos o funciones. Debe destacarse que el objetivo de la institución es proteger no solo al enfermo, sino también a terceras personas que pueden ser afectadas por el accionar de quien tiene el padecimiento.
El hecho cobra especial relevancia cuando hablamos de funciones de Estado, mire, su despliegue lleva implícito el ejercicio de un poder, y no de cualquiera, es nada menos que el poder del Estado, atributo que le confiere a quien lo ejerce superioridad y fuerza legitimas a través de los diferentes órganos e instituciones del propio Estado.
Lo anterior nos hace pensar en la necesidad de encontrar mecanismos que determinen si un funcionario o aspirante a funcionario es incapaz para ejercer el poder.
¿Se imagina a un jefe de Estado que tiene a su disposición a las fuerzas armadas, a la policía, el gasto público y la posibilidad de hacer o reformar leyes, con trastornos de personalidad, como narcisismo, obsesivo-compulsivo, bipolaridad, paranoia o de límite?
Los especialistas en la materia advierten que el cambio radical de la personalidad, las costumbres y los hábitos son señales de alarma para detectar posibles trastornos mentales, así que si en el pasado usted vio a un personaje austero y demócrata que ahora vive en un palacio y que quiere todo el poder, bien podría ser una señal de alarma.