/ domingo 29 de septiembre de 2024

El demonio en la calle Madero

Mi relato es breve. ¿Has visto al demonio? Creo que yo sí. Es difícil aceptarlo y cada vez que lo recuerdo quisiera morir, porque jamás olvidaré ese horrible rostro y eso me hace creer que he quedado marcado para siempre.

Soy Ricardo tengo sesenta años y vivo en la zona centro de la ciudad. Sus calles últimamente me parecen más solitarias y me cuesta trabajo salir desde lo ocurrido. A los que no crean este relato pueden intentarlo e ir a la calle Madero entre Aquiles Serdán y Negrete y ver lo que ocurre pasada la medianoche, aunque no sé si tengan tan mala fortuna cómo yo.

Desde hace tiempo siento mi energía apagada, lejana a una fuerza benévola y cercana al mal. No consumo drogas ni alcohol, pero desde que murió mi esposa y que mis hijos se fueron de la casa, mi mente ha entrado en lagos muy oscuros, porque mi ocio y la soledad me han llevado a consumir contenido de la Deep web y para los que no sepan qué es, Dios los bendice.

He visto en los últimos días antes de dormir muertes crueles, torturas, crímenes espantosos y actos deshumanos sin nombre. Los disfruto porque siento que acaban con todo el sufrimiento ocasionado desde que mi mujer se encuentra en la tumba. Quizá a algunos les espante leer mi gozo por ver videos enfermos y de muertes desalmadas, pero en el día a día tenemos esos actos en nuestras narices y vivimos como si nada pasara. Tal vez piensen que necesito atención médica y de una vez les digo: NO pienso ir a un psiquiatra, porque al fin y al cabo ¿A quién le interesa un viejo como yo?

El lunes pasado, terminé de ver un montón de videos espantosos que no describiré por respeto a los lectores de este relato, pero al terminar esa sesión de porquería mental, me di cuenta de que el demonio existe, lo vi con mis propios ojos. Dicen que un modo de abrir puertas al demonio, es haciendo empatía con actos contrarios al bien y hoy le doy toda la razón a ese dicho.

Salí a caminar un rato, porque por un momento me sentí mareado y con un poco de asco, fue demasiada sangre, exceso de órganos latiendo y mucha maldad. Necesitaba despejarme para volver a ver más contenido enfermo y justo cuando pasaban las doce del reloj, caminaba por la calle Madero entre las calles donde yo los reto a corroborar mi encuentro. La noche era pesada y el ámbar de las lámparas brindaba una sensación funesta y extraña. A mitad de la cuadra, entre dos coches estacionados, pude ver una sombra larga, siniestra y me hizo pensar en algún hombre de la época colonial. No soy supersticioso, pero me detuve por un instante, pensé en cruzarme a la otra calle, pero no me iba a doblar como un niño ante una silueta en la oscuridad. Seguí caminando y esa silueta tomó forma en medio de las luces de algunas casas.


Era un hombre de mediana edad, con una piel pálida, sin arrugas, con un par de ojos color violeta. La temperatura descendió casi a una sensación de invierno y la luz de un carro, dejó ver el traje sastre en el que estaba enfundado. Sentí miedo, deseos de llorar y la vulnerabilidad abrazó todo mi cuerpo. Ese hombre no era de este mundo y no lo digo por su anormalidad, sino por la energía horrible que irradiaba. Cuando estuve de frente a él me dijo una sola cosa: “Sigue consumiendo, ya casi eres mío”. Cerré los ojos con fuerza y cuando los abrí, ese hombre seguía ahí viéndome con una sonrisa grande. Mi cuerpo tembló de miedo, pero él no desapareció, por contrario, con su dedo índice tocó mi pecho del lado izquierdo.


➡️ Entérate de todo lo que está pasando en Durango directo en tu celular. Suscríbete al canal de WhatsApp


Cuando hizo contacto sentí una desolación horrible y una punzada recorrió por todo mi cuerpo. No sé cómo lo hice y sin desmayarme, seguí caminando en automático con un dolor agudo en el pecho. Cuando llegué a la esquina para doblar a mi casa ubicada en calle Aquiles Serdán, volteé y la silueta seguía ahí casi resplandeciendo, observándome. Ya no quise indagar más y entré a la casa, sentía estar al borde de un infarto, pero logré volver a entrar en razón. Atravesé el corredor y el camino se me hizo más largo y dudoso. Entré a la sala de la computadora, todas las luces estaban apagadas y el monitor de la fue el que me brindó un poco de luz para avanzar. La página de accesos a la Deep web, estaba lista para seguir en funcionamiento, seguí viendo esos videos sin pensar en lo ocurrido, no pienso doblegarme, pero estoy seguro de que ese encuentro fue con el demonio.

Mi relato es breve. ¿Has visto al demonio? Creo que yo sí. Es difícil aceptarlo y cada vez que lo recuerdo quisiera morir, porque jamás olvidaré ese horrible rostro y eso me hace creer que he quedado marcado para siempre.

Soy Ricardo tengo sesenta años y vivo en la zona centro de la ciudad. Sus calles últimamente me parecen más solitarias y me cuesta trabajo salir desde lo ocurrido. A los que no crean este relato pueden intentarlo e ir a la calle Madero entre Aquiles Serdán y Negrete y ver lo que ocurre pasada la medianoche, aunque no sé si tengan tan mala fortuna cómo yo.

Desde hace tiempo siento mi energía apagada, lejana a una fuerza benévola y cercana al mal. No consumo drogas ni alcohol, pero desde que murió mi esposa y que mis hijos se fueron de la casa, mi mente ha entrado en lagos muy oscuros, porque mi ocio y la soledad me han llevado a consumir contenido de la Deep web y para los que no sepan qué es, Dios los bendice.

He visto en los últimos días antes de dormir muertes crueles, torturas, crímenes espantosos y actos deshumanos sin nombre. Los disfruto porque siento que acaban con todo el sufrimiento ocasionado desde que mi mujer se encuentra en la tumba. Quizá a algunos les espante leer mi gozo por ver videos enfermos y de muertes desalmadas, pero en el día a día tenemos esos actos en nuestras narices y vivimos como si nada pasara. Tal vez piensen que necesito atención médica y de una vez les digo: NO pienso ir a un psiquiatra, porque al fin y al cabo ¿A quién le interesa un viejo como yo?

El lunes pasado, terminé de ver un montón de videos espantosos que no describiré por respeto a los lectores de este relato, pero al terminar esa sesión de porquería mental, me di cuenta de que el demonio existe, lo vi con mis propios ojos. Dicen que un modo de abrir puertas al demonio, es haciendo empatía con actos contrarios al bien y hoy le doy toda la razón a ese dicho.

Salí a caminar un rato, porque por un momento me sentí mareado y con un poco de asco, fue demasiada sangre, exceso de órganos latiendo y mucha maldad. Necesitaba despejarme para volver a ver más contenido enfermo y justo cuando pasaban las doce del reloj, caminaba por la calle Madero entre las calles donde yo los reto a corroborar mi encuentro. La noche era pesada y el ámbar de las lámparas brindaba una sensación funesta y extraña. A mitad de la cuadra, entre dos coches estacionados, pude ver una sombra larga, siniestra y me hizo pensar en algún hombre de la época colonial. No soy supersticioso, pero me detuve por un instante, pensé en cruzarme a la otra calle, pero no me iba a doblar como un niño ante una silueta en la oscuridad. Seguí caminando y esa silueta tomó forma en medio de las luces de algunas casas.


Era un hombre de mediana edad, con una piel pálida, sin arrugas, con un par de ojos color violeta. La temperatura descendió casi a una sensación de invierno y la luz de un carro, dejó ver el traje sastre en el que estaba enfundado. Sentí miedo, deseos de llorar y la vulnerabilidad abrazó todo mi cuerpo. Ese hombre no era de este mundo y no lo digo por su anormalidad, sino por la energía horrible que irradiaba. Cuando estuve de frente a él me dijo una sola cosa: “Sigue consumiendo, ya casi eres mío”. Cerré los ojos con fuerza y cuando los abrí, ese hombre seguía ahí viéndome con una sonrisa grande. Mi cuerpo tembló de miedo, pero él no desapareció, por contrario, con su dedo índice tocó mi pecho del lado izquierdo.


➡️ Entérate de todo lo que está pasando en Durango directo en tu celular. Suscríbete al canal de WhatsApp


Cuando hizo contacto sentí una desolación horrible y una punzada recorrió por todo mi cuerpo. No sé cómo lo hice y sin desmayarme, seguí caminando en automático con un dolor agudo en el pecho. Cuando llegué a la esquina para doblar a mi casa ubicada en calle Aquiles Serdán, volteé y la silueta seguía ahí casi resplandeciendo, observándome. Ya no quise indagar más y entré a la casa, sentía estar al borde de un infarto, pero logré volver a entrar en razón. Atravesé el corredor y el camino se me hizo más largo y dudoso. Entré a la sala de la computadora, todas las luces estaban apagadas y el monitor de la fue el que me brindó un poco de luz para avanzar. La página de accesos a la Deep web, estaba lista para seguir en funcionamiento, seguí viendo esos videos sin pensar en lo ocurrido, no pienso doblegarme, pero estoy seguro de que ese encuentro fue con el demonio.

Local

Inseguridad provoca el cierre temporal de 14 restaurantes en Sinaloa

Al menos 14 restaurantes instalados en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, decidieron cerrar sus puertas de manera temporal

Local

Pide presidente de la FEUD evitar la intimidación a estudiantes en renovación de rectoría

Como representantes del alumnado, estarán pendientes de que se respeten los derechos de las y los estudiantes

Local

Se perderá la mitad de la cosecha de frijol si no llueve en los próximos días

Si no llega el agua el frijol que está en buen estado, perderá todo su potencial de producción

Cultura

¿Qué hacer este fin de semana en Durango? 28 y 29 de Septiembre

Sin importar cuál sea tu plan ideal, Durango tiene algo especial que ofrecer para ti y tus seres queridos

Policiaca

Detienen a 2 mujeres de CDMX con autos robados en Chihuahua

Circulaban por la carretera Panamericana en dos automóviles robados en el estado de Chihuahua