Cuando Mil Máscaras subía al ring y se despojaba de una de sus dos máscaras para lanzarla a las gradas, el público de cualquier arena enloquecía, peléandose por llevarse a casa el recuerdo de su ídolo. La sola presencia de una leyenda sobre el cuadrilátero, que nunca reveló la incógnita de su rostro, encendía la emoción de todos los presentes.
Por si fuera poco, el legado que el luchador originario de San Luis Potosí construyó en el pancracio, tuvo una faceta más allá de sus cualidades deportivas. Mil Máscaras brilló delante de la cámara en una época del cine mexicano que tuvo como protagonistas a superhéroes de carne y hueso, hombres que engalanaron las carteleras por más de una década, enfrentando a seres fantásticos o incluso amenazas de la realidad, como bandidos y delincuentes.
Actor enmascarado
Para el año 1968, Mr. Personalidad, como también se le conoce, debutó como actor enmascarado. Para esa producción, llegó con la experiencia previa, adquirida antes de convertirse en luchador, precisamente en su etapa de judoka aspirante a representar a México en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.
“Era estudiante de actor, aparte que estaba en la universidad, estaba tomando clases también en la Academia de Actores. Estuve preparándome para eso, pero me salió una película, nos seleccionaron para una película en inglés, que se llamaba "Los reyes del Sol". Nos escogieron ahí en la Academia de Actores y nos hicieron un contrato por tres meses”, relata Mil Máscaras en entrevista con El Sol de México.
“Fue extraordinaria la experiencia. Hollywood o no, era una compañía inglesa de cine, entonces estaba más que perfecto. Me sirvió mucho en cosas cinematográficas, porque el director era inglés (J. Lee Thompson), y como yo hablaba inglés también, él me utilizó para que acomodara a los actores de la manera que debían de estar y encantado lo hice. Yo iba, se puede decir, como extra, pero en este caso subí a asistente del director”.
Un año después de que “Los reyes del Sol” fuera lanzada, Mil Máscaras debutó como luchador profesional en la Arena Coliseo de Guadalajara el 21 de agosto de 1964, después de dejar cerrada la posibilidad de ser un atleta olímpico, debido a que no consideró buenas las condiciones que el Comité daba a sus miembros.
En la capital jalisciense, Mil Máscaras hizo un lazo de amistad con Cuauhtémoc Velasco, alias “el Diablo Velasco”, cuyo gimnasio fue el primero en el que el recién llegado a la ciudad tapatía debutó. “Muy educado me recibió. También me recibió porque me habían recomendado, ya le habían hablado para decirle que iba yo para allá”, recuerda.
Creador del personaje
Mil Máscaras se presentó en lo que sería un éxito desde la primera caída, un estreno glorioso que él adjudica a la difusión que tenía a través de la revista “Lucha libre”, de Valente Pérez, periodista con el que en conjunto diseñó a su personaje y con el que colaboraba en la revista “Muscle Power”.
“Él tuvo la idea, pero yo le puse Mil Máscaras. Hicimos gran amistad él y yo, empezó a darme toda la publicidad que quería. Hicimos al personaje, yo diseñé las máscaras, los dibujos y todo. Luego me fui con el entonces mascarero Ranulfo López y él me hizo las primeras 10. Diseños míos, todos originales.
“Fue un golpe tremendo, porque fue una publicidad exagerada la que hizo Valente en las revistas. Tenía “Lucha libre”, “Muscle Power”, “Ring mundial”, que era de box. El debut fue un éxito. En Guadalajara se llenó la Arena y se quedaron como dos mil más sin poder entrar. Me voy a Monterrey y pasa lo mismo, igual en la Ciudad de México. Era a base de la publicidad que se le había dado al personaje”, aseguró.
La llegada de Mr. Personalidad al celuloide
En una época en la que el cine de luchadores ya tenía como estelares a El Santo y Blue Demon, Mil Máscaras llegó a redimensionar la industria con una imagen de ídolo reconocida en México y en el extranjero, por invitación del productor Luis Enrique Vergara.
“Me buscó, él maquilaba para Columbia. Hice cuatro películas, pero él falleció en Nueva York, haciendo el trabajo que hacía para distribuir. Entonces automáticamente quedé libre para contratarme después con cualquiera, según su esposa. Me dio total libertad”, explica el ídolo.
Así, el luchador hizo su primera aparición en el cine con la película “Los canallas” dirigida por Federico Curiel y que estelarizó junto con Regina Torné. Mil Máscaras llevó su personalidad a las cintas “Las vampiras” (1969), “Enigma de muerte” (1969) y su homónima “Mil Máscaras” en el mismo año.
El éxito en la pantalla grande fue magnificado al igual que el de la lucha libre. En aquel momento, Mr. Personalidad comenzó a producir sus propias películas. “La cinematografía es una carrera muy hermosa, porque te prestas para distribuirte en todo el mundo. Yo empecé a producir también. Te arriesgas a gastar lo poco que tienes para salir adelante.
“Por suerte con mucho éxito, en los estrenos había de 10 a 20 cines te daban El Mariscala, que era de los más importantes en el centro, y 19 más. Le dimos la publicidad adecuada antes de iniciarlo y luego en las presentaciones”, menciona.
Ídolo de la pantalla
Durante esa época, de 1968 a principios de la década de los 80, Mil Máscaras realizó más de 15 películas, de las más de 20 que ha realizado hasta la actualidad. En esa época se cruzó con algunos de los más grandes talentos del cine mexicano, aunque con humildad asegura que fueron "pocos".
En la larga lista de cintas que quedaron en su filmografía están “Los campeones justicieros” (1971), “Las bestias del terror” (1972), “Misterio en las Bermudas” (1979) y una de las más populares, “Las momias de Guanajuato” (1972), una película que es parte fundamental de la cultura popular de México.
“Hicimos ‘Las momias de Guanajuato’, luego hicimos ‘Las momias de San Ángel’, y luego otras, pero todas por suerte con éxito. La cinematografía en México, sobre todo los personajes de lucha libre, o famosos, boxeadores y todo, tienen un gran atractivo para el pueblo. El pueblo en general no significa las grandes ciudades, sino las ciudades más pequeñas”, asegura.
Hacia la década de los 80, la tradición de ver a la lucha libre en los carteles de cine se terminó. Un hecho que para Mil Máscaras tiene explicación en los vaivenes de la economía del país.
“La cinematografía se cayó. Toda la economía se vino abajo, entonces automáticamente no puedes invertir en una empresa que no produce. Cuando produces una película, inviertes tu dinero, pero si no va a producir, te quedas con las bolsas vacías”, explica.
A finales de la primera década del siglo XXI, Mil Máscaras regresó a la pantalla para realizar cuatro películas más, de 2007 a 2010, todas ellas producciones extranjeras que se llamaron “Mil Máscaras vs. The Aztec Mummy”, “Academy of Doom”, “Mil Máscaras: Heroe” y “Aztec Revenge”.
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El mundo es su casa
En su diseño, la máscara que hasta la actualidad sigue portando, tiene corazones en los laterales, símbolo del amor por la lucha libre; en la frente cinco líneas que representan los diferentes continentes del planeta; y en los ojos la forma del águila que volaría por ellos. Recorrer el planeta fue desde el principio su sueño, algo que ha logrado con creces, tanto en la lucha como en la actuación.
Uno de sus destinos más recurrentes ha sido Japón, país que ha visitado en 50 ocasiones. En el país asiático también tuvo la oportunidad de grabar en el Castillo Himeji, considerado Tesoro Nacional de Japón y Patrimonio de la Humanidad. “Fue un éxito tremendo mi llegada a Japón, me recibieron como 200 niños en el aeropuerto”, rememora con emoción.
“Mi casa es el mundo. Yo siempre he pensado que no hay distinción entre un país y otro. Si tú tienes la oportunidad de trabajar en diferentes países del mundo, pues consideras que estás en casa”, finaliza el multifacético Mil Máscaras.