/ miércoles 11 de marzo de 2020

Una lucha de diamantina rosa

La conmemoración del 8 de marzo, este año no sólo duro un día, sino que estuvo antecedida de un llamado de las mujeres a realizar cadenas humanas, marchas, un paro nacional, festivales y variadas actividades más, para lanzar un ya basta a la violencia de género.

El Senado de la República no se quedó atrás, y en las dos últimas semanas se aprobaron más de cien iniciativas relacionadas con los derechos de las mujeres.

El hecho de que cada día 10 mujeres en México sean asesinadas y cientos violentadas en su hogar y en espacios laborales y públicos, ha provocado la manifestación y las acciones de miles de mujeres, para demandar atención ante estos hechos y que se apliquen medidas más eficientes en las instancias municipales, estatales y federales, para incidir en la disminución de la violencia feminicida; “ni una más, ni una menos”, lanzaron mujeres de todas las edades.

De esa situación de violencia Durango no está exento, ya que mujeres y niñas también han sido asesinadas y violentadas sistemáticamente. Tomando como referencia los datos de violencia sexual, física, psicológica y económica que se han registrado durante el último año son más de 4 mil denuncias en la entidad, imagínense la cantidad de casos no denunciados por miedo, vergüenza, ignorancia e ineficiencia de las autoridades.

Celebro que en este 2020 miles de mujeres se hayan unido a un movimiento mundial de décadas de historia, que abandera los derechos humanos de la mujeres de todos los países, movimiento que se intensificó con las acciones que llevaron a cabo miles de jóvenes el verano pasado, el cual fue calificado como el ‘verano de la diamantina’.

También celebro que ahora en nuestro México haya las condiciones para libremente salir a la calle, alzar la voz, cerrar el puño o portar pañuelos de diferentes colores con diferentes significados.

Sí en todos los países las condiciones sociales son propicias como en nuestro país, este movimiento crecerá cada día más y no se limitará sólo al 8 de marzo. Quedará como cuna de este cambio las manos de miles de mujeres de izquierda que dedicaron su vida para que por fin, en esta transformación las mujeres se hayan unido: Silvya Pankhurst, Ida Wells, Rosa Luxemburgo o las mexicanas Dolores Jiménez y Muro y Juana Belém Gutiérrez de Mendoza (duranguense), entre otras.

Me da gusto ser testigo de cómo mujeres conservadoras y de derecha dejaron atrás conceptos machistas que no hace mucho descalificaban a las mujeres por tener ideales y convicciones. Y espero que no se vayan a quedar en un movimiento mediático y de temporada y estemos siempre unidas en la defensa de los derechos de las mujeres y no dependamos de la voluntad de intereses contrarios a ellos.

Confío que entre las mujeres exista sororidad y logren empoderarse para desde donde estén frenemos el acoso y hostigamiento sexual, las agresiones verbales y físicas en nuestros hogares. A las mujeres que se unieron al paro y se ausentaron de sus trabajos mi apoyo incondicional para evitar cualquier tipo de represalia.

Amigas, por principios he defendido los derechos humanos y desde el Senado he pugnado para que las leyes protejan los derechos de las mujeres y sus condiciones de vida sean más justas, libres y fraternas.

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