Desde la mirada amorosa de un hijo hacia su padre, Juan Aceves filmó los últimos años de vida del pintor Gilberto Aceves Navarro. Se dedicó a filmarlo y fotografiarlo en la intimidad de su hogar, en las charlas de sobremesa, en las reflexiones nacidas del tequila, en las clases con jóvenes pintores. Buscaba al hombre detrás del artista, del pintor, del maestro. “Me encontré con un héroe que pasó a ser un ser humano”, ataja el documentalista.
En el marco del cumpleaños 90 del fallecido artista, que se celebró el pasado 24 de septiembre, su hijo presentó un adelanto del documental que prepara sobre su trayectoria. El avance de la película, que se estrenó en redes sociales, estará disponible por unos días en línea de manera gratuita para celebrar al pintor, quien murió el 21 de octubre de 2019.
“Cuando yo era muy chico, mi padre llegó con una cámara fotográfica que yo confisqué de inmediato y comencé a tomarle fotos; parte del registro del documental diría que empieza en el momento en que yo empiezo a observar a mi papá y ya el propósito de filmarlo se da una vez que estoy viviendo en Nueva York y como no nos vemos a menudo, cada vez que iba o venía lo filmaba y me fui dando cuenta que lo que tenía era un material que retrataba a un personaje muy rico”, explicó Juan Aceves en entrevista.
El documental no pretende ser una revisión biográfica exhaustiva o una narración académica; ese trabajo queda en manos de las instituciones, advierte Aceves. Esta película es más personal. Son fragmentos de diferentes momentos filmados en un contexto familiar con la intención de conocer al ser humano detrás de la figura pública, así la narrativa es la de una conversación entre padre e hijo.
“Es muy libre el documental de la misma manera que él fue libre. No es un documental académico donde aprendamos de las corrientes y cosas técnicas de su carrera, no es así porque no creo que yo sea el indicado para ello, se necesita mucha investigación. Esta película es una visión de una relación de amor mutua, es mi padre, la persona que amo y que se deja retratar por la persona que él ama también, por eso es muy íntimo, no tiene una estructura narrativa per se, son más bien pequeños sueños”, refirió.
Aceves está interesado en hacer evidente la relevancia de la obra de Gilberto Aceves Navarro, Premio Nacional de Artes y Ciencias 2003, no sólo para el arte mexicano de la segunda mitad del siglo XX, sino incluso para la generación actual de artistas que buscan referentes en la pintura expresionista y abstracta de la que él fue precursor en México.
Para ello busca alianzas con universidades y museos que ayuden en la conservación de un amplio cuerpo de obra y, sobre todo, en su difusión nacional e internacional. “Seguimos mirando a los mismos nombres y creo que ya es tiempo que volteamos a ver a los demás, como mi padre que tal vez no anduvo en los muros como Diego Rivera, pero que si se analiza la influencia que tuvo en las generaciones de artistas, entonces vemos otro tipo de impacto y se le tiene que dedicar mucha investigación a ese trabajo”, apuntó.
Aceves adelantó que ha tenido reuniones con la UNAM y, en particular, curadores del Museo Universitario Arte Contemporáneo para formalizar la donación de obra y una exposición retrospectiva que dé coherencia académica a todo el acervo. Lo mismo trabaja con museos del INBAL para lograr proyectos de difusión del trabajo de Aceves Navarro.
En tanto, la fundación que lleva el nombre del artista tiene un avance de más del 70 por ciento en el registro de obra y corrección de datos para concretar la publicación de un catálogo razonado. El porcentaje equivale a poco más de mil obras registradas, y todavía quedan en el tintero otras tantas que podrían estar en colecciones privadas o internacionales.
En bodega quedan decenas de cajas repletas de documentos: reseñas de periódicos, apuntes, proyectos, planos, diarios, que hacen una historiografía de la trayectoria de Aceves Navarro quien dedicó seis décadas a la producción de arte no sólo en obras físicas, pintura o escultura, sino en la enseñanza de jóvenes creadores.
“Mi padre nunca se detuvo, días antes de su muerte todavía estaba pintando. Algo que lo identifica es que jamás se repitió, nunca fue estático y por eso hay que hacer mucho trabajo de investigación”, concluyó.