/ miércoles 26 de junio de 2024

Las caravanas agrarias: una forma de presión social

Este año se cumplieron 60 años de la primera caravana agraria en Durango, fue el 30 de abril de 1964, cuando un grupo de 270 campesinos tomó la determinación de marchar en caravana de Canutillo en Ocampo, Dgo., a la ciudad de Durango. Esta movilización fue encabezada por Álvaro Ríos y Román García, quienes proyectaron realizar el recorrido entre 10 y 12 días hasta arribar a la capital durangueña. El motivo fue solicitar al Departamento Agrario de la ciudad de Durango que brindara resolución inmediata a los expedientes cuyo rezago oscilaba entre 5 y 6 años. Los dirigentes estaban resueltos a que si en Durango no encontraban solución a los problemas, estos continuarían hasta la Ciudad de México. El esfuerzo por contener la marcha corrió a cargo del gobernador de Durango, Ing. Enrique Dupré Ceniceros, quien envió al secretario general de Gobierno para que dialogara con los dirigentes, con el ofrecimiento gubernamental de que se trasladaron a Durango para conferenciar con el gobernador y de ser posible, el propio gobernador los acompañaría a la Ciudad de México a plantear la problemática ante la Dirección de Asuntos Agrarios y Colonización.

Para el 3 de mayo por la noche, los caravaneros llegaron a la comunidad de Alamillo en Rodeo, durante el trayecto el contingente se incrementó a 350, y en el camino se integraron a la caminata la periodista Yudith Reyes Hernández y el Lic. Salustio González Delgado, asesor jurídico de la UGOCM. La mayoría de los integrantes de la caravana provenían de los municipios de Ocampo, San Bernardo y El Oro. En el trayecto se repartió propaganda alusiva al movimiento, en especial el periódico “Acción”, editado por Judith en el estado de Chihuahua. La caravana transitó perfectamente organizada por la carretera cuarenta y cinco. Portaban algunas mantas con las consignas: “Tierra UGOCM”, “Repártanse latifundios disfrazados de pequeñas propiedades y decretos de inafectabilidad ganadera”, “Viva México, Viva Zapata, viva la UGOCM”. En el recorrido, el día 30 de abril, ocurrió un accidente donde perdió la vida un campesino de nombre Ignacio Valencia, que a la postre se convirtió en un ícono de lucha campesina.

Conforme se desarrolló la marcha, varios funcionarios municipales adheridos al PRI se incorporaron a la UGOCM, y por consecuencia al movimiento. La caravana era dirigida de manera especial y el contingente obedecía las disposiciones previamente establecidas por su líder para el control de la seguridad y el flujo del contingente. Las columnas estaban integradas por 15 campesinos independientes al grupo de solicitantes al que pertenecían y cada una de ellas tenía un jefe y un ayudante. La caravana debía marchar de tres en fondo portando una manta y, por cada hora de marcha, se daban cinco minutos de descanso. Cada jefe de columna levantaba una relación de los miembros de su columna y finalmente se asignaban comisiones de seis personas para tramitar la alimentación de los caravaneros. Durante la caminata, Álvaro Ríos orientaba a los integrantes de la caravana acerca de cómo hacer frente a las eventuales contingencias que se presentaban, y en especial hacía alusión a los propósitos por los cuales no se debería suspender la marcha. Estos lineamientos fueron respetados por los caravaneros, toda vez que su líder Álvaro Ríos, en ocasiones se desplazaba a otros lugares a realizar gestiones.

Este año se cumplieron 60 años de la primera caravana agraria en Durango, fue el 30 de abril de 1964, cuando un grupo de 270 campesinos tomó la determinación de marchar en caravana de Canutillo en Ocampo, Dgo., a la ciudad de Durango. Esta movilización fue encabezada por Álvaro Ríos y Román García, quienes proyectaron realizar el recorrido entre 10 y 12 días hasta arribar a la capital durangueña. El motivo fue solicitar al Departamento Agrario de la ciudad de Durango que brindara resolución inmediata a los expedientes cuyo rezago oscilaba entre 5 y 6 años. Los dirigentes estaban resueltos a que si en Durango no encontraban solución a los problemas, estos continuarían hasta la Ciudad de México. El esfuerzo por contener la marcha corrió a cargo del gobernador de Durango, Ing. Enrique Dupré Ceniceros, quien envió al secretario general de Gobierno para que dialogara con los dirigentes, con el ofrecimiento gubernamental de que se trasladaron a Durango para conferenciar con el gobernador y de ser posible, el propio gobernador los acompañaría a la Ciudad de México a plantear la problemática ante la Dirección de Asuntos Agrarios y Colonización.

Para el 3 de mayo por la noche, los caravaneros llegaron a la comunidad de Alamillo en Rodeo, durante el trayecto el contingente se incrementó a 350, y en el camino se integraron a la caminata la periodista Yudith Reyes Hernández y el Lic. Salustio González Delgado, asesor jurídico de la UGOCM. La mayoría de los integrantes de la caravana provenían de los municipios de Ocampo, San Bernardo y El Oro. En el trayecto se repartió propaganda alusiva al movimiento, en especial el periódico “Acción”, editado por Judith en el estado de Chihuahua. La caravana transitó perfectamente organizada por la carretera cuarenta y cinco. Portaban algunas mantas con las consignas: “Tierra UGOCM”, “Repártanse latifundios disfrazados de pequeñas propiedades y decretos de inafectabilidad ganadera”, “Viva México, Viva Zapata, viva la UGOCM”. En el recorrido, el día 30 de abril, ocurrió un accidente donde perdió la vida un campesino de nombre Ignacio Valencia, que a la postre se convirtió en un ícono de lucha campesina.

Conforme se desarrolló la marcha, varios funcionarios municipales adheridos al PRI se incorporaron a la UGOCM, y por consecuencia al movimiento. La caravana era dirigida de manera especial y el contingente obedecía las disposiciones previamente establecidas por su líder para el control de la seguridad y el flujo del contingente. Las columnas estaban integradas por 15 campesinos independientes al grupo de solicitantes al que pertenecían y cada una de ellas tenía un jefe y un ayudante. La caravana debía marchar de tres en fondo portando una manta y, por cada hora de marcha, se daban cinco minutos de descanso. Cada jefe de columna levantaba una relación de los miembros de su columna y finalmente se asignaban comisiones de seis personas para tramitar la alimentación de los caravaneros. Durante la caminata, Álvaro Ríos orientaba a los integrantes de la caravana acerca de cómo hacer frente a las eventuales contingencias que se presentaban, y en especial hacía alusión a los propósitos por los cuales no se debería suspender la marcha. Estos lineamientos fueron respetados por los caravaneros, toda vez que su líder Álvaro Ríos, en ocasiones se desplazaba a otros lugares a realizar gestiones.