Al imponérsele el nombre de Alejandra Ortega Castro ingresó a las filas del catolicismo la encantadora pequeñita en una ceremonia que tuvo como marco la Iglesia de San Juan Bautista.
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Para este momento tan especial la pequeña lució un precioso ropón que la hizo ver realmente encantadora, y estuvo acompañada de sus orgullosos padres Michael Alejandro Ortega Díaz y Ana Castro, además de sus padrinos Gerardo Leyva y Karen Alejandra Sánchez.
Durante la ceremonia, el sacerdote oficiante se dirigió a los papás y padrinos, además de familiares y amistades para recalcarles la importancia del bautizo en estos momentos de los primeros años de la pequeña Alejandra.
También comentó que por el bautismo Dios da el “don”, el regalo de ser hijos de Él, dándo su mismo Espíritu, para que habite en todos. A partir de ese momento Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, habitarán en el bautizado.
Recalcó el sacerdote oficiante que cuando los niños nacen, inmediatamente los papás le ponen un nombre, pues saben que es muy importante llamarlo de alguna manera para poderlos registrar y para que sean “alguien en especial”, con nombre y apellido, que sean ciudadanos de bien, con derechos y obligaciones. Agregó que sin embargo, no sucede lo mismo con el bautismo porque a veces no se le da la importancia que tiene o hay confusión porque son escuchadas diferentes opiniones y se olvida que las Sagradas Escrituras nos dice: “El que crea y se bautice se salvará”.
Destacó también ante todos los presentes que los hombres nacen con el “pecado original” que cometieron nuestros primeros padres, Adán y Eva, pero como Dios ama mucho a todos, y sabía que mientras estuvieran en pecado, no podrían vivir en amistad con Él, envió a su hijo Jesucristo, quien se hizo hombre para salvar y hacer posible la vida de amor con Dios.
Hizo mención de que para ello Cristo, murió en la cruz y resucitó. De esa manera venció al pecado e hizo posible que podamos morir al pecado y nacer de nuevo a la vida de Dios. Todo ello, gracias al bautismo.
Dijo, todos nacen separados de Dios, es decir, “muertos a la vida de Dios” por el pecado original y nacemos a la vida de Dios, a la vida espiritual, al recibir el bautismo. El bautismo, como todos los otros sacramentos fue instituido por Cristo. Él le dio el mandato a los apóstoles de “ir y bautizar” a todas las criaturas y esparcir sus conocimientos en la vida, más tarde procedió a bañar con las aguas benditas del Río Jordán a la pequeña Alejandra, quien de esta manera tuvo su ingreso a las filas del catolicismo.
Al concluir la ceremonia protocolaria, familiares y amistades de la nueva cristiana se apostaron en el atrio del recinto para externarles sus felicitaciones, entre ellos sus abuelos Juana María Díaz Güereca, Nélida Varela y Susano Castro.
Más tarde en conocido salón de eventos sociales se ofreció una espléndida recepción en donde además los padrinos repartieron los bolos a manera de recordatorios.