A propósito de la agresiva reforma al poder judicial que esta en marcha -la que abordaremos posteriormente- estimo pertinente analizar la importancia de la argumentación jurídica como elemento necesario para aplicar el derecho, siendo una actividad que solo puede desarrollar el Ser Humano a pesar de los avances de la tecnología que han llevado a desarrollar la Inteligencia Artificial (IA) con la pretensión de sustituir al juez en la tarea de aplicar la norma a casos concretos, mediante los algoritmos que utiliza la IA, siendo, desde mi punto de vista, una apuesta por demás endeble y arriesgada.
La necesidad de una adecuada argumentación de los jueces a la hora de dictar sentencias, ha transitado de la época en que la facultad de juzgar estaba limitada a la aplicación estricta del texto legal, sin embargo, para algunos casos de la vida real no había norma legislada que aplicar, ante lo cual el juez solo podía pedir al legislativo crear una nueva norma, derivado de ello se llega a la conclusión que el silogismo deductivo es insuficiente. Para llegar a decisiones razonables, justas y aceptables es necesaria la motivación y fundamentación requiriéndose de una autentica valoración del juzgador a fin de llegar a la mejor decisión.
Argumentar de manera clara y concisa implica la debida fundamentación de las resoluciones como garantía de una aplicación acertada de la norma al caso concreto. Los diversos medios de defensa con que cuenta el justiciable en instancias superiores obligan a los jueces a fundar y motivar de manera solida sus decisiones, para lo cual están obligados no solo a señalar de forma precisa el sustento legal, sino también redactar la sentencia con una narrativa de hechos clara y estructurada a fin de resistir las revisiones en el supuesto de que el actor acuda a las instancias revisoras. La motivación implica una narrativa de hechos descritos en forma racional, estructurada y sintética, haciendo uso de la lógica, la tópica, la dialéctica, la retorica, la erística a fin de darle sustento al fallo.
La argumentación es un proceso que requiere de valoraciones y toma de decisiones de manera constante, de ahí que conocer el orden normativo, apreciar objetivamente los hechos y elegir entre opciones es una encomienda compleja. El proceso de argumentar arranca en la actividad cerebral propiciando que haya una intención en cada paso de dicho proceso, y en virtud que los seres humanos decidimos de acuerdo a pautas de experiencia, entonces las decisiones tienen que ver mas con la voluntad que con la razón. Para llegar a decisiones correctas, sustentadas y motivadas para encontrar la verdad y la justicia en cada caso es indispensable el uso de la intuición para resolver de manera pertinente y adecuada.
Gran parte de las decisiones que tomamos se basan en lo que percibimos, siendo la intuición la que nos lleva a las mejores respuestas en los dilemas jurídicos específicos porque es a través de la voluntad humana como se puede llegar a la decisión mas justa y pertinente para la armonía social y la buena convivencia humana.
El surgimiento de la inteligencia artificial (IA) es un reto para todo el ámbito jurídico y de manera particular para la argumentación, porque sin duda se va a remodelar la realidad actual en múltiples aspectos. Habrá campos del conocimiento en los que esta nueva tecnología sustituya la actividad humana, siendo un desafío existencial de nuestro tiempo alinear la IA con el futuro de la humanidad. La IA puede resolver problemas complejos, automatizar procesos, vincular disciplinas, acumular grandes volúmenes de información, actuar con rapidez inusitada, incluso desarrollar potencialidades poco comunes para un humano, pero no puede razonar, percibir, ni resolver asuntos jurídicos en base a la intuición, ni acercarse al sentimiento de justicia y a otros valores que rigen el comportamiento humano. La Inteligencia Artificial llega a nuestra realidad, poderosa, con eficiencia algorítmica, pero no puede tener conciencia, esta lejana de igualar o de sustituir la intuición humana. La argumentación jurídica es una actividad exclusiva de los seres humanos porque su naturaleza va mas allá de las implicaciones sociales y económicas, tiene que ver con la ética, con los valores que han guiado nuestro devenir como especie. Un limite claro que debemos tener presente es que la argumentación jurídica es una actividad humana por naturaleza, los avances de la ciencia y la tecnología no pueden sustituir el razonamiento o el sentimiento de justicia que subyace en el interior y en la conducta de los seres humanos.