Autor de su propio mito de hombre ilustre y paladín de cultura, a través de sus libros de memorias, como lo fue su célebre “Ulises criollo” (1935), el abogado, político y escritor José Vasconcelos terminó por convertirse en el “apóstol de la educación”, tras el fin de la Revolución, luego de que el entonces presidente Álvaro Obregón lo nombró secretario de Institución Pública.
Su trabajo fue de gran calado como orquestador de la primera reforma educativa, cuyos programas dieron pie a una estrategia que incluyó la construcción de una vasta infraestructura, entre las que destacó su proyecto de las escuelas rurales; incentivó un proyecto de difusión, mediante amplios tirajes de libros que se distribuyeron en el país y una serie de “Misiones Culturales” en lugares marginales.
Vasconcelos también tuvo injerencia en la creación de la misión que hasta hoy tiene la UNAM, primero como director de la Escuela Nacional Preparatoria y luego como rector de la universidad.
Sin embargo, esta imagen casi impoluta del buen funcionario, contrasta con su intento por alcanzar la presidencia del país en 1929, bajo circunstancias más que desiguales, que derivaron en un conflicto irreparable entre Vasconcelos y el Partido Nacional Revolucionario.
Fue en esos tiempos cuando Vasconcelos, según publicó el investigador Bar-Lewaw en una revista de nombre “Timón”, de corte derechista, pro alemán, que Vasconcelos se expresó a favor del que se convertiría en el monstruo de la historia del siglo XX, en un artículo fechado en 1940.
“Hitler, aunque dispone de un poder absoluto, se halla a mil leguas del cesarismo. La fuerza no le viene a Hitler del cuartel, sino del libro que le inspiró su cacumen. El poder no se lo debe Hitler a las tropas, ni a los batallones, sino a sus propios discursos... Hitler representa, en suma, una idea, la idea alemana, tantas veces humillada antaño por el militarismo de los franceses, la perfidia de los ingleses”.
Esta y otras declaraciones a favor de nazismo, han puesto en cuestión algunas de las teorías más importantes del pensamiento de Vasconcelos, como “La raza cósmica”, que paradójicamente exaltaba la creación de una nueva raza hecha de todas las razas. Lo cierto es que los investigadores, entre ellos el mismo Lewaw siguen preguntándose el por qué de este gesto tan contrastante en un hombre como Vasconcelos.