“Fue algo increíble. Creo que ha sido lo más impresionante que he visto, astronómicamente hablando. Además, la emoción de todas las personas reunidas ahí, creó una atmósfera mágica.” (mis propias palabras).
- Te puede interesar: Cometa 12p/Pons-Brooks
Creo que la primera vez que hice mención de este evento en público fue hace casi 15 años. En aquel entoces, la fecha parecía muy lejana. Los años fueron pasando y hace unos dos (años), ya empezamos a tomar conciencia de lo que nos esperaba. La planeación nos decía que sería una tarea ardua, que si queríamos involucrar a los medios de comunicación, a las instituciones y al público en general, deberíamos dedicar mucho tiempo a ello.
Y así fue como en “Cazadores de Estrellas”, iniciamos por considerar lugares, equipos y todo aquello que queríamos mostrar al público llegado el momento.
Creo que el “comunicar” lo que se esperaba del evento astronómico, era lo más complicado, ya que vivimos en un mundo, y particularmente, en un país, donde la desinformación está a la orden del día, donde las noticias sensacionalistas venden más que las reales y donde la astronomía y la astrología suelen confundirse.
Así que nos propusimos desarrollar material para ofrecer capacitaciones, principalmente a escuelas, pero también al público en general. La idea era que supiéramos, a ciencia cierta, en qué consiste un eclipse y las medidas de seguridad para observarlo; pero, para eso: para observarlo; porque un fenómeno así, tiene que disfrutarse.
A la par de decenas de cursos – talleres (más de 25), en donde se capacitaron más de 3,000 personas, entre docentes, padres de familia y alumnos de todos los niveles, así como entrevistas en todos los medios de comunicación de la localidad y de otros estados de la República, se iniciaron las pláticas con “Bebeleche, Museo Interactivo de Durango”, que tradicionalmente ha sido sede de los eventos anuales de “Noche de Estrellas”.
Siempre con la disposición y el trabajo de todo el personal del museo (encabezados por mi amigo Alfredo Andrade) y los miembros de Cazadores, se planearon actividades y la logística del día cero. Se involucró a la Facultad de Ciencias Exactas, que de unos años a la fecha, es asiduo participante en “Noches de Estrellas”. La agrupación “Señantes Duranguences, A.C.”, como en otras ocasiones (incluidas varias de las capacitaciones), también se unieron como participantes del evento. Obviamente, la “Legión 501” (de StarWars) eran, siempre, otro gran atractivo.
8 de abril de 2024
Después de algunas semanas previas de estrés por cuestiones económicas, de organización, pero, sobre todo, por los pronósticos climáticos que indicaban que ese día habría nublados en la mayor parte de la ruta del eclipse, nos despertamos con un cielo mayormente despejado. El primer milagro había sucedido.
Yo llegaba al museo a instalar mi telescopio, aproximadamente, a las 8:15 a.m., pero otros miembros de Cazadores, y todo el personal del museo, ya estaban ahí.
Protección civil había puesto vallas en todo el perímetro de la plancha principal del museo, había sólo una entrada. Las áreas de talleres, escenario, hidratación, observación y fotografía, habían sido definidas y asignadas unas semanas antes.
Teníamos visitantes de muchos estados de la República, incluso de otros países, la mayoría de ellos habían traído sus equipos para observar o fotografiar el eclipse. Las filas del público en general, se comenzaron a hacer poco antes de las 9:00 y el museo abrió el acceso a las 9:30. Era una mañana de mucha adrenalina.
A las 10:55 a.m. dio inicio la parcialidad del eclipse. Las personas observaron este primer momento con sus lentes especiales o a través de los telescopios y cámaras que, amablemente, todos compartíamos.
Algunas manifestaciones, mezcla de admiración y emoción, comenzaban a aparecer levemente. Las conferencias habían ya iniciado en el escenario, los talleres trabajaban a cupo completo con los chiquitines y los personajes provenientes de la galaxia muy lejana eran el blanco favorito de las fotografías.
El ambiente que permeaba era de alegría en general, la gente sonreía, iba de un lado a otro, algunos comentaban sobre las conferencias, otros iban de telescopio en telescopio observando el avance de la Luna sobre le disco solar. Se habían contado más de 3,800 personas en este momento.
Ya eran casi las 12 del día y la percepción general había subido de tono: ahora era emoción combinada con nervios. Se anunció por el sonido que se suspendían las conferencias hasta que pasara la totalidad, el DJ se colocó en los controles e hizo subir las palpitaciones con su música. Yo narraría el momento de la totalidad y le pedí a mi hija Chantal que me acompañara a la terraza del museo, desde ahí, haría la narración y algunas fotografías (las que pudiera).
Después de haber colocado mi cámara en el tripié y haber hecho algunas pruebas con el micrófono, di las últimas indicaciones al público: “Hasta que se indique, podrán ver al Sol directamente, no antes”… “falta 1 minuto”… en ese momento la gente empezó a gritar… la efímera noche, estaba llegando.
12:12:10 p.m.
“¡Ahora pueden ver al Sol directamente!”… “En este momento no necesitan ninguna protección”… “Pueden observar a la derecha del Sol al planeta Venus y a la izquierda, a Júpiter”. Un nudo pasaba por mi garganta en ese momento, el disco solar aparecía completamente negro, las sombras lo cubrían todo, algunas lámparas se encendieron automáticamente ante la falta de luz, pero, lo más increíble, fue esa atmósfera llena de gritos, de abrazos, de personas que lloraban ante la grandeza del espectáculo.
Esos 3 minutos y 47 segundos, han sido los más intensos en mi vida como aficionado a la astronomía, era una vista fuera de toda razón, algo que nuestro cerebro no puede procesar tan fácilmente; en ese momento, hubo una real comunión entre nosotros y el universo. Es algo que no podremos olvidar.
Como lo comenté en una entrevista: “de verdad, no tenemos ni idea de lo que vamos a vivir”.