Pedir renuncias a los funcionarios públicos en México no es algo nuevo. En muchas ocasiones, esto sucede con el muy conocido argumento de “renuncio por motivos de salud”. En la 4T, las cosas son distintas.
Ahora se hacen públicas las diferencias con el presidente de la república y nadie se debe sorprender. Aquí en Durango no cantamos mal las rancheras. Integrantes de la clase política local y grupos opositores al gobernador, han pedido que tal o cual integrante del gabinete renuncie para no entorpecer la gobernabilidad del estado. José Rosas Aispuro, muy a su estilo, les ha respondido: “los cambios los hago yo”.
El bloque opositor cada vez que se les antoja sale en sus carros a las calles para pedir la renuncia de López Obrador, ya que con ello ya no habría dictadura, autoritarismo, comunismo y socialismo en México. Hoy nos enteramos que tan solo en dos años, México se convirtió en un país comunista y que tenemos a un dictador como lo fue Anastasio Somoza, Augusto Pinochet, Francisco Franco, Porfirio Díaz o Rafael Trujillo. Por si fuera poco, los panistas piensan demandar a López Obrador por no usar cubrebocas. Y, por supuesto, el presidente ya les contestó: “me pondré tapabocas cuando se acabe la corrupción”. Parafraseando a Rubén Aguilar, lo que el presidente quiso decir es les tengo un “guardadito” por la reforma energética.
Los gobernadores que piden la renuncia de Hugo López Gatell, están como los maderos de San Juan, “piden pan y no les dan”. Los mandatarios estatales del PAN ya no cuentan con Javier Corral, porque él sabe de antemano que el subsecretario de Salud no renunciará sólo porque ellos lo piden. Si bien López Gatell ha cometido errores, no podemos responsabilizarlo si el día de mañana tenemos un millón de contagios y cien mil muertos, hospitales rebasados, un sistema de salud colapsado y un déficit grave de especialistas que integran el sector salud cansados y sin fuerzas para seguir trabajando. ¿Será responsable López Gatell de que nosotros como sociedad no hagamos nada para evitar el contagio? Muchos pronosticaron que solo sería cuestión de tiempo para culpar a alguien de lo que somos corresponsables.
No vayamos tan lejos: El pasado fin de semana al paseo conocido como El Saltito acudieron cientos de duranguenses, sin importarles los cubrebocas, y menos la sana distancia, parecía la Fenadu. ¿Si hubiera consecuencias de contagios podríamos responsabilizar al presidente municipal de Nombre de Dios? Cuando llueve en Durango parece el Lago de Texcoco, aunado a un deficiente drenaje pluvial, nosotros contribuimos tirando toneladas de basura con lo que se tapan las alcantarillas. ¿Tendrá la culpa Jorge Salum de nuestra conducta? Si como sociedad hubiéramos hecho lo correcto, siguiendo los protocolos de salud, cuidándonos los unos a los otros, no andaríamos pidiendo renuncias de nadie. ¿A los cientos de duranguenses que no usan cubre boca quién los demandará? ¿Algún partido político?