La capilla del bautisterio de la Catedral Basílica Menor de Durango sirvió como escenario ideal para la reunión de familiares y amistades de los esposos Rosales Pulido que acudieron como testigos principales de la ceremonia de bautizo del pequeño Melchor Esteban.
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Para este momento tan especial, el pequeño lució un bonito atuendo en el característico color blanco y se hizo acompañar de sus orgullosos padres, los señores Mario Miguel Ángel Rosales Melchor y María Antonieta Bianey Pulido Ramírez.
Ellos decidieron invitar como padrinos de su heredero a los señores Yesenia Yadira Pulido Ramírez y Carlos Gerardo Pérez Ramírez, quienes se comprometieron ante el sacerdote oficiante a encargarse de encaminar en la fe católica al pequeño.
En la ceremonia estuvieron presentes también sus abuelitos María del Refugio Ramírez Valadez y Esteban Pulido Rosales, quienes comentaron que sus otros abuelitos hubieran estado muy felices de estar ahí presentes: María Guadalupe Melchor Leal (+) y José Mario Rosales Sosa (+).
Durante la ceremonia el sacerdote oficiante se dirigió a todos ellos para decirles que el bautismo es el primer sacramento del cristianismo, el cual se practica como un ritual de iniciación en todas las confesiones religiosas que siguen el mensaje de Jesucristo.
También destacó que la palabra proviene del griego “baptízein” que quiere decir “sumergir”. La inmersión alude a los rituales de purificación antiguos en los cuales el penitente se sumergía en las aguas y se levantaba de ellas en señal de renacimiento espiritual.
Dejó en claro que se cree que por medio del bautismo, las personas expresan el arrepentimiento de sus pecados, el nacimiento a una nueva vida orientada al seguimiento del Evangelio y su incorporación a la comunidad de creyentes, es decir, a la Iglesia.
Asimismo, comentó que se cree que por medio del bautismo la persona recibe el don del Espíritu Santo, la redención de los pecados y, en consecuencia, la gracia de Dios. Antiguamente, el bautismo se practicaba en la edad adulta, tal como hoy en día se sigue practicando en las confesiones protestantes. La práctica del bautismo en bebés o niños pequeños data del fin del milenio I, mucho antes de la separación de la Iglesia.
Posteriormente procedió a bañar con las aguas benditas del Río Jordan al pequeño Melchor Esteban, quien de esta forma recibió la imposición de su nombre e ingresó a las filas del catolicismo.
Al término recibieron efusivas felicitaciones por parte de sus familiares y amistades que les estuvieron acompañando y posteriormente se dieron cita en un conocido salón de eventos sociales, en donde disfrutaron de una espléndida recepción para festejar el feliz acontecimiento social.