Durango es una ciudad de artistas. El potencial creativo de jóvenes pintores se confirma al finalizar cada exposición y como viene sucediendo en los últimos años, la sala emergente del Museo Palacio de los Gurza se convierte en un espacio de evidencias sobre el nivel artístico de muchos jóvenes duranguenses.
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Ricardo Gallegos ya hizo lo propio para merecer todos los apoyos que garanticen la continuidad de su producción artística. Es egresado de la Escuela de Pintura, Escultura y Artesanías, ha irrumpido en el panorama cultural con fuerza y tras concluir su primera muestra individual ya el tiempo corre en una cuenta atrás muy especial, para que los próximos cuadros de su ingenio personal vean la luz en una siguiente exposición que promete ser una confirmación.
Una vigilia creativa
El pasado viernes 26 de enero tuvo lugar la apertura de su exposición titulada "Vigilia", fueron seis meses de preparación y de mucha vigilia, ya que sus pinturas han seguido esta temática del entresueño y la duermevela, del estado de noctambulismo en el que las imágenes toman forma en sus lienzos, entre horas intempestivas donde las calles y los sueños se confunden en un intervalo de clarividencia y de sorpresa, como queriendo eternizarse.
La pintura de Ricardo Gallegos tiene un aura surrealista, sin embargo las soledades necesarias de sus cuadros de intemperie urbana remiten también a Edward Hopper, su predilección por el suspense cinematográfico hace que muchos de sus cuadros tengan un aire de misterio a punto de gritar, pero también la luz hace que se contenga el grado de tensión interior de sus cuadros, como en las buenas películas donde algo puede suceder en cualquier momento y la vigilia se hace infinita.
La esencia biográfica
Hay piñatas y árbol navideño, una luz roja de helicóptero, el hospital 450 y una pierna gigantesca que simboliza la pesadilla. En los 16 cuadros de la exposición de Ricardo Gallegos se encuentran los ingredientes de un cóctel imaginativo de alto voltaje. También una "segunda luz" del altar de una Virgen de la Guadalupe sirve como punto de referencia en el rancho de Echeverría de la Sierra, lugar de procedencia paterna de su familia.
Como los buenos pintores, la biografía personal irradia un horizonte de introspección. Y el pincel del joven artista fecunda de sentidos el blanco anónimo y neutro de la tela. Ricardo Gallegos se asoma por la ventana y logra que el espectador vea lo que él vio, aquí es donde se cifra el rendimiento cromático y el encuadre, la resolución de la pintura que por muy cercada que esté del objetivo fotográfico, el realismo de la vigilia pictórica hace que el hechizo del arte se configure en el acto mismo de la contemplación. Ver uno de los cuadros de Ricardo Gallegos, hace que se sienta de frente el volumen y el espacio de su lugar de residencia en la Colonia La Virgen, así como las callejuelas del centro capitalino de Durango, en las altas horas de la madrugada cuando todo viandante puede ser el protagonista de la película.
Tras la exposición de Rick Gallegos en la memoria del visitante del museo los edificios de noche se parecen, a partir de entonces, a los cuadros del pintor. Él cumplió con la vigilia y su obra tras ser clausurada, ya es materia del sueño de otros. Así es como los artistas pintan de verdad.