[Video] #CuéntameTuHistoria: Una aventura a ciegas

Tener una discapacidad para algunos puede ser una agonía, pero para otros como Abril, es el inicio de una nueva aventura

Monserrat Chávez

  · martes 15 de octubre de 2019

Conocí a Abril hace unos años, desde el primer segundo que entablé diálogo con ella me envolvió una sensación de tranquilidad, gratitud y serenidad, poco a poco conocí su labor y admiré la pasión que deposita en cada proyecto que realiza a lado de su hermano Emmanuel.

Retinosis Pigmentaria fue la enfermedad que le diagnosticaron a Abril al nacer, es decir, sólo posee el 15 por ciento de visión en sus ojos; pese a que su época como estudiante de primaria se tornó difícil, ella afirma que nunca le imposibilitó aprender y le dio valor para continuar con sus metas de vida.

“Yo sentí mucha limitación en primaria, porque ya a partir de secundaria, prepa y licenciatura, aprendí a pedir lo que yo requería para aprender, pero cuando estás en primaria no tienes ni la madures ni las herramientas para decir, oiga maestro yo no puedo, oiga me dice que está poniendo en el pizarrón porque yo no veo, muchas situaciones que había que adecuar para que yo pudiera estar en una escuela regular y que muchos maestros no entendían”, expresó Abril al recordar su niñez.

A pesar de que algunos maestros intentaron limitarla en sus actividades, en su entorno familiar fue contrario pues sus padres, tíos, abuelos y primos la trataban por igual, recibía los mismos regaños, cariño, atención, obligaciones y derechos, misma situación con sus compañeros de clase quienes nunca la discriminaron o hicieron menos.

Durante la entrevista le pregunto a Abril si sus padres influyeron en su vida como motivación pero ella deja escapar una pequeña risa seguido por sus palabras, “no influyeron, ellos lo hicieron”, se sumerge en sus recuerdos y me cita el impresionante trabajo que ellos hicieron para que sus dos hijos se despojaran de sus límites mentales.

Desde subrayar las líneas de las libretas con plumón negro hasta esperar en casa la llegada de los niños y hacer la tarea juntos, fue la forma en que los padres poco a poco les proporcionaban las herramientas que requerían.

“Si no hubieran tenido tiempo para mí, si no hubieran creído que yo y Emmanuel pudiéramos estar en una escuela regular, con todo el trabajo que implicaba estar en una escuela regular, no hubiera pasado nada”, sentencia Abril.

El tiempo pasó y un día, en busca de ampliar sus conocimientos, Abril y Emmanuel acudieron al Estado de Chihuahua para recibir una capacitación donde aprendieron brailer, orientación, movilidad y otras herramientas, el modelo de aprendizaje les atrajo tanto que quisieron sumarle un poco a su ciudad, es así que nació el Centro de Estudios para Invidentes de Durango (CEID) donde brindan apoyo a niños que como ellos, alguna vez se vieron limitados por su condición.

En el CEID además de recibir a niños, jóvenes y adultos, también proporcionan ayuda psicológica a los padres de familia y como lo explica Abril, así puedan sanar, aceptar y ser un apoyo en la discapacidad de sus hijos, pues su presencia y atención es fundamental para el desarrollo de estos.

“Los papás que sepan que una discapacidad no limita, si es mucho trabajo para que esa persona pueda tener las herramientas y ser independiente, pero hay discapacidades como la visual que con muchísimo trabajo puede hacer que ese niño logre sus sueños”.

Aún faltan muchas cosas por hacer como fomentar la educación vial y adecuar la infraestructura para las personas con discapacidad, ceder el paso a un peatón, respetar los espacios señalados, colocar rampas, líneas podotáctiles con fácil acceso, evitar los obstáculos, entre otras cosas; sin embargo, Abril reconoce que a nivel social hay un avance importante, pues las personas ya reconocen un bastón y se implementó educación especial o maestros de apoyo en las escuelas.

Pero hay otro estigma por romper, ¿Cómo debo tratar a una persona con discapacidad? Seguro te has preguntado más de una vez, pero es sencillo y Abril lo define de esta forma, “Somos personas, antes de que nos falte un sentido o la movilidad tenemos un corazón, sentimos, nos enojamos reímos, vamos a fiestas, tenemos una vida totalmente normal, las personas creen que sólo hablamos de discapacidad, que no hacemos nada, o que nuestra vida gira en torno a la discapacidad y la verdad es que no”.

Y agregó que, “también depende de nosotros en que la gente nos incluya porque estamos acostumbrados a que todos nos den, despensas o no tengo discapacidad tiene que ayudarme o no, yo no puedo, y si seguirnos con esa mentalidad como queremos llegar a la real inclusión y aquí influye muchísimo la visión que tengan los papás de la discapacidad”.

El proceso de aceptación no fue fácil, pero en su mente nunca hubo límites y se aventuró a cumplir sus sueños y es lo que desea para los jóvenes que pasan por la misma situación, que ella alguna vez enfrentó.

“Para mí nunca fue tener discapacidad, mi vida es y fue como era […] el día que entendí que por más que llorara, que renegara, que me enojara por no ver, no iba a pasar nada […] en el momento que ellos decidan vivir la vida y aceptarla como es, va a cambiar absolutamente todo su entorno, en el momento en que ellos se cansen de ser víctimas, de reclamar, de llorar ese momento van abrir los ojos y van a ver el mundo real que hay para disfrutar su alrededor.”