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Luego del contundente y difundido triunfo electoral que obtuvo el gobernador Enrique Peña Nieto (EPN) durante los comicios locales y federales del 2009, el mexiquense y su grupo consideraron que la candidatura presidencial en su favor ya estaba prácticamente asegurada y que la formalización de la misma ya sólo sería cuestión de tiempo, una vez que se terminara de convencer a los demás candidatos priistas que también pretendían acceder al cargo, tal y como eran los casos por ejemplo, de Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones.
Al respecto de este último personaje, el régimen priista y los neoliberales en general le debían mucho, ya que además de haber sido gobernador del estado de Sonora, también había sido el coordinador de la fracción priista, tanto en la Cámara de Diputados como la de Senadores y en ambas lugares jugó un importante papel en la imposición del modelo neoliberal en México, así como en el desafuero como jefe de Gobierno del Distrito Federal de Andrés Manuel López Obrador, en el mes de abril del 2005.
Igualmente, desde un poco antes de 2009 y gracias al apoyo de Carlos Salinas, el Grupo de los atlacomulcos y Televisa, EPN comenzó a ser considerado de facto como el líder de una nueva generación de políticos priistas de diferentes regiones del país y por lo consiguiente a ser invitado especial a diferentes actos políticos partidarios que se llevaron a cabo en diversos estados de la República. De esta manera, cuando el mexiquense asistía a alguno de estos eventos era considerado prácticamente como la figura central de los mismos y a quien por lo general siempre se le encargaba pronunciar el discurso principal con el que se cerraban los actos.
Concomitantemente a estas acciones, desde el 2007, EPN también se propuso crear una especie de red de gobernadores priistas proclives a él. Por eso, durante el año 2010 que tuvieron lugar varios procesos electorales en los estados, él apoyó las candidaturas de diversos priistas, entre los cuales se encontraban Javier Duarte de Veracruz, Roberto Borge de Quintana Roo, Cesar Duarte de Chihuahua, Humberto Moreira de Coahuila, Francisco Olvera de Hidalgo, Rodolfo Torres Cantú de Tamaulipas, Miguel Alonso Reyes de Zacatecas y Jorge Herrera Caldera de Durango. Asimismo, también se la unieron Ivonne Ortega de Yucatán, Rodrigo Medina de Nuevo León, etcétera. Por cierto, varios de éstos, distinguidos personajes del peñismo han sido encarcelados, acusados de diversos ilícitos. Otros andan a salto de mata y unos más aún permanecen en la total impunidad.
Por eso tiene mucha razón Jenaro Villamil cuando señala que: “Peña Nieto y el cártel de Atlacomulco no llegaron solos a Los Pinos (sino acompañado por) una nueva y ambiciosa generación de políticos jóvenes, expertos en triangulación de fondos públicos para la operación electoral, vinculados a los pactos criminales con los cárteles, adictos al marketing televisivo y clientes generosos de Televisa y otros medios masivos; llegaron al poder para ‘refundar’ la república del robo a través de Enrique Peña Nieto, el más adelantado y carismático de todos ellos.”
Por otra parte y con la finalidad de buscar y afianzar aún más la anhelada popularidad con vías a lograr la candidatura y después la Presidencia de la República en el 2012, el 27 de noviembre del 2010, EPN terminó uniéndose en matrimonio con Angélica Rivera, la señora de la farándula que había venido directamente desde Televisa. Sin embargo, este matrimonio, que sin duda alguna no tuvo nada de casual ni tampoco fue el resultado de un eventual enamoramiento de la pareja, sino posiblemente una parte más del contrato previamente establecido entre Televisa y Peña Nieto, en lo sucesivo vino a ser de mucha utilidad para el proyecto de mercadotécnica o promoción política del mexiquense, máxime que entre los futuros votantes seguramente habría una parte muy considerable que veía las telenovelas de este importante medio electrónico.
Finalmente, el día 17 de noviembre del 2011 EPN fue formalmente “destapado” como el candidato oficial del PRI a la Presidencia de la República. Ya como candidato, una de sus primeras y más difundidas acciones fue la presentación en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, de su programa de trabajo --(que para entonces ya circulaba como libro)--, misma que se realizó a finales de noviembre y principios de diciembre del 2011 y en donde quedó ampliamente evidenciado que en toda la vida del candidato, nunca había leído un solo libro completo, más que una pequeña parte de la Biblia. Igualmente, en esa misma ocasión, EPN dijo que la novela La silla del águila era de la autoría de Enrique Krauze. Por eso, cuando el reconocido escritor mexicano Carlos Fuentes, --(verdadero autor de la obra)--, supo lo dicho por el priista, palabras más, palabras menos, dijo lo siguiente: Aunque Enrique Peña Nieto tiene todo el derecho a no leerme, a lo que sí no tenía derecho es a querer ser presidente de México.
De esta forma, el autor de La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz y Las buenas conciencias, ya presentía lo que pasaría con el país con un mandatario como Peña Nieto que nunca había leído ni un solo libro, pese a tener título de abogado y una maestría en finanzas públicas, cursadas respectivamente, en la “Universidad” Panamericana y en el pomposo Tec de Monterrey. ¿Qué les enseñarán en estas escuelas? Por desgracia, Carlos Fuentes no se equivocó, aunque ya no vivió para verlo puesto que murió a los pocos meses.
Pero no obstante éstas y muchas otras críticas a la ignorancia del mexiquense que “gobernó” a más de 120 millones de mexicanos, ni a los atlacomulcos, ni al PRI, ni a Carlos Salinas, ni a Televisa les importó esa situación y, por eso mismo, siguieron manteniendo la candidatura presidencial del mexiquense.
Simultáneamente al apoyo recibido de los principales medios electrónicos del país encabezados por Televisa, tanto en la precampaña como en la campaña en sí, EPN también hizo amplio uso de las encuestas como medio de propagandización política, máxime que absolutamente todas ellas lo ubicaban como el eminente ganador de la contienda, con un considerable número de puntos mucho muy arriba de los que entonces registraban el segundo y tercer lugar, representados, respectivamente, por Josefina Vázquez Mota (JVM) y Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
En efecto, para una buena parte de las casas encuestadoras, el número muy significativo de puntos del priista se observó con mucha mayor nitidez, durante el mes de marzo del 2012 cuando arrancaron formalmente las campañas electorales. Así, por ejemplo, para la encuestadora Parametría, EPN tenía 48 puntos, 31 la panista y 19 AMLO; mientras que para Buendía, otra encuestadora, cuyos resultados eran publicados en el diario El Universal, al priista también se le otorgaban la misma cantidad de puntos, 32 a la panista y 20 al perredista. En tanto que la empresa BGC, cuyas encuestas se publicaban en el periódico Excélsior, le otorgaba 47 puntos a EPN, 29 a Vázquez Mota y el 23 a AMLO.
En síntesis, todo estaba perfectamente calculado para que la opinión pública nacional e internacional no se sintiera sorprendida cuando el Golden Boy de Atlacomulco, la noche del 1 de julio del 2012 triunfara arrolladoramente con cerca del 50% de la votación nacional.
Empero, hasta ese momento nadie se imaginaba que durante la mañana del 11 de mayo, en la Universidad Iberoamericana (UIA) de la Ciudad de México, --(institución de educación superior privada fundada por la orden religiosa de Los Jesuitas)--, la suerte de EPN iba a cambiar radicalmente, luego de que los estudiantes de esa institución educativa lo increparon y expulsaron de su plantel, una vez que escucharon de su propia boca la respuesta a la pregunta de un estudiante, en el sentido de ¿por qué en mayo del 2006 había ordenado la represión en contra del pueblo de San Salvador Atenco? a la que Peña Nieto, textualmente contestó: “Fue una acción determinada personalmente para restablecer el orden y la paz, en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de hacer uso de la fuerza pública (…)”.
La respuesta del priista indignó mucho a los estudiantes quienes de inmediato exhibieron pancartas con leyendas de protesta al tiempo que también empezaron a perseguirlo y gritarle: “Fuera Peña”, “Cobarde”, “Asesino”, “Corrupto”, “Títere de Salinas”, “Títere de Televisa”, etcétera. Igualmente, le lanzaron zapatazos y otro tipo de objetos.
Finalmente, el priista logró refugiarse en uno de los baños de la UIA hasta que un grupo de directivos del plantel lograron sacarlo con el rostro desencajado de miedo. Mientras que el PRI y la mayor parte de los medios decían que la expulsión de Peña Nieto y su equipo había sido obra de porros y miembros del PRD que apoyaban a AMLO, más no de estudiantes de esa institución.
Para contrarrestar la campaña difamatoria en contra de los estudiantes de la UIA, 131 alumnos, con credencial en mano, que habían estado dentro del auditorio y que se manifestaron en contra de EPN demostraron que sí eran estudiantes de la misma. Fue así como nació el movimiento #YoSoy132 que tuvo entre otros, los siguientes objetivos básicos: a). Impugnar la candidatura de EPN y b). La democratización de los medios electrónicos y más particularmente de Televisa que lo estaba promoviendo.
*Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: