El proceso electoral de Estados Unidos es determinante para el rumbo que tomará en los próximos años la economía en la región de Norteamérica y particularmente en México, también es decisivo para la forma en que se afrontarán dos de los problemas mas complejos: la migración y la seguridad regional.
Las elecciones presidenciales de nuestro vecino del norte tienen un impacto directo en nuestro país, si Kamala Harris mantiene a los demócratas en la Casa Blanca se espera una relación basada en los acuerdos entre los gobiernos de ambas naciones, pero, si Donald Trump recupera la Presidencia para los republicanos, es de esperarse que el próximo gobierno Estadounidense impulse un cambio brusco con México en materia migratoria, de seguridad, de trato comercial y de inversión directa en nuestro territorio.
Del resultado de la elección de noviembre depende si se presentan turbulencias políticas y económicas, sobre todo si regresa Donald Trump, quien, para satisfacer a su electorado, volverá a poner en la escena publica, la construcción del muro en la frontera entre ambos países so pretexto de detener la migración, con lo cual las tensiones podrían escalar hasta afectar el flujo comercial actual y las condiciones establecidas en el Tratado de Libre Comercio, el T-MEC.
La relación con México se ha convertido en uno de los temas centrales de las campañas presidenciales en Estados Unidos, de ahí que tanto Harris como Trump sostienen posturas firmes de su eventual trato hacia nuestro país, intentando ambos ganar votos de ciudadanos hispanos que se vuelven cada vez mas decisivos en una elección cerrada como la que se avecina entre demócratas y republicanos.
Con Kamala Harris en la Primer Magistratura de la Unión Americana puede construirse una relación mas tersa, basada en el respeto mutuo en el que la diplomacia juegue un rol relevante, sin posturas extremas.
Así las cosas, la elección del 5 de noviembre en Estados Unidos determinará los escenarios próximos de la economía regional, igual que la manera de enfrentar la desgracia humana llamada migración.
Se puede anticipar que la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum no impulsarán decisiones bruscas en macroeconomía, su gobierno se esforzará por cumplir los compromisos acordados en el T-MEC, con lo que la inversión extranjera directa debe seguir fluyendo con el ritmo actual y con ello, el “nearshoring” debe seguir siendo una oportunidad de crecimiento industrial para varias regiones de México.
Es mucho lo que se juega en noviembre para la relación México-Estados Unidos. El electorado norteamericano tiene la decisión con su voto libre y razonado, consciente de lo que esta en juego para ellos como nación soberana, para la región y para toda la economía del orbe.