El 2 de marzo de 1907, hace 117 años, nació en Chalchihuites, Zacatecas, región de la Arquidiócesis de Durango, David Roldán Lara, uno de los santos mártires. Su biografía compartida por la Iglesia Católica indica que sus padres fueron Pedro Roldán Reveles y Reinalda Lara Granados.
- Te puede interesar leer: Conoce la historia de San Manuel Morales, uno de los santos mártires
Su padre murió cuando David tenía apenas un año de edad. Reinalda quedó viuda a corta edad, ella era conocida como una mujer apegada a la religión, y que ante ello inculcó en su hijo un gran amor a Cristo y a la iglesia. La mujer ingresó a su hijo a un colegio a fin que estudiara, pero más tarde Roldán Lara llegó al Seminario de Durango. No todo fue como él esperaba, pues en medio de un escenario económico complicado, tuve que abandonar este lugar.
“David fue un hijo modelo en todo sentido. Quería mucho a su madre, era respetuoso, obedientes, atento, y procuraba evitarle todo disgusto y molestia. Hasta parecía que adivinaba sus pensamientos. Sus amigos aseguran que era la alegría de su casa, y que era un joven limpio y jovial, ordenado y responsable”.
Trabajó en la mina de nombre “El Conjuro”, y aunque destacó en este lugar, siguió siendo un cristiano comprometido y formó parte de Acción Católica. En 1925 fue nombrado presidente de la misma.
Más adelante, cuando se registraron problemas por las leyes callistas, se le nombró vicepresidente de la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa, establecida en Chalchihuites.
El entonces presidente municipal Donaciano Pérez y el telegrafista J. Refugio García, acusaron falsamente al cura Batis y a sus colaboradores de incitar a levantarse en armas, ante lo que todos los habitantes de la región protestaron. Exactamente el 15 de agosto de 1926, mientras ya se encontraba prisionero, el cura, David estaba en su hogar, pero de manera inesperada un grupo de soldados lo detuvieron.
Se dice que salió sonriente, e incluso al pasar por la casa de algunos amigos, los saludó. Lo trasladaron hasta donde estaba el cura y otros jóvenes, como es el caso de Manuel Morales y Salvador Lara.
A las 12 horas aproximadamente se llamó al párroco y a tres jóvenes, entre ellos David; avanzaron y vio morir al sacerdote y a su amigo Manuel Morales. Se dirigió a un lugar más adelante, a donde le indicaron los soldados.
El pelotón procedió al fusilamiento, dándole incluso el tiro de gracia; se dice que Roldán Lara siempre mantuvo una sonrisa en su rostro, pese a que estaba por ser fusilado.
“Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe”, se escuchó el grito antes de la tragedia.