GUADALAJARA.- Una década de trabajo fue lo que invirtió el director español Raúl de la Fuente para llevar al cine el primer libro de Ryszard Kapuscinski, Un día más con vida, en una suerte de fusión entre dos géneros por naturaleza antagónicos: el documental y la animación.
Ganadora del Premio del Público y Premio Goya el año pasado, Un día más con vida relata el viaje que hizo el periodista polaco a Angola para dar cuenta en primera persona de la guerra que se vivía en ese país.
“Elegimos este libro la guionista Amaia Ramírez y yo, porque además de ser nuestro favorito, era el más cercano al guion cinematográfico. Tiene una estructura en tres actos que nos fascinó, además esa historia es clave en la humanidad, al retratar los años setenta cuando África vive su proceso de independencia,” explica Raúl de la Fuente, quien junto al director polaco Damian Nenow realizó esta cinta, que tuvo su estreno en México en la 34 edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
“La animación y el documental son los géneros más antagónicos que existen, para muchos imposibles de combinar, yo tenía mucha ilusión de fusionarlos”, comenta el cineasta vasco, porque ciertamente su experiencia estaba en el cine de documental por eso emprendió la búsqueda de un experto en animación como es el polaco Damian Nenow.
Conseguir el finaciamiento fue uno de los primeros problemas que tuvo que sortear para hacer esta película y por eso optó por levantar una coproducción con Polonia. “Cómo unos españoles querían hacer un película sobre un icono nacional polaco”, se decía, pero Raúl de la Fuente no desistió y se entrevistó con la viuda de Kapuscinski para solicitarle lo derechos de la obra, quien mostró empatía con su proyecto.
Desde el comienzo, De la Fuente tenía claro que querían hacer una gran película de animación que perdurara, porque Kapuscinski merece una película a su altura.
El desarrollo del filme fue complicado, explica, porque primero se escribió la parte animada. “Luego viajamos a Angola, Portugal y Cuba, para encontrarnos con los personajes reales que conoció el escritor.
“La decisión fue seguir las huellas por los que transitó Kapuscinski, 40 años después, la idea fue combinar la animación con escenas documentales. Fue proceso muy vivo”, menciona.