Después de casi un cuarto de siglo, la Academia Mexicana de la Lengua (AML) regresa a su sede histórica, en Donceles 66, en el centro de la Ciudad de México, donde los miembros de esta institución celebraron su primera sesión plenaria desde de 2020 y llevaron a cabo la apertura de su biblioteca, la cual estará abierta al público y ofrecerá actividades de divulgación.
“Con esto estamos recuperando una parte de nuestra historia. Esta casa fue dirigida por varios académicos muy ilustres, inmediatamente después de don Alejandro Quijano, dirigió la corporación don Alfonso Reyes, después, don Francisco Monterde, Agustín Yáñez y después don José Luis Martínez, quienes despacharon y sesionaron en esta casa, donde una pléyade de intelectuales, escritores, filólogos y lingüistas pronunciaron sus discursos de ingreso y aquí trabajaron”, mencionó el académico y narrador Gonzalo Celorio, actual director de la AML, en la ceremonia de reapertura, a la que asistieron representantes de diferentes instituciones académicas y culturales.
“Esta casa, pues, tiene mucha historia que sabremos aquilatar para continuar con nuestras tareas académicas que son muy importantes porque se relacionan con nada menos que nuestro patrimonio intangible más importante, la lengua española”, agregó el también ensayista, quien fue el encargado de la recuperación de este espacio, que se encontraba en litigio y pertenece a la AML desde 1956.
Polo de desarrollo cultural
Por la zona céntrica en la que se encuentra este edificio que data del siglo XVIII, Gonzalo Celorio destacó que hay varias instituciones vecinas que tienen una gran convocatoria, la cual esperan alcanzar a través de la disposición de la Biblioteca Alberto María Carreño, perteneciente a la AML, así como las sesiones públicas de la misma corporación, donde se ofrecerán conferencias homenajes y discursos de ingresos de académicos.
“Creemos que la academia tendrá también esa convocatoria, aunque nuestra especificidad es más reducida, porque a pesar de que tenemos una integración plural, nos dedicamos específicamente en sus relaciones con las lenguas originarias del país. Pero esto no significa que esta casa no pueda ser un polo de desarrollo cultural”, puntualizó.
Compuesta por las colecciones de Rubén Bonifaz Nuño, Miguel Capistrán, Arturo González Cosío y Antonio Carrillo Flores, la biblioteca de la AML suma un total de 55 mil títulos, algunos de gran valor histórico por sus aportes sus aportes a la literatura, estudios lingüísticos del español lenguas indígenas de México y el mundo, así como de temas jurídicos.
“Esta biblioteca fue pasando de una bodega a otra y esta es la primera vez después en más de veinte años que los libros vuelven a estar reunidos y que veo que se llevan muy bien entre sí. Ahora ya la tenemos aquí, aún falta terminar de clasificarla, pero ya está expuesta”, expresó el autor del libro “Los mentideros de la memoria” (2022).
Segunda etapa
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Celorio también expresó que la reapertura de esta sede representa el cierre de una primera etapa de la remodelación y adaptación del inmueble, realizados con el apoyo de las fundaciones Kaluz y Magdalena Ruiz del Valle. En una segunda etapa, se planea habilitar una sala de plenos permanente, pues la que se encuentra ahora dentro de la misma biblioteca es temporal, así como un auditorio para 100 personas y una terraza.
Las sesiones de los miembros de la AML, finalizó su director, serán en un sistema híbrido, “haremos aquí las sesiones solemnes y las sesiones públicas, y trabajarán las comisiones de Lexicografía, Consultas y del Gabinete Editorial, pero las sesiones ordinarias, muchas de ellas seguirán siguiendo telemáticas. Reocuparemos la casa paulatinamente y de forma escalonada”.