/ jueves 13 de agosto de 2020

Temas de la república

Ciertamente la ineptitud de algunos gobiernos (sobre todo el federal) ante la emergencia sanitaria derivada de la propagación del virus que tiene a la economía nacional hecha pedazos, ya no causa asombro sino hilaridad.

El presidente de la República cree que gobernar es decir mentiras frente a un puñado de 15 de sus guaruras vestidos de reporteros, (como cuando inauguró aquel hospital y sus ayudantes disfrazaron a uno de sus guardaespaldas como enfermo de Covid–19, sin pensar que ya había sido retratado detrás de Andrés Manuel López Obrador en algunos de sus actos populacheros, que risa.

La frase “En todas las crisis unos lloran y otros venden pañuelos” es aplicada a la perfección para describir lo que está pasando en México, país que gracias a las tonterías del gobierno lopezobradorista, ocupa en este instante en el que usted está leyendo estas líneas, el tercer lugar mundial en el número de víctimas mortales del virus, aunque en realidad, México es el primer lugar mundial con mayor número de muertos por Covid–19, si tomamos en cuenta que el gobierno sólo comenzó a registrar víctimas de la pandemia, cuando se le descubrió que las defunciones que brotaron en todos los hospitales por “neumonía atípica” en realidad eran por Covid-19 y si a eso le sumamos que la población de México no se compara con el primer ni el segundo lugar, entonces llegaremos a la triste conclusión de que no hay país en el planeta que haya manejado peor la crisis sanitaria que México.

No obstante lo anterior, debemos reconocer que no todo es culpa del paralítico y paranóico gobierno de AMLO, que tiene funcionarios primerizos en lugares como delegaciones estatales, que nunca habían desempeñado un empleo y ahora están como directores generales de programas o porque ni siquiera se preocuparon por terminar estudios y son subsecretarios, confiando –tal vez– en que un algún día, por su santa suerte, llegaría un loco senil a la Presidencia de la República.

Pero no me gustaría desviarme del tema que le abordo en este breve espacio y para no extenderme con una lista interminable de ellas, solamente le mencionaré tres: La primera es haber cerrado la economía mucho antes de que la estadística de la pandemia lo indicara, para tratar –según ellos– de que la curva se aplanara, quebrando miles de negocios de pequeñas y medianas empresas, que nunca jamás volverán a abrir sus puertas, ocasionando un daño irreversible para los medianos empresarios y para todos los mexicanos que eran ocupados por ellos, porque al final del día, los medianos empresarios son los que ofrecen 8 de cada 10 empleos en este país, puesto que las grandes empresas mantienen estrategias de puestos eventuales, la segunda incongruencia fue entregar –ante su incapacidad– la responsabilidad de atender esta pandemia a los estados, para luego tratar de controlar sus acciones con los ridículos colores de un semáforo que hoy por hoy, mantiene a Durango en rojo, sin que la movilidad se haya reducido en lo más mínimo, pero de eso le platico más adelante.

La tercera fue la barrabasada de regresar el tema del avión presidencial, cuando miles y miles de familias están enlutadas por una pandemia que el gobierno no ha sabido manejar, eso resulta simplemente incongruente, de verdad que personalmente no creo que una familia que haya internado a su familiar en un hospital “público” en donde les cobraron las camas hasta en 50 mil pesos por atender a los enfermos del virus y les hayan entregado una cajita de cenizas, diciéndoles que son los restos de su familiar enfermo, se encuentre en este momento interesado en comprar un boleto del avión presidencial.

La tercera: Tratar de abrir la economía –ahora sí– en plena pandemia y con la curva de contagios disparada en vertical, abriendo negocios y mercados primero, en donde la gente simple y sencillamente no entiende dentro de su idiosincrasia lo que es la sana distancia.

También aquí en Durango ha habido incongruencias y hay qué decirlo, porque las incongruencias y la incertidumbre no son exclusivas de partidos o niveles de gobierno, pero por falta de espacio, solamente le plasmaré tres:

La primera: Cerrar todos los negocios mucho antes de que el semáforo nos colocara en el mapa nacional (de Covid–19) con ningún color; la segunda, abrir restaurantes, el centro y negocios no esenciales, pero mantener cerrado (hasta hace algunos días) el Poder Judicial del Estado, impidiendo o por lo menos obstaculizando una justicia pronta y expedita; la tercera, abrir restaurantes y bares con venta de bebidas con contenido alcohólico, pero limitar su venta en los expendios y tiendas de servicio y en este mismo punto, extender o autorizar el horario de bares y restaurantes con venta de cerveza y vino hasta las 11 ó 12 de las noche, pero iniciar con los operativos y retenes “sanitarios” (que en realidad son de antialcohol) a las 10 de la noche.

Mientras todo esto sucede, los empresarios se dan vuelo con la incertidumbre, muchas de las empresas que al inicio de la emergencia sanitaria por la pandemia, anunciaron que darían plazos para el pago de mensualidades o prórrogas, se están sirviendo con la cuchara grande con los intereses, la mayoría vendiendo sus carteras a empresas cobradoras, que no dejan de marcar a su número telefónico, incluso a deshoras o en horas inhábiles, amenazando a los pobres mexicanos que creyeron en la buena voluntad de la iniciativa privada, sin olvidar que la iniciativa privada nunca pierde.

Seguiremos abordando este tema en nuestra próxima entrega, hasta entonces, le deseo un excelente fin de semana para usted y los suyos.

Ciertamente la ineptitud de algunos gobiernos (sobre todo el federal) ante la emergencia sanitaria derivada de la propagación del virus que tiene a la economía nacional hecha pedazos, ya no causa asombro sino hilaridad.

El presidente de la República cree que gobernar es decir mentiras frente a un puñado de 15 de sus guaruras vestidos de reporteros, (como cuando inauguró aquel hospital y sus ayudantes disfrazaron a uno de sus guardaespaldas como enfermo de Covid–19, sin pensar que ya había sido retratado detrás de Andrés Manuel López Obrador en algunos de sus actos populacheros, que risa.

La frase “En todas las crisis unos lloran y otros venden pañuelos” es aplicada a la perfección para describir lo que está pasando en México, país que gracias a las tonterías del gobierno lopezobradorista, ocupa en este instante en el que usted está leyendo estas líneas, el tercer lugar mundial en el número de víctimas mortales del virus, aunque en realidad, México es el primer lugar mundial con mayor número de muertos por Covid–19, si tomamos en cuenta que el gobierno sólo comenzó a registrar víctimas de la pandemia, cuando se le descubrió que las defunciones que brotaron en todos los hospitales por “neumonía atípica” en realidad eran por Covid-19 y si a eso le sumamos que la población de México no se compara con el primer ni el segundo lugar, entonces llegaremos a la triste conclusión de que no hay país en el planeta que haya manejado peor la crisis sanitaria que México.

No obstante lo anterior, debemos reconocer que no todo es culpa del paralítico y paranóico gobierno de AMLO, que tiene funcionarios primerizos en lugares como delegaciones estatales, que nunca habían desempeñado un empleo y ahora están como directores generales de programas o porque ni siquiera se preocuparon por terminar estudios y son subsecretarios, confiando –tal vez– en que un algún día, por su santa suerte, llegaría un loco senil a la Presidencia de la República.

Pero no me gustaría desviarme del tema que le abordo en este breve espacio y para no extenderme con una lista interminable de ellas, solamente le mencionaré tres: La primera es haber cerrado la economía mucho antes de que la estadística de la pandemia lo indicara, para tratar –según ellos– de que la curva se aplanara, quebrando miles de negocios de pequeñas y medianas empresas, que nunca jamás volverán a abrir sus puertas, ocasionando un daño irreversible para los medianos empresarios y para todos los mexicanos que eran ocupados por ellos, porque al final del día, los medianos empresarios son los que ofrecen 8 de cada 10 empleos en este país, puesto que las grandes empresas mantienen estrategias de puestos eventuales, la segunda incongruencia fue entregar –ante su incapacidad– la responsabilidad de atender esta pandemia a los estados, para luego tratar de controlar sus acciones con los ridículos colores de un semáforo que hoy por hoy, mantiene a Durango en rojo, sin que la movilidad se haya reducido en lo más mínimo, pero de eso le platico más adelante.

La tercera fue la barrabasada de regresar el tema del avión presidencial, cuando miles y miles de familias están enlutadas por una pandemia que el gobierno no ha sabido manejar, eso resulta simplemente incongruente, de verdad que personalmente no creo que una familia que haya internado a su familiar en un hospital “público” en donde les cobraron las camas hasta en 50 mil pesos por atender a los enfermos del virus y les hayan entregado una cajita de cenizas, diciéndoles que son los restos de su familiar enfermo, se encuentre en este momento interesado en comprar un boleto del avión presidencial.

La tercera: Tratar de abrir la economía –ahora sí– en plena pandemia y con la curva de contagios disparada en vertical, abriendo negocios y mercados primero, en donde la gente simple y sencillamente no entiende dentro de su idiosincrasia lo que es la sana distancia.

También aquí en Durango ha habido incongruencias y hay qué decirlo, porque las incongruencias y la incertidumbre no son exclusivas de partidos o niveles de gobierno, pero por falta de espacio, solamente le plasmaré tres:

La primera: Cerrar todos los negocios mucho antes de que el semáforo nos colocara en el mapa nacional (de Covid–19) con ningún color; la segunda, abrir restaurantes, el centro y negocios no esenciales, pero mantener cerrado (hasta hace algunos días) el Poder Judicial del Estado, impidiendo o por lo menos obstaculizando una justicia pronta y expedita; la tercera, abrir restaurantes y bares con venta de bebidas con contenido alcohólico, pero limitar su venta en los expendios y tiendas de servicio y en este mismo punto, extender o autorizar el horario de bares y restaurantes con venta de cerveza y vino hasta las 11 ó 12 de las noche, pero iniciar con los operativos y retenes “sanitarios” (que en realidad son de antialcohol) a las 10 de la noche.

Mientras todo esto sucede, los empresarios se dan vuelo con la incertidumbre, muchas de las empresas que al inicio de la emergencia sanitaria por la pandemia, anunciaron que darían plazos para el pago de mensualidades o prórrogas, se están sirviendo con la cuchara grande con los intereses, la mayoría vendiendo sus carteras a empresas cobradoras, que no dejan de marcar a su número telefónico, incluso a deshoras o en horas inhábiles, amenazando a los pobres mexicanos que creyeron en la buena voluntad de la iniciativa privada, sin olvidar que la iniciativa privada nunca pierde.

Seguiremos abordando este tema en nuestra próxima entrega, hasta entonces, le deseo un excelente fin de semana para usted y los suyos.

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