/ domingo 18 de agosto de 2024

Duende en la colonia Morga

Hola Alberto, es la primera vez que leo esta sección de relatos y me pareció una buena oportunidad para contar una historia horrible que me sucedió cuando era niña. Mi nombre es María Elena tengo 38 años, vivo en la colonia Morga y mi historia trata de una criatura extraña que vi cuando era niña. Te la cuento, disculpa si no lo escribo de la mejor manera.


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La casa de mi mamá era un patio con cuartos alrededor y cuando estaba en la primaria, siempre me quedaba en el cuarto del rincón para ver la televisión antes de la hora de la cena. Mi mamá que en paz descanse, se iba a la cocina y me dejaba en el cuarto, mientras ella preparaba comida, porque iba por mí la escuela Josefa Ortiz de Domínguez a las siete de la tarde y cuando llegábamos me hacía algún lonche, arroz con leche o cereal.

Era como el año de 1994 y estaba viendo una caricatura, recuerdo que había estado lloviendo toda la tarde y cuando llegamos ya solo había charcos en el patio. Había anuncios y me levanté de la cama para gritarle a mi mamá, pero en ese instante escuché pasos en el patio, como si alguien estuviera saltando en los charcos. Primero pensé que era mi primo Ramiro, pero él estaba haciendo tarea y ese día no había ido a la casa, sentí algo de miedo, porque estaban de moda historias del chupa cabras y extraterrestres de Jaime Maussan, aunque no creía mucho en eso, la sugestión me llenó de inseguridad.

Caminé hasta la puerta y pude ver en medio del patio a una cosita como de un metro de altura saltando en los charcos, era parecido a un perro, pero no tenía pelo y estaba en dos patas, del hocico le salían unos dientes como de cocodrilo, cuando se dio cuenta de que lo estaba observando, sus ojos se pusieron bien rojos, me sacó la lengua y empezó a burlarse, luego me paró el dedo de en medio. Yo empecé a llorar, pero con la garganta ahogada, no podía gritarle a mi mamá. Esa cosa seguía riéndose y maldiciendo con las manos.

Duende en la colonia Morga / Foto: Archivo | OEM

En una de sus manos tenía un costalito de color negro. Me dio mucho miedo y lo único que hice fue darme la vuelta y meterme a las cobijas para llorar. Después de un rato, mi mamá entró con un lonche de frijoles y un vaso de leche, se asustó cuando me vio pálida y sin poder hablar. Tardé unos minutos en poder contarle la historia y ella me dijo que a lo mejor yo estaba dormida que no tuviera miedo, se puso a orar cinco padres nuestros y me llevó con ella a su cuarto. Nunca más volvimos a hablar del tema.

Ya cuando crecí se ha dicho mucho que en la casa de mi mamá hay oro en medio del patio, porque mi bisabuela leía las cartas y mi bisabuelo había sido revolucionario y en aquel entonces aquí era un rancho de un señor de apellido Morga y mi bisabuelo trabajaba para él, a lo mejor le encargó guardar algo o no sé, pero me da mucho miedo cuando me toca ir a recoger cosas a casa de mi mamá, además de que también he sentido su presencia y me pongo nerviosa.

En ocasiones me he puesto a pensar que era un duende o algún demonio que cuida ese tesoro. Nunca hemos querido escarbar por la memoria de mi mamá y si esas joyas o dinero se encuentran ahí, nos gustaría que sea desenterrado cuando ya no existamos. Alberto gracias por leer mi historia ojalá que puedas publicarla.



María Elena, tu historia me recordó que vivimos en un estado lleno de leyendas y tesoros enterrados, es muy posible que en la casa de tu madre, exista uno enterrado, porque las energías de los muertos suelen resguardarlos, dicen que los duendes son demonios arraigados a cosas materiales, pero quizá también pudo haber sido alguna especie animal extraña que tuvo paso por ahí. En fin, tú eres la única que vivió esa espeluznante historia, agradezco tu confianza para compartirla con toda la comunidad de lectores.


En el mundo hay miles de historias y casos fantásticos que nadie puede contar mejor que tú mismo. Soy Alberto Serrato, espero sus relatos en:

INSTAGRAM @albertoserratow

albertoserrato1986@gmail.com

Hola Alberto, es la primera vez que leo esta sección de relatos y me pareció una buena oportunidad para contar una historia horrible que me sucedió cuando era niña. Mi nombre es María Elena tengo 38 años, vivo en la colonia Morga y mi historia trata de una criatura extraña que vi cuando era niña. Te la cuento, disculpa si no lo escribo de la mejor manera.


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La casa de mi mamá era un patio con cuartos alrededor y cuando estaba en la primaria, siempre me quedaba en el cuarto del rincón para ver la televisión antes de la hora de la cena. Mi mamá que en paz descanse, se iba a la cocina y me dejaba en el cuarto, mientras ella preparaba comida, porque iba por mí la escuela Josefa Ortiz de Domínguez a las siete de la tarde y cuando llegábamos me hacía algún lonche, arroz con leche o cereal.

Era como el año de 1994 y estaba viendo una caricatura, recuerdo que había estado lloviendo toda la tarde y cuando llegamos ya solo había charcos en el patio. Había anuncios y me levanté de la cama para gritarle a mi mamá, pero en ese instante escuché pasos en el patio, como si alguien estuviera saltando en los charcos. Primero pensé que era mi primo Ramiro, pero él estaba haciendo tarea y ese día no había ido a la casa, sentí algo de miedo, porque estaban de moda historias del chupa cabras y extraterrestres de Jaime Maussan, aunque no creía mucho en eso, la sugestión me llenó de inseguridad.

Caminé hasta la puerta y pude ver en medio del patio a una cosita como de un metro de altura saltando en los charcos, era parecido a un perro, pero no tenía pelo y estaba en dos patas, del hocico le salían unos dientes como de cocodrilo, cuando se dio cuenta de que lo estaba observando, sus ojos se pusieron bien rojos, me sacó la lengua y empezó a burlarse, luego me paró el dedo de en medio. Yo empecé a llorar, pero con la garganta ahogada, no podía gritarle a mi mamá. Esa cosa seguía riéndose y maldiciendo con las manos.

Duende en la colonia Morga / Foto: Archivo | OEM

En una de sus manos tenía un costalito de color negro. Me dio mucho miedo y lo único que hice fue darme la vuelta y meterme a las cobijas para llorar. Después de un rato, mi mamá entró con un lonche de frijoles y un vaso de leche, se asustó cuando me vio pálida y sin poder hablar. Tardé unos minutos en poder contarle la historia y ella me dijo que a lo mejor yo estaba dormida que no tuviera miedo, se puso a orar cinco padres nuestros y me llevó con ella a su cuarto. Nunca más volvimos a hablar del tema.

Ya cuando crecí se ha dicho mucho que en la casa de mi mamá hay oro en medio del patio, porque mi bisabuela leía las cartas y mi bisabuelo había sido revolucionario y en aquel entonces aquí era un rancho de un señor de apellido Morga y mi bisabuelo trabajaba para él, a lo mejor le encargó guardar algo o no sé, pero me da mucho miedo cuando me toca ir a recoger cosas a casa de mi mamá, además de que también he sentido su presencia y me pongo nerviosa.

En ocasiones me he puesto a pensar que era un duende o algún demonio que cuida ese tesoro. Nunca hemos querido escarbar por la memoria de mi mamá y si esas joyas o dinero se encuentran ahí, nos gustaría que sea desenterrado cuando ya no existamos. Alberto gracias por leer mi historia ojalá que puedas publicarla.



María Elena, tu historia me recordó que vivimos en un estado lleno de leyendas y tesoros enterrados, es muy posible que en la casa de tu madre, exista uno enterrado, porque las energías de los muertos suelen resguardarlos, dicen que los duendes son demonios arraigados a cosas materiales, pero quizá también pudo haber sido alguna especie animal extraña que tuvo paso por ahí. En fin, tú eres la única que vivió esa espeluznante historia, agradezco tu confianza para compartirla con toda la comunidad de lectores.


En el mundo hay miles de historias y casos fantásticos que nadie puede contar mejor que tú mismo. Soy Alberto Serrato, espero sus relatos en:

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