Tal es la afirmación de Edgar Morin, en su libro, Por una política del hombre: Son pocos los hombres que en tiempos de perturbaciones físicas y sociales atemperan su conciencia atendiendo la realidad, y con objetividad anteponen a sus juicios, conciencia en solidaridad y fraternidad.
Impera entre nosotros lo dicho por Frantz Fanon, el ideólogo de la revolución argelina, y la relacionamos con el panorama nacional en donde muchos que se interesan en el huracán que flageló a los habitantes de Acapulco, “y hay bastante gente que no percibe el conjunto, las cuestiones que se exponen se refieren siempre a los aspectos y excluyen toda síntesis”.
En sus extremos se discuten los efectos y lo que pudieron ser posibles prevenciones, respuesta oficial al meteoro al momento y posteriormente. Y como dice Wright Mills, el de la élite del poder, de que hay quienes observan sin pensar y quienes piensan sin observar. Ante el drama no ha habido tanto ventajismo político-electoral como se dijo, si bastantesexigencias al actuar de gobierno y del presidente.
El presidencialismo en México y más el de López Obrador permisivo al culto a la personalidad, se hace atribuir todo lo bueno que se realiza. Ese maximalismo deriva en que la población y la opinión pública le endose al presidente lo que no resulta bien. Algo parecido le pasó a Miguel de la Madrid en el sismo de 1985.
Un actuar lento y desinformado por el presidente, que en su mañanera acapara el espacio de la notica pública, despertó ácidos comentarios, y cuanto más al atascarse su vehículo con pérdida de tiempo y respuesta con rumbo al desastre. Falta de experiencia, desorganización, incapacidad logista o cualquier otra razón no son suficientes para centrar en él toda la responsabilidad. Al poder se le exige, el maniqueísmo del presidente denuesta a quien le cuestiona su actuar, no debe esperar puros aplausos.
Se le objetará no suplir la eficacia del ex Estado Mayor Presidencial en urgencias nacionales. También cancelar el fideicomiso Fonden (Fondo de Desastres Naturales), se contrató con lo que le dejaron un seguro por 485 mdd, que se afirma serán insuficientes para remediar el colapso. Con el Fonden hubo gobernadores que medraron en la parte que ellos administraban en los desastres. Abusaron los gobernadores, pero era funcional y llegaban a los necesitados apoyos con oportunidad. Aunque los ciclones cambian de formación en cualquier instante, para bien o para mal, la población en trance exige tener dominio ante las inclemencias y seguridad por delante, la logística, la organización y sobre todo información al instante.
El rigor de la disciplina militar en el sismo de 1985, y probablemente por sus reglas estrictas-hoy se dirá protocolos- motivó en la población desarrollar una solidaridad ejemplar, inagotable y valerosa. La respuesta de los civiles no esperó a que policías y militares adecuaran su proceder, la población espontáneamente organizó los rescates, el auxilio a lesionados y la distribución de apoyos. Esa presencia de la población hizo que varios analistas la señalaran como el nacimiento de la sociedad civil, apreciación que no corresponde los factores que la generan.
Hay molestia o repulsa porque se informa que el gobierno y el Ejército no permiten la entrega de apoyo de toda especie por organizaciones civiles, patronatos y grupos de asistencia social, que todo los harán los servidores de la nación con su chaleco guinda que los identifican con Morena más que con la oficina de Bienestar. Es un error coartar la ayuda de grupos civiles, nacionales o extranjeros, mejor que vigilen la rapiña de alimentos y enseres, y a los políticos de la carroña. El presidencialismo controla el presupuesto, la obra pública y los contratos, estemos atentos en que se apliquen bien con los damnificados y la reconstrucción.
Ante el drama no ha habido tanto ventajismo político-electoral como se dijo, si bastantesexigencias al actuar de gobierno y del presidente.