La chica del tren (Planeta, 2016) es uno de los libros más vendidos de la última década, pero su autora, Paula Hawkins, no sabe cómo es que sucedió. Lo dice ahora y lo ha dicho siempre: la literatura no es una fórmula del éxito.
Los bestsellers y las filas de fans pertenecen a un Olimpo al que muy pocos escritores tienen acceso. Sin embargo, esta escritora británica no se siente parte de ese mundo exclusivo. Su sencillez no sólo radica en su prosa: también en su persona.
Al hablar sobre su nueva novela, A fuego lento (Planeta, 2021), intuye que sus libros se leen por una razón que parece muy simple: a la gente le gustan los personajes comunes y corrientes. Esa, dice, es la clave de casi cualquier thriller exitoso.
“Hay mucho apetito por este tipo de ficción porque se habla de personas ordinarias que podrían ser tus vecinos o tus familiares. Mis personajes, por ejemplo, no son espías ni gángsters: son gente normal. Por eso ha habido un boom de las historias de crímenes reales en cualquier plataforma, desde los podcasts hasta las series de Netflix”, asegura Hawkins, quien antes de escribir novelas se dedicaba al periodismo económico y financiero.
Tras ser cuestionada sobre el gran éxito comercial que han tenido sus libros, la autora concluye que al público siempre le han llamado la atención las personas ordinarias cuyas vidas han dado giros muy oscuros. Ejemplo de ello es, justamente, A fuego lento, cuyos personajes llevan al lector, inevitablemente, a reflexionar en torno al perdón y la venganza.
“Me interesa preguntarme si el perdón ayuda, si la venganza ayuda. La venganza quizás no, ¿pero el perdón? Nadie es un juez tan bondadoso como para poder perdonar”, comenta Hawkins, quien no cree que su nueva novela sea llevada al cine, como sí sucedió con La chica del tren.
Este libro está ambientado en Londres, la ciudad donde la autora vive actualmente. La capital inglesa, tan rebosante de historias ordinarias y extraordinarias, ha sido la caldera de emociones con la que Hawkins experimenta hasta moldear personajes contradictorios y complejos: terriblemente humanos.
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¿Cómo es que una persona que sufrió en el pasado puede hoy tener un terco impulso de matar? ¿Cómo es que una persona busca desahogar su odio en quien jamás la hirió sólo porque tiene sed de venganza? Esas son sólo algunas de las preguntas que se hacen las protagonistas de A fuego lento.
Sobre el sesgo feminista de su prosa, explica: “Creo que las mujeres han hecho su propio espacio en el mercado literario, y creo que sí hay mucho respeto por las escritoras que hacen literatura sobre crímenes. Se puede escribir siendo feminista sin que estas ideas sean explícitas: eso sólo se logra si te enfocas en los personajes y no tratando de pensar en que quieres demostrar un punto ideológico. Son importantes los mensajes feministas, pero mi forma de expresarlos es a través de la historia, no directamente”, concluye Hawkins.