La imagen surgió en febrero de 1996, durante un bloqueo a pozos petroleros en Nacajuca, Tabasco, reprimido por un grupo de granaderos y policías federales. La protesta era encabezada por Andrés Manuel López Obrador. En los siguientes días proliferó en diarios y revistas una serie de fotografías: El líder tabasqueño con un gesto que traslucía las mandíbulas apretadas, el cabello revuelto y los brazos firmemente cruzados al frente. Una camisa a franjas, de color claro, revelaba múltiples manchas de sangre. Un macanazo lo había alcanzado en la frente.
Cuando la trifulca se tranquilizó, seguidores convencieron a López Obrador para trasladarse a un hospital cercano y atenderse de sus heridas. Una reportera, menuda de estatura, ofreció con gesto firme su pequeño vehículo y se puso al volante. Su nombre era Rosa Icela Rodríguez, entonces periodista del diario “La Jornada”, anunciada el pasado día cuatro como próxima secretaria de Gobernación.
“La Jornada” no fue el único medio que concentró su atención en el tabasqueño en esa época. Ricardo Rocha, fallecido en julio de 2023, fue el primer conductor televisivo con reconocimiento nacional en acudir a la zona de las movilizaciones para entrevistar, en ese mismo febrero de 1996, al entonces activista y dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática.
Testimonios recogidos dan cuenta de que, entre noviembre de 1991, cuando protagonizó el llamado “Éxodo por la democracia” hacia la capital del país, y en 1995, tras conducir la “Caravana por la Democracia”, en abril de 1995, se afanó en tener un acercamiento con directivos de los medios de comunicación metropolitanos.
Pero desde aquellas épocas iniciales la conexión con Rosa Icela Rodríguez tuvo un carácter sobresaliente. Quizá fue la terquedad que se les atribuye a ambos; quizá los identificó la semilla indígena, por el lado de la madre en el caso del tabasqueño. Ella nació en Xilitla, un poblado huasteco náhuatl donde parece que nunca deja de llover, entonces habitado acaso por un millar de familias. La suya migró pronto a la menos aislada Ciudad Valles.
La parquedad de Rodríguez Velázquez ha hecho difícil que se conozca que, en el 2000, cuando inició el gobierno de López Obrador en la ahora ciudad de México, le ofreció manejar la tesorería capitalina, a lo que ella declinó por no dominar la materia. Coordinó en cambio tareas de participación ciudadana y seguridad. Ello habría sentado las bases para las encomiendas que ha recibido posteriormente.
Durante el gobierno de Marcelo Ebrard (2006-2012), ella enfatizó su cercanía con la agenda de gobernanza y seguridad. En la administración de Miguel Ángel Mancera se le designó secretaria de Desarrollo Social, pero tuvo un encontronazo con los principales operadores del gobernante, señalados por corrupción y ligas con el crimen organizado.
Se preveía que bajo la presidencia de López Obrador sería secretaria federal de Desarrollo Social, pero sorpresivamente fue proyectada como secretaria de Gobierno en el equipo de la nueva jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum. Permaneció en esa posición por escasos 18 meses (2018-2020). Su salida atrajo amplios rumores sobre un distanciamiento político con la actual virtual presidenta electa, que parecen conjurarse con esta nueva designación.
Tras todos estos episodios y ahora con 25 años de trayectoria en el servicio público, Rosa Icela Rodríguez se halla al centro de una curiosa polémica soterrada, bajo el argumento de que su nombramiento no despertó unanimidad entre los círculos que dicen interpretar tanto a López Obrador como a Claudia Sheinbaum. Ciertamente, la pregunta sería quién sí hubiera podido atraer esa aprobación general (¿Mario Delgado, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal?) y, en su caso, por qué no lo colocaron en ese lugar. Seguramente en los próximos meses se pondrán de manifiesto los motivos (dentro y fuera del próximo gobierno) por los que este personaje fue ubicado en ese sitio.