¿Qué le deja este concierto a Durango? Fue la pregunta que me hizo la conductora de la entrevista que se estaba transmitiendo en vivo por conocido medio local. Por un momento pensé obviamente en lo musical, lo que significaba escuchar a Mozart con el piano somo solita en tres versiones diferentes y en una sola exposición. Luego pensé también en la experiencia de volver a tocar juntos después de quince años, con mis amados colegas y amigos: Miguel, ahora notable pianista y director de orquesta; a quien tuve la dicha siendo el un niño, de introducir a este maravilloso arte; y con Alicia, mi maestra de siempre, la que me llevó a descubrir que la música es mucho más que la partitura y tocar el piano es mucho más que exhibir virtuosismo. Sin embargo, en un acto de lucidez, le respondí, palabras más, palabras menos: “querer es poder”. ¿A qué me refería?
Tenemos la idea, y sobre todo en Durango, donde estamos acostumbrados a depender económicamente de la administración pública, de que las cosas se hacen o no se hacen dependiendo del recurso económico. No todo en la vida es así. La verdad es que las cosas importantes no comienza con dinero. Cuando Kari y yo decidimos casarnos no teníamos literalmente “nada”, ni siquiera un trabajo estable. Pero bastó fijar la fecha y apartar la capilla del seminario donde nos conocimos para que los recursos comenzaran a fluir. Hoy en día los muchachos no piensan en casarse porque les falta terminar la maestría, comprar la casa, tener el auto del año y “estabilidad financiera”. Cuando lo consiguen ya no quieren formar una familia porque se “acostumbraron” a vivir solos. Consiguieron lo que perseguían pero en el camino o perdieron lo más importante: la visión, la ilusión y la pasión.
El pasado 17 de octubre, en el marco del Festival Revueltas, con la Orquesta de Cámara de la Universidad Juarez como gran aliado de este sueño, Durango escuchó una vez más que “querer es poder”. Un jovencito de poco más de 30 años tuvo un sueño: reunir a sus dos maestros en el mismo escenario por segunda vez, después de 15 años. Se sobrepuso a la mediocridad y hasta arriesgó la integridad de su propio instrumento conseguido con mucho esfuerzo, con tal concretar el sueño. Felicidades Miguel, por impulsarnos a los duranguenses a creer que cuando se quiere, se puede. Que no se necesita necesariamente recursos económicos para hacer que las cosas sucedan. Gracias Alicia, por tu generosa contribución como Maestra, como pianista, pero especialmente como persona. Tu legado está más vigente que nunca en las tierras del alacrán. Esa es la foto del recuerdo, en la misma pose que se plasmó hace quince años atrás: la imagen de la visión, la ilusión y la pasión.
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/ domingo 20 de octubre de 2024