Internacionalista y analista política
La incursión ucraniana en la ciudad de Kursk se ha posicionado como un parteaguas en la crisis geopolítica. En medio del intradebate de Occidente sobre el futuro de Ucrania, así como las ganancias para el bloque, las tropas de Kiev voltearon las apuestas de la comunidad internacional para las futuras negociaciones. El 6 de agosto, Rusia pasó de rechazar las advertencias de las autoridades internacionales a pedir el apoyo de las mismas, así como de actores, para “respetar su soberanía”. Los informes de guerra ucranianos indican que sus efectivos controlan aproximadamente 1,150 km2, obligando a Moscú a transferir elementos del Donbas hacia este nuevo frente, lo cual alivia el panorama aéreo y terrestre en esa región. El giro en el desarrollo del conflicto, siendo una ofensiva exitosa, toma de ciudades rusas, evacuación de la población, al igual que el gradual avance replantea las previsiones del rol ucraniano el nuevo internacionalismo.
Por un lado, el repentino ingreso de Ucrania en Rusia expone las lagunas en las estrategias de guerra por parte del Kremlin. Lo que resulta en un golpe a la aprobación del Presdente Vladimir Putin entre su población ante la revelación de la capacidad que tiene el país para continuar con el enfrentamiento. Aunque existe una brecha en la narrativa sobre las ganancias, así como pérdidas de ambos frentes, entre medios occidentales y rusos, la permanencia de efectivos ucranianos en Kursk desmiente el discurso del oficialismo acerca del éxito de su operación para recuperar su “patrimonio”. Las bajas de elementos militares, la destrucción de infraestructura estratégica, como vías férreas y refinerías, al igual que el aumento de la inflación ponen en duda el propósito de la invasión del territorio ucraniano en 2022. Lo cual aumenta el riesgo de que el Gobierno ruso tenga que hacer concesiones importantes a Kiev a la hora de negociar. De ahí que el mandatario llame a la comunidad internacional para frenar la ofensiva.
Por otro lado, la ganancia de territorio ruso por parte de las tropas ucranianas cambia la dinámica de la participación indirecta de los actores internacionales. El avance de los soldados de Ucrania ha sido constante y han alcanzado un tamaño significante en proporción al tiempo que llevan de iniciar la ofensiva. En menos de 15 días éstos han logrado hacerse de los ya mencionados 1,150 km2, más de lo que Rusia ha obtenido en los últimos tres meses. Tal resulta en un cambio de apuestas de las potencias respecto a Kiev en el curso de la reconfiguración geopolítica. Esto debido a que (1) se le devuelve la moral a los soldados en el campo de batalla lo cual habilita mayores logros militares, así como (2) se recupera la credibilidad del país, como de su propio Presidente Volodímir Zelensky, para asegurar el apoyo de Occidente. Por lo que, este movimiento por parte de los efectivos ucranianos fue clave en medio del tambaleo del interés internacional para continuar protegiendo la nación exsoviética.
No obstante, es válido mencionar que el logro que ha tenido Ucrania sobre Rusia no es uno permanente. Conforme avanzan los días, los riesgos militares de la ofensiva se comienzan a acrecentar. Esto debido a que se está haciendo uso de su reserva de efectivos, asi como equipamiento, militares lo que compromete operaciones de larga escala para el próximo año. Si bien el personal ucraniano ha tenido un desempeño eficiente, el agotamiento de recursos y, con ello, el desaceleración de combate puede resultar en el fortalecimiento de operaciones rusas en otros lugares. Lo cual disminuye el peso de Kiev a la hora de negociar pues el territorio ocupado no será suficiente para lograr las concesiones que se buscan obtener en la región del Donbas. De ahí que esta incursión dependa de los mayores ataques estratégicos que se puedan hacer en el menor tiempo, no sólo por la capacidad militar mencionada, sino por factores externos como las elecciones de Estados Unidos.
Mientras tanto, la tensión dentro del escenario político se acrecienta, no sólo en los países directamente involucrados en la guerra, sino de sus socios también. El cambio repentino en las previsiones sobre el futuro de Ucrania moldean en buena medida los planes de política exterior de las potencias por los menos en los meses cercanos. Con una nueva dinámica en el conflicto, Occidente vuelve a probar la fortaleza que tiene cuando hay cohesión dentro del bloque, al mismo tiempo que disuade a otros frentes de agravar el conflicto. Aunque no erradica la posibilidad, sí neutraliza la incertidumbre respecto a los planes militares de las contrapartes en el corto plazo. Ahora bien, de que se continúe con esta tendencia a favor de Ucrania, resulte ganador el financiamiento hacia este país en noviembre y la credibilidad del Presidente Putin decaiga, la reconfiguración geopolítica traerá ventajas para Occidente en el marco de la formación de un sistema internacional multipolar.