“…Soy una araña negra, y sigo tejiendo la red, dentro y fuera del estado y del país. (…) Mis mejores obras son los alumnos, y me siento orgulloso de decirlo”, dijo José Trinidad Núñez Quiñones, licenciado en Artes Visuales.
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El maestro Trino, como es conocido, o “el señor de las máscaras, el hombre de barro”, como es el último sobrenombre que le dieron, nació en Canatlán, Durango, el 13 de junio de 1948, y además de incursionar en otros ámbitos como es la seguridad, al ser reclutado para la Fuerza Aérea y más tarde integrarse a las fuerzas de protección de la Presidencia de la República, donde fue guardaespaldas de un funcionario federal, también ha llevado sus obras a exposiciones locales, nacionales e internacionales.
Hoy, es decano de la Casa de la Cultura, donde efectivamente, sigue tejiendo la red, al compartir sus conocimientos, sus técnicas, experiencia y anécdotas a cientos de duranguenses que buscan incluirse en el arte de la cerámica, los alebrijes, y más…
Su historia en el gran mundo de las artes comenzó en primaria, cuando tuvo su primer contacto con las arcillas o barros, de ahí el brinco fue a la Escuela de Pintura, pues según narra, en aquel momento, hace alrededor de 60 años, no había secundaria ni preparatoria, de tal manera que entró directo a estudiar su carrera profesional.
“Entré directo a la Escuela de Pintura, ahí empiezo mis pininos como discípulo del maestro Francisco Montoya de la Cruz. Y entro al taller de cerámica como un valor anexo a la carrera de maestro en Artes Plásticas, donde mi primer maestro es Manuel Rodríguez Prado”.
De ahí emerge la figura del maestro Trino, quien empieza a mostrar sus obras en exposiciones locales, nacionales e internacionales. En medio de una importante proyección, sin planearlo, hace una pausa en su carrera artística para incursionar y dejar huella en el ámbito de la seguridad en el país.
Ingresa a la Fuerza Área
Según su línea cronológica y su destino, Núñez Quiñones deja por un tiempo sus estudios, exposiciones y proyección, pues “se viene un movimiento muy fuerte a nivel nacional, se decía que era un Golpe de Estado al país, y entonces reclutan a personal para un según batallón en la Fuerza Aérea Mexicana”.
Autoridades se dedicaron a reunir personas por todo el país, donde Trino levantó la mano y se dio de alta; esta oportunidad le permitió crecer en un espacio antagónico al que se venía desarrollando.
“Yo antes era estudiante, universitario, y después estaba en el lado contrario, fue un choque ideológico, pero la necesidad económica me obligaba a estar en esos espacios”. A la par, estudia artes marciales y llega a cinta negra en kung fu.
Su próxima tarea fue dentro de las fuerzas de protección de la Presidencia de México, donde lo anexan como guardaespaldas del entonces secretario de Comercio de la Nación. Aunque su desempeño fue bueno y tuvo un gran aprendizaje, “este espacio ya no me gustó, y me devuelvo e incorporo de nuevo a la universidad”.
Retoma sus estudios
Con una carrera trunca, a mitad del camino, regresa en busca de concluirla y continuar su crecimiento en el área que finalmente era su pasión. “Sigo estableciendo un camino dentro de la investigación de mantos arcillosos en el estado”.
En ese transcurso, llega la necesidad de hacer las escuelas colegiadas para lograr u título de universidad, por lo que quienes no tenían secundaria o preparatoria –porque hasta antes de ello no existía esa figura educativa- tuvieron que nivelarse y recuperar los estudios.
En dos años, Núñez Quiñones hizo secundaria, prepa y la carrera profesional de Maestro y Licenciado en Artes Visuales. Aquí fue donde a él y el resto de egresados fueron llamados como arañas negras.
El padrino de generación fue Ramos Rico, maestro de Artes Visuales en Guadalajara, “él nos dijo, ‘hoy los denomino las arañas negras, irán tejiendo las redes en el camino de la sabiduría y el conocimiento que adquirieron para que se extienda a través de todos ustedes’. Y así lo hicimos”.
Una nueva historia…
Ya como un profesionista, dijo, se le abrieron puertas más grandes, por lo que también su proyección fue más grande. En el avance de su vida, “llego a la Casa de la Cultura para abrir el taller de cerámica, me convertí en un representante legal de los trabajadores académicos, pasan los años y me dan el nombramiento de decano de la Casa de la Cultura”.
Así, actualmente es el decano de la Casa de la Cultura, maestro titular del taller de Cerámica, alebrijes y cartonería, jubilado de la universidad. “…y sigo proyectando, sigo trabajando; me dijeron en aquellos tiempos ‘escogiste la carrera equivocada, te vas a morir de hambre, los artistas siempre andan tocando puertas y no se les abre’, les digo pues hay que existir. A final de cuentas lo he logrado y me siento orgulloso de ser un artista plástico, del arte objeto”.
Ha llegado a tales espacios que sus alumnos se encuentran en otras altitudes, son maestros y licenciados desenvolviéndose en España, Francia, Estados Unidos, Colombia, Canadá, a parte de los que están a nivel local.
Familia de artistas
José Trinidad Núñez Quiñones viene de una familia de artistas, su hermano Manuel Soria es el autor de las odaliscas del Teatro Ricardo Castro, autor de la talla directa del Cerro de Mercado en madera que está en el Loby Universitario, además del Ricardo Castro, Los Niños Héroes en el Parque, y muchas esculturas más.
Enseguida, su hijo es fundidor, y su hija se encuentra actualmente estudiando la licenciatura en Artes Visuales. Cuenta la familia con una galería personalizada, y un laboratorio cerámico.