Aficionado a los deportes, siendo sus preferidos el futbol y beisbol, desde pequeño trabajó ayudando a su padre en las labores del campo, nació en Canatlán, Durango, fue único varón de la familia Soto-Valdez, le inculcaron el amor a Dios y la fe desde niño, él es el padre Noé Soto Valdez, actualmente párroco del Templo de Santa Rosa de Lima en Durango. Quien comparte su experiencia respecto a la vida diaria que lleva y los obstáculos que enfrentan los sacerdotes en pleno 2022.
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En entrevista exclusiva para El Sol de Durango, el padre Noé habla de cómo vive su día a día, así como las diferentes facetas a las que pueden acceder; en su caso colabora en diferentes áreas, en el Arzobispado es vocero de la Arquidiócesis, se encarga de la administración y da clases en el Seminario Mayor.
La vocación de servir al prójimo
Nacido en el municipio de Canatlán, Durango, Soto Valdez describe a su familia como católica y de mucha fe, "para describirme, yo creo que tengo que poner en contexto a mi familia, crecí prácticamente en el ámbito rural, soy hijo de un matrimonio que tuvieron primero cuatro mujeres y al final nací yo, mis hermanas ayudando mucho a mi mamá y a mi papá, pero a mí me tocó prácticamente la cercanía más con mi papá, desde niño yo fui aprendiendo las labores que teníamos que desarrollar sobre todo del trabajo de mi papá, es un hombre muy trabajador", dijo con una sonrisa en su rostro.
El padre trabajó en el campo y en una herrería, "hacíamos de todo, de niño a mi me gustó mucho el futbol desde que inicié mi primaria he jugado futbol, prácticamente todos los deportes, mi papá me enseñó a jugar beisbol, mi infancia transcurrió muy tranquila gracias a Dios cobijado por mis papás y hermanas, que son unas extraordinarias personas las cuatro mayores, una infancia que considero feliz”.
Sin embargo, desde pequeño surgió el llamado de Dios en su vida, "se dio la circunstancia que en Canatlán, cada año iban los seminaristas a celebrar el 16 de septiembre, y había desfile y juegos deportivos, sobre todo un encuentro de futbol, y luego íbamos a comer con ellos en un día de campo y se terminaba con la celebración de misa, y a mí me llamaba mucho la atención ver jugar a los seminaristas, y yo decía yo quiero jugar con ellos, ¿qué se necesita para jugar? y ya me decían pues estar en el Seminario”, recuerda entre sonrisas.
El inicio de una nueva vida
Aunado a la educación de su familia fue así que el pequeño Noé supo que quería dedicar su vida a Dios, "mi familia es una familia de fe, religiosa, por lo tanto también nos fueron infundiendo los valores del Evangelio, yo me acuerdo mucho que la misa se celebraba a las 6 de la mañana los domingos, y mis papás nos levantaban para ir, entonces todo eso fue permeándose en medio de la fe que se transmitió en la familia y el deseo de conocer a los jóvenes jugando futbol con ese estilo de vida, así mis papás me trajeron a conocer el Seminario Menor, y yo entré en el año de 1998, cuando tenía 14 años”.
Fue en el Seminario donde continúo con sus estudios de preparatoria, posteriormente ingresó al Seminario Mayor para continuar con sus estudios profesionales, que ya es una carrera para poder llegar a ser sacerdote.
“Entonces mi vocación surgió de la mano de la fe de mi familia pero también de la inquietud de conocer a estos jovencitos que yo los veía contentos, alegres y jugando muy bonito al futbol”, señala.
¿Cómo prepararse para sacerdote?
Aproximadamente la carrera del sacerdocio dura alrededor de 11 años, se tiene que cursar dos carreras, la de Filosofía de cuatro años y la de Teología son otros cuatro años de estudio. De acuerdo con el padre Noé Soto, los estudiantes también deben de prestar un año de servicio parroquial y un año de diaconado.
"Algunos de nosotros nos ha tocado la gracia de Dios, porque así ha sido, de salir al extranjero entonces aparte de los otros años pues hemos hecho alguna especialidad, licenciatura especial, para poder servir a la arquidiócesis y son otros tres años, en promedio pueden ser 11 años de formación para poder ser sacerdote”.
Sin embargo, aclara que la preparación debe ser constante y nunca dar nada por sentado, actualizarse continuamente para poder servir a los fieles y a Dios.
¿Qué ofrece este estilo de vida?
De acuerdo con Soto Valdez el dedicar la vida a Dios ofrece dos cosas, "en primer lugar yo veo servicio, como decía una frase antigua, el que no vive para servir, no sirve para vivir, entonces nosotros nos dedicamos a servir, toda nuestra vida es estar atendiendo, buscando el modo de ayudar a los demás; también es satisfacción, porque es lo que nos mueve la fe y nosotros tenemos que ser persona de fe y gracias a nuestra fe en Jesucristo podemos prestar este servicio a los demás de una manera desinteresada".
Agrega que por eso tiene que ser una vocación, ya que el sacerdocio no es una profesión, es una vocación, "servir a los fieles que requieren tanta ayuda espiritual, porque les entregamos lo más precioso que nosotros podemos tener y es a Dios, y dar a Dios es un regalo grandísimos”.
El día a día de un sacerdote
Su día inicia a las 06:30 horas, lo primero que hace es una oración, posteriormente realiza las lecturas del día, "preparo las homilías, tengo un ratito de tranquilidad de meditación, y luego todos los días a las 8:00 de la mañana celebro la Eucaristía en el templo de Santa Rosa".
Continúa con su desayuno y a las 09:00 horas comienza a dar clases en el Seminario Mayor, "si no tengo clases voy a la oficina del Arzobispado, mi labor es ser ecónomo diocesano llevo la administración, a parte soy encargado de medios de comunicación (vocero de la Arquidiócesis), y salimos más o menos de aquí a las 02:00 de la tarde", destaca que tras celebrar la misa que se transmite por televisión abierta, normalmente a las 14:30 horas come y continúa con el trabajo de la parroquia, que va desde atender personas, hacer presentaciones matrimoniales y confesar.
Ya por la tarde realiza el trabajo parroquial las celebraciones de la Eucaristía, "a veces la atención a grupos de tal manera que podemos ir terminando el día más o menos 9:00 de la noche a veces un poquito más tarde, prácticamente es todo el día de actividades, sábado pues lleno, sobre todo de celebraciones de sacramentos, bautismos, quinceañeras, bodas, vamos a la televisión, etc., y los domingos todas las misas dominicales, entonces nuestro trabajo es de domingo a domingo”, dijo.
Pero al igual que cualquier persona, el padre Noé Soto es aficionado al cine y los deportes, “a mí me encanta el cine, pero no tengo tiempo de ir, me gusta mucho ver el beisbol, esta temporada no he podido ir a ver ningún partido de los Generales, casi no tenemos tiempo así dedicado para nosotros, y casi siempre es para atención a los demás”, señala entre sonrisas.
"No bastan los abrazos para detener tantos balazos"...
Finalmente, Soto Valdez se pronunció respecto a los jesuitas que fueron asesinados en Urique, Chihuahua, "es una situación lamentable porque la violencia está ganando ya casi en todos los ámbitos, no se puede vivir tranquilo y están entrando también en un espacio que es sagrado, el ámbito espiritual, porque ya no hay respeto por Dios, ya no hay respeto por quienes se dedican también al trabajo de Dios, y esto es lo que se está viviendo en el pueblo y nosotros los sacerdotes vivimos también de lo que vive el pueblo, la gente está viviendo violencia y los sacerdotes han vivido violencia".
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Agrega "nosotros tenemos que ir contra corriente y en medio de la violencia seguir sembrando paz y ese es el trabajo que tenemos, el asesinato de estos dos sacerdotes, yo creo que más que acabar con dos ministros, pues les han dado mucha vida y en medio de su testimonio de muerte, ha sido un testimonio de lo que ellos viven y es la entrega completa.
Yo lo veo como una situación humanamente perversa, muy triste, pero desde Dios una situación de testimonio, porque se nos ha dicho hay que ser misericordiosos y que los abrazos acaben con los balazos, desgraciadamente a veces los abrazos de personas como ellos, no están deteniendo los balazos, ya no bastan los abrazos para detener tantos balazos, pero ellos nos han dado un testimonio muy bonito, de que el abrazo de misericordia de Dios, puede proteger y aminar la fe de muchos que viven en medio de la violencia", puntualizó.
El también vocero de la Arquidiócesis de Durango recalcó que "ellos han enseñado que en medio de la violencia sigue habiendo personas de paz, como estos dos jesuitas, y que a través de la paz, es el camino para la felicidad no podemos seguir tolerando que la violencia nos gane”.
El padre Noé invita a los jóvenes que tienen la inquietud de estudiar el sacerdocio, a visitar la página de Facebook Pastoral Vocacional Durango para solicitar más información al respecto.