La realidad del PRI de Coahuila y Durango es muy diferente a la que vive este partido a nivel nacional. Mientras “Alito” Moreno hace todo lo posible para destruir lo que queda de este organismo político, a nivel local se ganan elecciones.
Las diferencias entre estas dos realidades son: credibilidad y trabajo. En Coahuila y Durango la población en general confía en este partido y la mayor prueba son los resultados de las pasadas elecciones.
Coahuila y Durango son de los estados más seguros del país, donde constantemente se habla de la llegada de nuevas inversiones, de progreso y calidad de vida. Mientras que hablando de vida partidista hay un acercamiento constante con la militancia del tricolor. Trabajo que no se limita a las campañas electorales.
A nivel nacional el PRI es una marca desprestigiada, tiene muchos impresentables, pero no sólo del pasado sino también de la actualidad. Empezando por Alejandro Moreno que ha perdido absolutamente todo.
El récord de “Alito” no es para presumir, mucho menos para quererse quedar en el poder por varios años. Los números son fríos: en las elecciones de 2021, el PRI perdió las gubernaturas de Sonora, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí, Tlaxcala, Colima y Campeche.
En el proceso electoral de 2022, el tricolor perdió Hidalgo y Oaxaca, en esa ocasión sólo ganó la gubernatura de Durango. La racha perdedora continuó en 2023, donde el PRI perdió la joya de la corona: el Estado de México. Nunca ningún partido había gobernado Edomex, ahí nació el famoso grupo Atlacomulco y hoy es gobernado por Morena.
En ese año el PRI sólo logró conservar Coahuila, su último bastión significativo. Y hay que decirlo en Coahuila y Durango el PRI ganó por la militancia local y porque supo convencer a la sociedad civil. En resumen, el PRI de “Alito” se parece mucho al PAN de Marko Cortés, donde no se meten ahí ganan elecciones.