/ viernes 3 de mayo de 2024

¡Reflexiones sobre el voto!

Estimado lector, ante las circunstancias políticas que imperan en nuestro país, cualesquiera que éstas sean, dada la importancia histórica y la relevante magnitud de la elección que está en puerta, nos da la oportunidad de reflexionar sobre el estado que guarda la democracia en México y el valor trascendental que tiene el ejercicio de la libertad para votar.

Ante la premisa de que la “libertad es un principio central en las democracias que garantiza que los ciudadanos tengan la capacidad de expresar sus preferencias políticas de manera libre y sin coacción”, entraña el respeto por: “La autonomía individual; Protección contra la coacción; Pluralidad de opiniones; Rendición de cuentas; Legitimidad del Gobierno; Participación activa”.

La libertad del voto implica la garantía de que el proceso electoral sea “justo, transparente y representativo de la voluntad del pueblo”.

Comprendido el valor del voto en este contexto, el voto va mucho más allá de lo que es un ejercicio individual. El voto es, sin lugar a dudas, una expresión de los valores democráticos sustanciales de un país que práctica y busca lo mejor para fortalecer la democracia. El voto es un acto de participación cívica e indiscutiblemente un compromiso con la sociedad.

Hago referencia a lo que escribí en un artículo anterior: “Todos los ciudadanos que vivimos en países democráticos, cualquiera que sea el estadio en que éste se encuentre, queremos vivir con un gobierno justo, queremos vivir en armonía, sobre todo cohabitando con nuestras similitudes y diferencias, esencialmente, dirimiéndolas sin violencia y con razones.

Y pasadas las elecciones, con la candidata o candidato, con la propuesta y con la visión del tipo de gobierno que elijamos, queremos, ante todo, el respeto a la ley, a la seguridad, educación y sustentabilidad acorde con los vaivenes propios en el desarrollo de toda sociedad.

Estoy seguro que una gran parte de la población, como en la de muchos países, opino, se anhela la constante formación de los ciudadanos con responsabilidad cívica, que ejerza su voto con una conciencia informada, cada vez con una mayor inclusión y representación, con más apertura hacia el cambio y progreso, con respeto por la diversidad, con aceptación de la responsabilidad a las consecuencias en el ejercicio de nuestro voto y finalmente, mantenerse en la línea de acción para preservar y fortalecer la democracia.

Con estas ideas, quizá estemos en el contexto de una utopía. Sin embargo, la lucha por cuidar la libertad de ejercer nuestro voto es válida. Tan válida como el derecho por luchar por tener un proceso que garantice la transparencia, la promoción participativa, inclusiva e imparcial. Lo que sustenta a este derecho, es la de promover y dejar una sociedad justa, pacífica e inclusiva, para nosotros y las futuras generaciones. Y si tenemos dudas en la promoción del voto, tenemos el derecho de promover la participación ciudadana y de promover el voto nosotros mismos como sociedad civil. No es Ningún delito hacerlo.

El voto es poder y se tiene el derecho a ejercerlo. Un solo voto representa una voz. Millones de votos, representan millones de voces, y éstas no serán iguales, pero serán escuchadas en las urnas.

Cito unas ideas de Carlos Castañeda (consultado en 2024): “El valor de un voto es una expresión de respeto mutuo entre los ciudadanos que integran una sociedad; Es la expresión más acabada del avance civilizado de toda sociedad; Es la expresión del valor que como ser humano tenemos, basándonos en el respeto a la diferencia; Es el respeto por la diferencia para que nos permita convivir de manera pacífica para el bien común y sin confrontaciones; Pero sobre todo en igualdad, sin imposición de unos sobre otros, sin descalificaciones por pensar distinto”.

El valor del voto, es uno de los derechos más preciados que tiene una sociedad. ¡Participemos y ejerzamos nuestro derecho, sufragando por lo que creemos que es lo correcto y por lo que pensamos que es lo mejor para nuestra sociedad!

¡Hasta la próxima!

Estimado lector, ante las circunstancias políticas que imperan en nuestro país, cualesquiera que éstas sean, dada la importancia histórica y la relevante magnitud de la elección que está en puerta, nos da la oportunidad de reflexionar sobre el estado que guarda la democracia en México y el valor trascendental que tiene el ejercicio de la libertad para votar.

Ante la premisa de que la “libertad es un principio central en las democracias que garantiza que los ciudadanos tengan la capacidad de expresar sus preferencias políticas de manera libre y sin coacción”, entraña el respeto por: “La autonomía individual; Protección contra la coacción; Pluralidad de opiniones; Rendición de cuentas; Legitimidad del Gobierno; Participación activa”.

La libertad del voto implica la garantía de que el proceso electoral sea “justo, transparente y representativo de la voluntad del pueblo”.

Comprendido el valor del voto en este contexto, el voto va mucho más allá de lo que es un ejercicio individual. El voto es, sin lugar a dudas, una expresión de los valores democráticos sustanciales de un país que práctica y busca lo mejor para fortalecer la democracia. El voto es un acto de participación cívica e indiscutiblemente un compromiso con la sociedad.

Hago referencia a lo que escribí en un artículo anterior: “Todos los ciudadanos que vivimos en países democráticos, cualquiera que sea el estadio en que éste se encuentre, queremos vivir con un gobierno justo, queremos vivir en armonía, sobre todo cohabitando con nuestras similitudes y diferencias, esencialmente, dirimiéndolas sin violencia y con razones.

Y pasadas las elecciones, con la candidata o candidato, con la propuesta y con la visión del tipo de gobierno que elijamos, queremos, ante todo, el respeto a la ley, a la seguridad, educación y sustentabilidad acorde con los vaivenes propios en el desarrollo de toda sociedad.

Estoy seguro que una gran parte de la población, como en la de muchos países, opino, se anhela la constante formación de los ciudadanos con responsabilidad cívica, que ejerza su voto con una conciencia informada, cada vez con una mayor inclusión y representación, con más apertura hacia el cambio y progreso, con respeto por la diversidad, con aceptación de la responsabilidad a las consecuencias en el ejercicio de nuestro voto y finalmente, mantenerse en la línea de acción para preservar y fortalecer la democracia.

Con estas ideas, quizá estemos en el contexto de una utopía. Sin embargo, la lucha por cuidar la libertad de ejercer nuestro voto es válida. Tan válida como el derecho por luchar por tener un proceso que garantice la transparencia, la promoción participativa, inclusiva e imparcial. Lo que sustenta a este derecho, es la de promover y dejar una sociedad justa, pacífica e inclusiva, para nosotros y las futuras generaciones. Y si tenemos dudas en la promoción del voto, tenemos el derecho de promover la participación ciudadana y de promover el voto nosotros mismos como sociedad civil. No es Ningún delito hacerlo.

El voto es poder y se tiene el derecho a ejercerlo. Un solo voto representa una voz. Millones de votos, representan millones de voces, y éstas no serán iguales, pero serán escuchadas en las urnas.

Cito unas ideas de Carlos Castañeda (consultado en 2024): “El valor de un voto es una expresión de respeto mutuo entre los ciudadanos que integran una sociedad; Es la expresión más acabada del avance civilizado de toda sociedad; Es la expresión del valor que como ser humano tenemos, basándonos en el respeto a la diferencia; Es el respeto por la diferencia para que nos permita convivir de manera pacífica para el bien común y sin confrontaciones; Pero sobre todo en igualdad, sin imposición de unos sobre otros, sin descalificaciones por pensar distinto”.

El valor del voto, es uno de los derechos más preciados que tiene una sociedad. ¡Participemos y ejerzamos nuestro derecho, sufragando por lo que creemos que es lo correcto y por lo que pensamos que es lo mejor para nuestra sociedad!

¡Hasta la próxima!