El barrio bravo de la colonia Cerro de Guadalupe lo llevaron a soltar puñetazos a diestra y siniestra, defenderse en las feroces calles fue la principal causa que lo llevo a enamorarse de la disciplina del boxeo, más allá, de que los golpes y los pleitos eran su fascinación, hoy, ya son más de 31 años los que tiene Juan Carlos Barreto Reyes, “El Chocolate”, en esta hermosa disciplina, una carrera que comenzó como novato en el gimnasio ferrocarrilero de Pepe “Parga”, más adelante como profesional con Alfonso Martínez y hoy, es él, quien se encarga de formar boxeadores de calidad en su gimnasio.
Es la historia de “El Chocolate” Barretera, duranguense que nació el 12 de octubre de 1976 y que allá a finales de los 90´s, fue su gran boxeo el que lo catapultó a ser parte de funciones de box de talla nacional e internacional y que hoy, sigue enamorado del boxeo y con la finalidad de que las nuevas generaciones se alejen de la drogadicción, comparte si sabiduría en su propio gimnasio del fraccionamiento Buganvilias.
Con mucha amabilidad, pero sobre todo con ese don de pueblo que le caracteriza, “El Chocolate” charló de su carrera con El Sol de Durango, en donde de entrada relató cómo es que se tuvo que sumergir en el deporte del boxeo:
Me gusto desde chico porque siempre me han gustado los pleitos, siempre he sido peleonero, mi mejor desahogo fue el boxeo y ahora que ya estoy grande soy entrenador de chavalos, quiero sacarlos adelante y que sigan el ejemplo mío, que sean mejores, yo los apoyo en lo que ellos quieran y el fin es que se alejen de las drogas, que es lo que los está acabando, y yo los invito para que se unan a mi gimnasio para ver si con el tiempo sacamos un campeón, ¿porque no?
¿En qué lugar se formó “El Chocolate” Barreto?
Yo crecí en el barrio de la colonia Guadalupe, en el cerro, ahí fue donde inicié mis primeros pleitos callejeros y de ahí me fui con el señor Pepe “Parga”, empecé a entrenar y como a mí siempre me gusto salir a viajar y ser profesional, Parga en ese tiempo no tenía mucha relación de eso y me tuve que ir con don Alfonso Martínez, donde estaba la crema y nata de los peleadores grandes, fue ahí que me formaron como profesional.
¿Cuáles fueron los mejores capítulos que Juan Carlos vivió dentro del boxeo?
En una función de Julio Cesar Chávez derroté a Quirino García y más adelante, fui parte de grandes carteles en los que pude derrotar a boxeadores de mucha calidad como Alfred Ankamah, africano número 5 del mundo, a Jorge Vaca, también campeón del mundo, todo esto a finales a de los 90´s, que fue la época dorada de mi carrera.
Ahora, la formación de nuevos valores, ¿Qué le deja a “El Chocolate”?
Significa mucho para mí, porque si llega a salir un peleador bueno es mucha la satisfacción que como formador se tiene, tengo varios campeones de guantes de oro, pero los chavitos se desaniman, a los chavos los sacan y se los llevan a las drogas, es un batallar, pero yo como les he dicho siempre, mi gimnasio tiene las puertas abiertas para el que quiera boxear.
Desde sus inicios, son ya más de 30 años los que “El Chocolate” tiene inmerso en el deporte de las orejas de coliflor y hoy, invita a todos esos niños y jóvenes, que tengan en mente triunfar en el boxeo, para que se unan a su gimnasio que está ubicado en el # 142 de la calle Estroncio en el fraccionamiento Buganvilias.
Finalmente, ¿Cuál sería el mensaje para las nuevas generaciones de boxeadores?
Que le echen muchas ganas, los invito a que salgan adelante, ojalá que sean mejor que yo, hago mis corajes de repente aquí porque no le echan ganas, ellos tienen toda la juventud por delante, les digo que como quisiera tener su edad, estar de 15 años para tirar golpes, pero hay muchos que si se aplican y el próximo fin de semana estaremos en el gimnasio del José Luis “El Maestrito” López, en donde estarán peleando varios de mis prospectos con peleadores del “Cañas” Muro.
Entusiasmo se queda corto, tal vez la inquietud por descubrir un futuro campeón, ha sido el motor principal, para que hoy, este icono de nuestro boxeo, continúe inmiscuido en este gran deporte y compartiendo sus conocimientos, con los que alguna vez subirán al encordado con su apodo acompañado del Durango, en sus calzoncillos, claro está que representándonos con mucha calidad.