Al interior de Morena todo marchaba bien luego del Congreso Nacional que sostuvieron en el 2022, donde se determinó la extensión en el periodo como dirigentes de Mario Delgado y Citlalli Hernández hasta octubre del 2024, y no en agosto del presente, hasta que un proyecto de la magistrada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Janine Otálora, se dio a conocer a mediados de la semana pasada, donde de aprobarse, ambos líderes estarían en la “cuerda floja”.
De acuerdo al proyecto de la magistrada, se considera inconstitucional esta ampliación del periodo del presidente y secretaria general de Morena a nivel nacional, lo que desde luego traería varios movimientos al interior de este instituto político, pues de entrada estaría marcándoles una agenda en paralelo del proceso electoral que se vive este año en el estado de México y en Coahuila, pues justo a unos días del arranque de las campañas, Mario Delgado y Citlalli Hernández deberán trabajar en la parte legal que elimine dicho proyecto, y enfocarse en ganar las elecciones, pues de no ser así sin duda sería un distractor importante en la toma de decisiones.
Pero más allá de la elección de este año, me parece que lo verdaderamente delicado es lo que podría venirse de cara al 2024, con la renovación del Poder Ejecutivo a nivel nacional, porque de haber nueva dirigencia que entrara en agosto, los tiempos para el proceso de selección del abanderado morenista estarían muy justos, principalmente pensando en que el método de selección es la encuesta, y Mario Delgado estaría limitado en concluir un proceso del que a pesar de las dudas que pueda generar, respecto a su eficacia y credibilidad, no tendría la “sartén por el mango” a la hora de la determinación, vamos, dejaría “a medias” el trabajo que le encomendaron desde Palacio Nacional.
Lo cierto es que pensando en que haya democracia a la hora de la selección, creo que con un cambio en la dirigencia nacional de Morena los principales beneficiados sería dos de las cuatro “corcholatas” que buscan la candidatura, me refiero a Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, pues ambos han insistido públicamente que Mario Delgado atienda las recomendaciones que han hecho para que sea un proceso transparente, pues hablando específicamente del canciller mexicano, ha hecho hincapié en que las casas encuestadoras, por ejemplo, sean propuestas de los aspirantes, y no se determinen de forma unilateral por el todavía presidente de este instituto político.
De aprobarse el proyecto en el TEFPJF, y Mario y Citlalli deban salir, creo que habrá altas posibilidades de que con la llegada de una nueva dirigencia haya “piso parejo” como lo ha pedido Ebrard Casaubón, que es quien ha insistido en eso y también en que los aspirantes dejen sus cargos para ir al proceso de encuestas en las mismas condiciones. Los nuevos dirigentes no cargarían con la posible animadversión que ya traen Delgado y Hernández, un desgaste normal al estar por concluir su periodo para el que fueron electos.
Por su parte, Mario Delgado desde luego que ha criticado el proyecto de la ministra, pues argumenta que los partidos políticos deben regirse a sí mismos, y que se debe respetar el proceso por el que se aprobó la extensión de su dirigencia, pues no se trata, dijo, de una reelección, sino sólo de una ampliación hasta octubre del 2024, desde luego pensando en que desde Palacio Nacional lo ven como el “operador” en cuanto a la decisión del abanderado a la presidencia, y de irse, posiblemente los “planes” deberán ser modificados midiendo en que el objetivo no cambie.
En los próximos días conoceremos si el proyecto se aprueba o se rechaza en el TEPJF, pero lo que es una realidad es que el solo hecho de anunciarse, ha puesto en “jaque” al dirigente Mario Delgado.