/ lunes 25 de septiembre de 2023

La salida de la directora de Educación Municipal

En el escenario de la grilla política, existen características personales que generan la salida de los funcionarios; cuando le quedan grande al jefe por sus manos largas y su cerebro chico que no da el ancho.

La razón del caso que nos ocupa, sólo la sabe quien tomó la decisión de que la Dirección de Educación Municipal, fuera desocupada, donde desafortunadamente dicha discreción no pudo evitar la mirada morbosa de los medios y el inquisitorio cuestionamiento del ¿por qué?

¿Revelar la verdad o preservar el silencio? ¿Recorrer la cortina o mantener oculto lo que esconde? Ese es el dilema que puso en aprietos al alcalde capitalino ante los reporteros, al referirse a la salida de la directora de Educación Municipal, que en dicho caso sus respuestas de agradecimiento a la señora, sembraron sólo dudas de sospecha.

De ahí que el presidente municipal en un acto de caballerosidad o de mera cortesía política, se saliera por la tangente, exhibiendo un gesto de harta generosidad, con el cual no pudo cubrir lo que en dicha dependencia ya no se podía ocultar.

Así que con la pena, pero al respecto la opinión pública jamás se va a tragar ese cuento que se narró a los medios de forma tan inocente. Simplemente porque al poder y al dinero por gusto nadie renuncia. Y en el caso que nos ocupa por supuesto que no sería la excepción, dados los perfiles hambrientos que por ahí han pasado, dejando grandes huellas de lo que aquí ventilo.

Las causas disque de las renuncias voluntarias, obedecen a tres razones: Ambición, avaricia y despotismo y de ahí se desprende todo un rosario de lindezas, de las que tal vez de alguna de ellas se valió el alcalde, para sustituir sin escándalos ni revanchismos, a quien de forma muy comedida agradeció y bendijo en los mejores términos.

En este caso donde la discreción imperó, era predecible que así ocurriera por los compromisos contraídos. Sin embargo, el sentido común nos ayuda a despejar las salidas aterciopeladas, las que sin ningún desperdicio aprovechan los despedidos, para regodearse en la transparencia y presumir que por su capacidad y talento, son indispensables en las organizaciones que los recomendaron y pese a eso, no se miden para hacerlas quedar mal.

Por eso, no es oficioso ni casual, que se desaten tormentas cuando las evasivas son la salida a las cuestiones. Con ello colocan su silencio en el centro del debate público, para bien de los amigos y para incomodidad de quienes exigen la verdad, la que por razones obvias no se externó, pero que por lo mismo se intuyen las irregularidades en las que incurren a los que sutilmente les alfombran la calle para ponerlos ahí de patitas.

El caso de los acontecimientos actuales, nos revela los avatares de una dependencia disfuncional, en el sentido de que nada aporta en lo sustantivo a la educación, salvo las dádivas que oferta a las escuelas y el ego que exhiben sus titulares, que algunos la asumen como un espacio de “por mientras” soñando más allá, pese a que la mayoría han sido docentes de bajo perfil y dudosa reputación.

De lo contrario les concederíamos el beneficio de la duda y en el caso particular que nos ocupa, creámosle que deja el cargo, porque ella es pieza clave en el manejo de los recursos del FORTE de la Sección 44, a la que considera su casa y que a ahora regresa a ella, porque la suerte que probó en la ajena, no le brindó las expectativas que a manos llenas esperaba.

Su despedida oficial fue presenciada por funcionarios de bajo nivel, donde su dejo y pésimo interés, no fueron conmovidos por la eficacia que la ex funcionaria presumió, como operadora política estrella de la Sección 44, donde a decir de ella, su retiro obedece a que su organización la requiere como parte fundamental de los cambios delegacionales y que seguramente no podrían llevarlos a cabo sin su pericia y venia.

Sin duda que por la parte despedida abundaron las explicaciones, que poco interesaron a la opinión pública, la que se quedó ayuna de las oficiales, que se da por hecho que le tuvieron temor a la crudeza de la transparencia y al escándalo de la verdad, porque posiblemente todavía le apuesten a los secretos necesarios y a la importancia de guardarlos.

En el escenario de la grilla política, existen características personales que generan la salida de los funcionarios; cuando le quedan grande al jefe por sus manos largas y su cerebro chico que no da el ancho.

La razón del caso que nos ocupa, sólo la sabe quien tomó la decisión de que la Dirección de Educación Municipal, fuera desocupada, donde desafortunadamente dicha discreción no pudo evitar la mirada morbosa de los medios y el inquisitorio cuestionamiento del ¿por qué?

¿Revelar la verdad o preservar el silencio? ¿Recorrer la cortina o mantener oculto lo que esconde? Ese es el dilema que puso en aprietos al alcalde capitalino ante los reporteros, al referirse a la salida de la directora de Educación Municipal, que en dicho caso sus respuestas de agradecimiento a la señora, sembraron sólo dudas de sospecha.

De ahí que el presidente municipal en un acto de caballerosidad o de mera cortesía política, se saliera por la tangente, exhibiendo un gesto de harta generosidad, con el cual no pudo cubrir lo que en dicha dependencia ya no se podía ocultar.

Así que con la pena, pero al respecto la opinión pública jamás se va a tragar ese cuento que se narró a los medios de forma tan inocente. Simplemente porque al poder y al dinero por gusto nadie renuncia. Y en el caso que nos ocupa por supuesto que no sería la excepción, dados los perfiles hambrientos que por ahí han pasado, dejando grandes huellas de lo que aquí ventilo.

Las causas disque de las renuncias voluntarias, obedecen a tres razones: Ambición, avaricia y despotismo y de ahí se desprende todo un rosario de lindezas, de las que tal vez de alguna de ellas se valió el alcalde, para sustituir sin escándalos ni revanchismos, a quien de forma muy comedida agradeció y bendijo en los mejores términos.

En este caso donde la discreción imperó, era predecible que así ocurriera por los compromisos contraídos. Sin embargo, el sentido común nos ayuda a despejar las salidas aterciopeladas, las que sin ningún desperdicio aprovechan los despedidos, para regodearse en la transparencia y presumir que por su capacidad y talento, son indispensables en las organizaciones que los recomendaron y pese a eso, no se miden para hacerlas quedar mal.

Por eso, no es oficioso ni casual, que se desaten tormentas cuando las evasivas son la salida a las cuestiones. Con ello colocan su silencio en el centro del debate público, para bien de los amigos y para incomodidad de quienes exigen la verdad, la que por razones obvias no se externó, pero que por lo mismo se intuyen las irregularidades en las que incurren a los que sutilmente les alfombran la calle para ponerlos ahí de patitas.

El caso de los acontecimientos actuales, nos revela los avatares de una dependencia disfuncional, en el sentido de que nada aporta en lo sustantivo a la educación, salvo las dádivas que oferta a las escuelas y el ego que exhiben sus titulares, que algunos la asumen como un espacio de “por mientras” soñando más allá, pese a que la mayoría han sido docentes de bajo perfil y dudosa reputación.

De lo contrario les concederíamos el beneficio de la duda y en el caso particular que nos ocupa, creámosle que deja el cargo, porque ella es pieza clave en el manejo de los recursos del FORTE de la Sección 44, a la que considera su casa y que a ahora regresa a ella, porque la suerte que probó en la ajena, no le brindó las expectativas que a manos llenas esperaba.

Su despedida oficial fue presenciada por funcionarios de bajo nivel, donde su dejo y pésimo interés, no fueron conmovidos por la eficacia que la ex funcionaria presumió, como operadora política estrella de la Sección 44, donde a decir de ella, su retiro obedece a que su organización la requiere como parte fundamental de los cambios delegacionales y que seguramente no podrían llevarlos a cabo sin su pericia y venia.

Sin duda que por la parte despedida abundaron las explicaciones, que poco interesaron a la opinión pública, la que se quedó ayuna de las oficiales, que se da por hecho que le tuvieron temor a la crudeza de la transparencia y al escándalo de la verdad, porque posiblemente todavía le apuesten a los secretos necesarios y a la importancia de guardarlos.